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Ancón: entre la vida y la muerte

Los resultados en el programa de manejo integrado costero en la península Ancón y la reducción de sustancias contaminantes del ozono constituyeron algunos logros del territorio espirituano en el pasado año. Fotos: Vicente Brito
Los resultados en el programa de manejo integrado costero en la península Ancón y la reducción de sustancias contaminantes del ozono constituyeron algunos logros del territorio espirituano en el pasado año. Fotos: Vicente Brito

Atrás quedó una ciudad que te hace viajar en el tiempo, la Villa de la Santísima Trinidad, una apreciación vívida de la colonia que completa su paisaje con el azul Caribe exclusivo de las mejores playas que bañan la costa sur de Cuba. Pero la imagen paradisíaca, ubicada a 12 kilómetros de la ciudad, peligra ante la penetración agresiva de plantas exóticas capaces de arriesgar la existencia de uno de los destinos turísticos más demandados de la Isla: la atractiva península de Ancón.

Sin embargo, la realidad de tal amenaza aglutina las fuerzas que convergen para detener lo que puede convertirse en un desastre ambiental con implicaciones económicas y sociales; Trabajadores indaga y enfoca el tema desde las alternativas dirigidas a revertir la situación.

 Origen de todos los males

“Después de inaugurar los primeros hoteles en la zona, en la década del 70 del pasado siglo, comenzaron los daños provocados por el accionar del hombre, la pérdida de la flora autóctona y la propia edificación de instalaciones sobre la duna; motivos que atentaron contra la preservación de un ecosistema sensible en sí mismo dada sus características peculiares y cuya estabilidad depende de la vegetación original”, sostiene Julio Pavel García Lahera, investigador del Jardín Botánico de Sancti Spíritus.

El especialista advierte que La Punta de Ancón (ubicada entre el hotel de igual nombre y el límite de la península) funciona como una suerte de escudo ante la acción del mar por su condición de bosque semideciduo micrófilo sobre arena, idóneo para retener a está última, identificable por la pérdida de hojas de algunos de sus componentes vegetales durante períodos de pocas lluvias y difícil de encontrar en el resto del país.

Por la importancia de sus formaciones arbóreas, la estructura alargada y su composición poco rocosa, La Punta quedó incluida en el Proyecto Internacional Mejorando la presencia, control y manejo de especies exóticas invasoras en ecosistemas vulnerables en Cuba, que financia el Fondo Mundial de Medio Ambiente (GEF, por su siglas en inglés) mediante el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Isora Montano Perdomo, especialista en gestión ambiental y coordinadora del mencionado proyecto, refiere: “Este plan suma a muchos países latinoamericanos con el objetivo de prevenir el reemplazo de la flora originaria en los entornos más frágiles; en el caso nuestro, tenemos otros tres ambientes priorizados por las entidades internacionales: Topes de Collantes, Valle de los Ingenios y arenas cuarcíticas de Casilda y hemos invertido unos 16 mil dólares en recursos imprescindibles para rescatar la vida de esos lugares”.

Según Montano Perdomo, los estudios identifican en la Leucaena y el Marabú adaptaciones de reproducción muy fuertes, capaces de desalojar a las especies oriundas de las dunas, por tanto, encauzaron su labor en la recolección de semillas de brasilete, uvas caleta, almácigo y otros, hasta llenar unas 25 mil bolsas para producir posturas endémicas y reforestar no solo La Punta, sino, todo el litoral costero.

Si bien es una necesidad global atender el rescate de la vegetación como estrategia para frenar la pérdida de la península, no menos importante resulta la sinergia de dos sistemas de trabajo en pos de ofrecer un mantenimiento integral a la playa. Para ello, el Ministerio de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) rehabilita el balneario trinitario a partir de un monitoreo de los perfiles, niveles y calidad de las aguas, así como del registro de comportamiento en las zonas intervenidas con el fin de devolver sus características botánicas propias.

El futuro…

Aunque el 2015 devino fecha prevista para terminar la sustitución de plantas que aceleran la pérdida de terreno playero, Ancón asume e incorpora a su ecosistema los cambios asociados al programa de revitalización de ese paisaje perteneciente al distintivo polo turístico espirituano, que presume, entre otras cosas, de tres bellos hoteles, 29 puntos de buceo, una marina y la zona económica de captura de langosta espinosa.

Acercar el vivero tecnificado para la reproducción de especies autóctonas a las zonas reforestadas deviene aspiración de los encargados del proyecto, pues, el semillero actual está situado a 49 km y la lejanía impide que los retoños se desarrollen dentro de su hábitat natural.

De acuerdo con Julio Pavel García, “el proceso traerá resultados a largo plazo porque áreas tan peculiares como esta no admiten el uso de químicos, por tanto, las labores son ciento por ciento manuales. A partir de criterios especializados, definimos que las palmas Thrínax y Cocco Thrínax también deberán plantarse en el lugar por la agilidad de su crecimiento, además, recomendamos el descepe para extirpar la Leucaena y el Marabú.

“Nuestra principal garantía radica, tanto en el apoyo de las autoridades, como en la presencia permanente de los trabajadores en el espacio. El futuro de este paisaje, en el que confluyen turismo y naturaleza, depende únicamente de todo cuanto hagamos hoy”.

Alrededor de 20 hombres de la Empresa Forestal Integral de Trinidad laboran permanentemente en la plantación de especies endémicas.
Plantas autóctonas retienen la arena e impiden que la acción del mar atente contra la preservación península.

 

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