Mi vida es una constante exigencia

Mi vida es una constante exigencia

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Por: Iliana Hautrive y Evelio Tellería

Camino a sus 83 septiembres, dice que tratará de llegar, por lo menos, a 10 más, para seguir sintiéndose útil con el mismo fanatismo por las construcciones que lo obsesionó cuando prescindió de ejercer como Químico Industrial para convertirse en Ingeniero Civil.

Entrevista a Viterno O Reilly, arquitecto y profesor de la Universidad de La Habana. Foto: Agustín Borrego Torres

 

Vitervo O´relly, Héroe del Trabajo de la República de Cuba durante la entrega del título Doctor Honoris causa del ISPJAE. Entrega el título la compañera Alicia Alonso, Rectora del ISPJAE. Foto: Yoandry Aguilar

 

Acto por el 47 aniversario de la CUJAE, municipio Boyero. Foto: Agustín Borrego Torres

 

Vitervo O’Reilly Díaz prefiere conversar en su cuarto de estudios donde hay anaqueles de libros hasta el techo, un cuadro de Martí adolescente, presentes en imágenes Che y Fidel, relojes, una computadora… “Lo tengo como un santuario, aquí respiro ciencia, saber, conocimiento, guardo la mayor parte de mi vida”.

Pareciera que el hombre afable, de cuidadosa apariencia, nos estuviera impartiendo una clase magistral. “Siempre hago esta explicación técnica, porque ningún conocimiento puede asimilarse por ucase”, y va adentrándose en términos técnicos, claves para él, como hormigón, cemento, resistencia, dosificación, porosidad, durabilidad de las construcciones hechas con hormigón.

No por conocido deja de sorprender. Doctor en Ciencias y en Ciencias Técnicas, es el creador de dos métodos para dosificar mezclas de hormigón “no solo para ahorrar, sino para garantizar la vida útil de las construcciones”. En una ocasión el líder de la Revolución lo comparó con dos fábricas de cemento.

“Vivimos en un país pobre, de escasos recursos, y no podemos seguir construyendo para en vez de mantener, al poco tiempo tener que reparar. Eso es una inversión, gastos. Afortunadamente de 750 kilogramos de cemento por metro cúbico de hormigón, ya el país logra 280. Son más de 2 millones 400 mil toneladas de cemento y miles de toneladas de petróleo ahorradas. Tengo que seguir luchando hasta que rescatemos la disciplina tecnológica en la producción del hormigón. Estoy convencido de que lo lograremos en todas las provincias para el segundo semestre del año próximo”.

Se confiesa perseverante, apasionado, sin tiempo que perder. “Por eso lo mismo estoy en el Ministerio de la Construcción, atendiendo consultas de cualquier lugar; que impartiendo maestrías en la CUJAE, institución de la cual soy fundador, o en provincias; integrando jurados y tribunales en este y otros centros; en encuentros de la Academia de Ciencias, como Académico de Mérito, y también en la Sociedad Económica de Amigos del País. Mi vida es una constante interrogante. No me considero perfecto; soy mi más ferviente crítico. Todavía me queda mucho por aprender”.

Llegar a ser alguien

Transcurría la década de los años 30 cuando Mónica, la madre, “una heroína” como él la califica y quien fuera madrina de Jesús Menéndez, dejó a su viejo Pedro en la Encrucijada natal, y partió hacia La Habana con parte de la prole, compuesta por cinco hermanos varones y cinco hembras. “Mis hijos tienen que llegar a ser alguien”, repetía la humilde mujer, costurera de oficio.

Y así resultó: logró ver a un artista plástico, a un médico, a una licenciada en literatura, a un científico, de los que “los O’Reilly” se enorgullecen, mucho más de una supuesta vanagloria por tener el tatarabuelo alguna vinculación con el nombre de la calle en La Habana Vieja.

“Yo, con 12 años, limpiaba una casa de 13 locales en el Vedado, lustraba zapatos; pegaba pasquines en las calles de mi pueblo cuando Jesús Menéndez aspiraba a representante a la Cámara por el Partido Socialista Popular. Aunque era un niño conocí y me identifiqué con ese gran dirigente sindical. Él era compañero de mi padre y mi hermano Aristarco fue su secretario.

