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José Graziano Da Silva: «Mil millones de razones para estar enfurecido»

José Graziano Da Silva, director general de la FAO
José Graziano Da Silva, director general de la FAO

José Graziano Da Silva, director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación llegó a Cuba, procedente de México, y durante su estancia sostuvo encuentro con el General de Ejército Raúl Castro, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, así como otras autoridades del país.

¿Quién es Graziano Da Silva?

Fue ministro extraordinario de Seguridad Alimentaria y Combate al Hambre de Brasil, cartera responsable de implementar el programa Fome Zero (Hambre Cero).

Tiene 61 años de edad, es licenciado en Agronomía; Máster en Economía y Sociología Rural, por la Universidad de San Pablo (USP), y Doctor en Ciencias Económicas, por la Universidad Estatal de Campinas.

Graziano Da Silva se ha abocado desde 1977 a las temáticas vinculadas al desarrollo rural y la lucha contra el hambre en los ámbitos académico, político y sindical.

El programa Hambre Cero no tan solo representó la principal prioridad del Gobierno del presidente brasileño Lula Da Silva, sino que también significó una importante innovación en materia de políticas públicas dirigidas a combatir la extrema pobreza.

Su labor en la FAO

En el 2006 José Graziano Da Silva asumió como Representante Regional de la FAO para América Latina y el Caribe y subdirector general.

En ese cargo, promovió el fortalecimiento de la agricultura familiar y el desarrollo rural, como medios fundamentales para fortalecer la seguridad alimentaria. Destacó su rol como impulsor de la Iniciativa América Latina y Caribe sin Hambre,  trasformando a los países de la región en los primeros a nivel mundial en asumir el compromiso de erradicar ese flagelo antes del 2025.

Adicionalmente, impulsó una sustantiva agenda vinculada a la problemática rural, abogando por el fortalecimiento de la institucionalidad del sector y por políticas públicas orientadas a un desarrollo integral e inclusivo en el campo, con énfasis en el tema de empleo rural.

Como representante regional ejecutó también una activa labor en la materialización de la reforma interna de la FAO. Sobresalió un sustantivo avance en la descentralización del organismo, potenciando el rol de las instancias nacionales, otorgándoles un mayor protagonismo de los Gobiernos en la definición de prioridades.

Igualmente importante resultó la apertura a la sociedad civil, involucrando a los diversos  actores políticos, sociales y gremiales  en el actuar de la FAO en cada país.

Vida académica

Graziano desarrolló una larga y exitosa vida académica entre los años 1978 y 2010, al desempeñarse como Profesor Titular de la Universidad Estatal de Campinas y dirigir el programa de maestría y doctorado en Desarrollo Económico, Espacio y Medio Ambiente del Instituto de Economía de esa misma casa de estudios.

Nació en 1949, y posee nacionalidad brasileña e italiana. Domina los idiomas inglés, español y portugués.

Entre las numerosas condecoraciones y premios que ha recibido se destacan la Orden de Rio Branco, otorgado por el Presidente de la República de Brasil, la Medalla Paulista al Mérito Científico y Tecnológico del Gobierno del Estado de Sao Paulo y el Premio de la Sociedad Brasilera de Economía, Administración y Sociología Rural (SOBER), entre otros.

Elección

En el 37º período de sesiones que se celebró en Roma, desde el 25 de junio al 2 de julio de 2011, la Conferencia de la FAO nombró a José Graziano Da Silva  director general para el período comprendido entre el 1º de enero del 2012 y el 31 de julio del 2015.

De conformidad con el Reglamento general de la organización y según la decisión del Consejo de la FAO, los Estados miembros deben presentar propuestas para el cargo de director general al secretario general de la Conferencia y del Consejo, quien a su vez debe difundirlas a todos los miembros de la organización una semana después de transcurrido el plazo para la presentación.

