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Play off: ¿La culpa la tiene el 100?

Noelvis Entenza fue víctima del 100 en tres ocasiones.
Noelvis Entenza fue víctima del 100 en tres ocasiones.

¿Qué hubiese ocurrido en el estadio 5 de Septiembre si Noelvis Entenza, en jornada de lujo, hubiese podido seguir lanzándole a los villaclareños en el sexto partido del plan off entre los anaranjados y la manada elefantina cienfueguera?

¿Qué hubiese ocurrido en el José Antonio Huelga si anoche, también en día de ensueño, el jovencito Norge Luis Ruíz, refuerzo de los gallos espirituanos, hubiese seguido pichándole a los cocodrilos matanceros?

Ambos no saltaron del box por descontrol o conexiones. Los directores se vieron precisados a quitarlos de la lomita por haber llegado a los 100 lanzamientos, número devenido fatídico, porque de no haber existido la regla, quizás los colores de la final fueran diferentes.

Es cierto que la medida es similar para todos, pero hay equipos, como el aguerrido Villa Clara, que tiene un bulpén más fuerte que los demás, lo que provoca que Ramón Moré, el director técnico, esté sin preocupaciones en ese sentido.

Nadie puede discutir lo atinado de la decisión de cuidarles el brazo a los tiradores en la pelota cubana, porque siempre hay compromisos por delante que afrontar y porque además, por encima de todo, está y estará la salud de los atletas.

En anteriores momentos, cuando no existía tal reglamentación, algunos mentores abusaban, en el mejor sentido de la palabra, de los estelares y a más de uno eso le provocó lesiones que en algunos casos fueron irreversibles.

Pero a atletas, entrenados y técnicos le he escuchado decir que con un entrenamiento adecuado y la dosificación exacta de los lanzamientos el número no influye en el estado óseo-muscular del brazo de pichear.

Entonces, ¿no sería adecuado “levantar” esa regla al menos para los juegos de la postemporada y la final de las series?, siempre con la atención expresa de los directores técnicos y entrenadores de picheo de cada equipo a quien esté sobre la lomita, sobre todo después que pase los 100 lanzamientos.

Imagino la tristeza que embarga al corajudo Entenza, quien en tres oportunidades lanzó una pelota de muy altos quilates y vio malograda la victoria al abandonar el box. En el último juego que lanzó solo le llegaron a la primera almohadilla tres contrarios: uno por hit y otros dos por pelotazos.

El jovencito Ruíz, uno de los mayores prospectos de la pelota cubana en estos momentos, habrá sufrido enormemente al ver que el camino andado cuesta arriba todo el tiempo, caía en picada como un avión al que se le dañan los motores a 9 mil pies de altura.

La pelota es como la vida misma: impredecible. No obstante, por constituir el principal pasatiempo nacional y una verdadera pasión para millones de cubanos, hay que pensar en cada detalle, en cada decisión, en cada acción sobre el terreno y fuera de él.

Y si usted quisiera conocer más sobre múltiples temas del béisbol actual, acérquese a cualquiera de las peñas deportivas organizadas a lo largo y ancho del país y enardecidas lógicamente, en esta final de la serie 52 de la pelota cubana.

Por el momento, yo me voy hasta la del Pase del Prado en la centro meridional ciudad de Cienfuegos, donde se desatan los ímpetus y se exterioriza el fanatismo, pero donde también se aprende mucho y puedo recoger criterios para estas líneas a propósito de un evento que tiene revolucionada a la población del archipiélago.

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