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El bienestar pasa por las aulas

Foto: Roberto Carlos Medina

El pensamiento revolucionario  ha tomado la palabra en las  aulas universitarias de Nicaragua;  el profesor Rafael Ángel  Sánchez Cruz lo asegura, convencido  de que su labor de cada  día, como la de muchos otros  intelectuales consagrados hoy  al quehacer educacional, significa  una contribución decisiva  para el desarrollo de los programas  sociales emprendidos  por el Gobierno sandinista.

Este hombre, marcado ya  por los grises de la madurez, ha trascendido los límites de la  actividad docente en la Universidad  Nacional Autónoma de  su país y ocupa con orgullo la  responsabilidad de Secretario  de Relaciones Internacionales  de la Federación de Profesionales  Docentes de la Educación  Superior, tarea que comparte  con una función similar en la  Federación de Sindicatos de  Trabajadores Universitarios  de Centroamérica, México y el  Caribe.

¿Cuáles son los ejes de su accionar  en beneficio de los trabajadores  de la educación superior  en esta amplia área geográfica?  

Respaldamos la exigencia  por mayores presupuestos para  las universidades; nos enfrentamos  a las políticas neoliberales  que acortan el financiamiento  público y contribuyen a  propiciar la privatización de la  enseñanza, a la vez que levantamos  banderas a favor de una  docencia que forme y eduque  al ser humano para servir a su  pueblo.

¿Qué rasgos distinguen al sistema  de enseñanza nicaragüense  en la actualidad?  

A partir de la asunción  al poder de Daniel Ortega los  cambios han sido trascendentales.  Su primer decreto en el  propio año 2007 estableció la  gratuidad de la educación, y a  partir de ese momento una resuelta  voluntad política a favor  del desarrollo de este sector se  ha venido materializando hasta  el punto de que hoy el 6 % del  presupuesto nacional está destinado  al conjunto del universo  escolar, sin contar que la asignación  de partidas especiales.

El quehacer sandinista ha  dado paso a tareas de mucha reprcusión  popular como los programas  Usura cero y Hambre  cero. ¿Puede referirse a ellos?

Los prestamistas representaban  una plaga maligna en el  país; explotaban a la gente sin  recursos a su libre albedrío,  proporcionándoles dinero e imponiéndoles  a su arbitrio intereses  leoninos.

En la actualidad  el Gobierno ofrece préstamos  justos, sobre todo a las mujeres  de familias desposeídas para  que estas puedan desarrollar  pequeños negocios. La cobertura  en este sentido ha sido muy  amplia y exitosa.  En la iniciativa Hambre  cero las mujeres desempeñan  también un papel protagónico y  han mostrado responsabilidad.  Se les entrega una vaca, gallinas,  cerdos y asistencia técnica;  ellas producen con su familia,  aseguran el sustento de estas y  pueden vender el excedente a  sus vecinos.

A estas decisiones gubernamentales  justas se suman  acciones como Techo y calles  para el pueblo, cobertura de  electricidad y agua potable,  alfabetización y otras que han  contribuido a mejorar las condiciones  de alimentación y el  bienestar de los trabajadores  y los más humildes, sin contar  los avances en la igualdad de  género que han elevado a miles  de compañeras a las posiciones  de dirección en alcaldías y en  el propio Gobierno. Hoy Nicaragua  ocupa el quinto lugar en  el mundo en cantidad de mujeres  incorporadas a la Asamblea  Nacional.

¿Qué papel ha correspondido  al movimiento sindical en  todo este proceso a favor del  bienestar popular?  

El respaldo a cada medida  ha sido determinante;  nuestra principal central sindical,  el Frente Nacional de  los Trabajadores, luchó con  energía contra las medidas  neoliberales de los gobiernos  que interrumpieron el proceso  revolucionario durante 16  años; ahora está al lado del  presidente Daniel Ortega en  su batalla por la justicia y la  igualdad, como lo hace también  la juventud en las universidades.

¿Cómo caracterizaría las  relaciones entre Nicaragua y  Cuba?  

Una relación de familia,  de hermanos. Este país ha  sido para nosotros el aliento,  la esperanza de que es posible  todo si se lucha. Los cubanos  han dado la más ejemplar lección  de solidaridad frente al  egoísmo de los poderosos que  disponen de todas las riquezas  y son incapaces de compartirlas.

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