“Hay que llegar a ser alguien por esfuerzo personal. Nadie puede pretender lo contrario, a cuentas de otros, ni robando. Tengo tres hijas: Amarilys, la mayor, es maestra; la segunda es Elliet, ingeniera nuclear; y Mónica, la menor, es graduada con Título de Oro en el Instituto Superior de Arte. No influí en sus decisiones, y me siento satisfecho.

“En mi caso, con mucho tesón, llegué a la universidad. Me gradué primero de Químico Industrial en la Escuela Superior de Artes y Oficios; después en 1956 de Ingeniero Civil en la Universidad de La Habana, pero el título lo obtuve en 1959 porque no quería que fuera firmado por ningún funcionario del gobierno de Batista.

“Si tú no predicas con el ejemplo, no puedes enseñar. Siento un deber estar en el laboratorio con mis alumnos, ayudar a todo el que me lo solicite…”

La invocación de una persona muy cercana, ya fallecida, lo impacta. Salta la emoción, las palabras quedan truncas y se le humedecen los ojos. Confiesa tener un elevado sentido de la amistad. “Soy muy selectivo, quizás por eso no tengo muchos amigos: para mí lo son quienes tenga mis principios, ética, comportamiento y anhelos personales”.

A quien recibió de manos del Comandante en Jefe Fidel Castro el título honorífico de Héroe del Trabajo de la República de Cuba, su tesoro más preciado es Profesor de Mérito de la CUJAE, y conoció a grandes de la plástica cubana como Wifredo Lam y René Portocarrero, no le es ajeno asumir la búsqueda de los alimentos para el hogar cada semana; regalar una flor a su amada, telefonear desde lejanos continentes para conocer el estado de salud de un enfermo, y prodigar atenciones a sus cuatro queridos gatos.

“No soy machista, y sí muy sensible. Tengo bien diferenciado el trabajo del hogar. Logro complementarlos. Soy quien hago el café cada mañana y se lo llevo a mi esposa a la cama”.

Aquí estoy, aquí estaré

Ha representado a Cuba en la confección de tres manuales sobre la durabilidad de las construcciones en los que también participaron especialistas de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, España, Uruguay, Paraguay y Venezuela.

Es autor de un libro que contiene las investigaciones acerca de sus métodos de dosificación del hormigón, publicado en varios países y en cuatro idiomas, el cual entregó a Fidel en una sesión del Comité Nacional de la CTC, del que fue miembro.

Más tarde escribió otro volumen editado en México sobre la influencia de la dosificación del hormigón en su durabilidad, obra que garantiza sus métodos y que actualmente se acomete la primera edición cubana.

“Lograr el rescate de la disciplina tecnológica en la producción de hormigón no puede ser por resolución. Hay que entender y comprender; muchos ya lo han hecho, y eso demuestra que se puede”.

Atesora múltiples reconocimientos nacionales e internacionales, incluido el Vector de Oro, otorgado por la Unión Panamericana de Asociaciones de Ingenieros y el Comité de la Enseñanza de Ingeniería, como reconocimiento a su significativa contribución a la educación e investigación de la ingeniería en el continente americano.

Un gran manojo de credenciales permanece en el picaporte trasero de la puerta de su biblioteca, incrementado cada vez que participa en un evento. A  todo el lo sumó hace unos días el título de Doctor Honoris Causa, otorgado por la obra de la vida como docente. Han sido más de 50 años en el magisterio, de ellos 47 en el Instituto Superior Politécnico José Antonio Echeverría.

Ya era un ingeniero bien remunerado antes del triunfo de la Revolución. Conoce varios países de diversas latitudes. Propuestas y ofertas nunca faltaron en algunos, con la posibilidad de residir en Europa o Suramérica. “Yo me siento tan arraigado a esta tierra, que ningún lugar he encontrado más acorde con mis sentimientos y mi educación. Mi sociedad no es perfecta, pero aquí sigo, aquí estaré”.

https://www.trabajadores.cu/20150601/el-largo-alcance-de-una-vida/

 

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