Pilares

Graziano Da Silva ha definido los cinco pilares o líneas de acción para la labor de la FAO: Erradicación del hambre, producción y consumo sostenible de alimentos, mayor equilibrio en la gestión de los sistemas alimentarios, concluir el proceso de reforma de la organización y ampliar las alianzas y la cooperación sur-sur.

En un interesante artículo, titulado Mil millones de razones para estar enfurecido, afirmó lo siguiente:

“El desayuno con lo cual empezamos el día es un privilegio ausente en la vida de cerca de mil millones de personas en todo el mundo. Mil millones es una cifra difícil de poner en perspectiva. En especial, cuando hablamos de personas. Significa que una de cada seis personas sufre de hambre crónica y no sabe si logrará alimentarse adecuadamente cada día.

“Las consecuencias son trágicas. Causa la muerte de un niño cada seis segundos. Y elimina la posibilidad de una vida digna a millones de otras personas.

“Frente a una tragedia tan grande, el instinto natural nos lleva a la negación, a quitarla de la vista, hacer como si no existiera.

“Sin embargo, no podemos quedarnos indiferentes, tenemos mil millones de buenas razones para enfurecernos con esta situación y hacer lo que esté a nuestro alcance para cambiarla.

“Hay diversas maneras de demostrar la rabia que esta situación nos causa. Una de ellas es sumarse al proyecto 1billionhungry (mil millones de hambrientos). Esta campaña mundial lanzada por la FAO busca recolectar un millón de firmas de rechazo contra el hambre, y darles una voz a los que ya no tienen fuerzas para hacerse oír.

“El mundo posee los recursos naturales, financieros y científicos para hacer que el hambre pase a la historia. En diversas ocasiones, los líderes mundiales han manifestado su compromiso con la erradicación del hambre. Sin embargo, todavía falta transformarlo en acciones concretas respaldadas por la inversión que ellas necesitan.

“Los recursos destinados para la agricultura y la alimentación han aumentado en los últimos años, pero todavía son insuficientes y siguen bajo los niveles de inversión que existían a principio de los años 80.

“Con una fracción de los billones de dólares que los Gobiernos —principalmente los países en desarrollo— invirtieron en sus economías para rescatarlas de la crisis financiero-económica del 2008, podríamos acabar con el hambre de una vez, y garantizar la alimentación digna a todos los hombres, mujeres y niños que deben soportar un mal innecesario.

“El proyecto 1billionhungry es una herramienta importante para lograr este objetivo. Aunque individualmente no tengamos cómo levantar los recursos necesarios, firmando la petición dejamos claro a los políticos que esta debe ser una prioridad y que, como sociedad, no aceptamos convivir con el hambre. Un millón de firmas ayuda a crear voluntad política e incentiva la acción de los Gobiernos a esta situación vergonzosa.

“La inversión en la agricultura, la reafirmación de políticas nacionales de seguridad alimentaria, leyes que promuevan el derecho a la alimentación y que sean una política de Estado, y no solo del Gobierno de turno; el fomento a la agricultura familiar y a la producción doméstica de alimentos, son algunas de las medidas que los Gobiernos deben impulsar para frenar este espiral de pobreza y hambre en que el mundo ha caído en los últimos años.

“La comunidad internacional también cumple un rol fundamental, incrementando la ayuda internacional a la agricultura y alimentación y enfocando los recursos en actividades que aumenten la capacidad local de producir alimentos.

“El precio de no actuar es más grave de lo que las personas imaginan. La crisis de los años 80 nos dejó una lección desalentadora: los índices sociales suelen tardar al menos el doble en recuperarse que los índices económicos.

“Eso significa que podemos tener un pie fuera de la crisis desde un punto de vista macroeconómico, pero que aún tenemos ambos pies en medio de la tormenta en cuanto al efecto social que esta ha tenido, especialmente sobre las poblaciones más vulnerables.

“Los invito a todos a dar un paso hacia adelante y a firmar la petición de la FAO: para repetir ante los líderes del mundo el slogan de la campaña: Hay mil millones de hambrientos en el mundo, eso me enfurece y no voy a seguir soportándolo”.

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