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El “invencible” de la alzadora

Suma sesenta y cinco millones de arrobas de caña alzadas en 33 años como operador de alzadora. Aquel niño que aseguraba tendría ese oficio, desde hace pocos días lleva en su pecho la estrella dorada que lo distingue como Héroe del Trabajo de la República de Cuba.

“Estoy  convencido  de  que  para tener hay que trabajar, y eso vale para las personas y para el país”, asegura Álvaro. Foto: José Raúl Rodríguez Robleda

Álvaro Serrano Gómez confiesa que extraña todo lo que no huele a caña y a su central Orlando González, en el municipio avileño de Majagua, donde muy cerca nació hace 49 años. “Siendo un vejigo me montaba en las alzadoras y jugaba a manejarlas. Mi padre era carretero, y como yo me iba todas las madrugadas con él, sus compañeros me fueron enseñando. A los 16 años me pegué, sin pasar ninguna escuela, y desde entonces no he parado. No he hecho otra cosa en mi vida”.

Le complace que en su UBPC todavía  laboren sus viejos Caridad y Humberto, quienes con 75 años, dan lo mejor de sí en el autoconsumo de la cooperativa. También dos de sus hermanos, porque “ya mis hijos Adrián y Dianny trabajan, el primero en los pozos de petróleo de Varadero, y la niña (tiene 22 años), es profesora de un Joven Club”.

¿Se considera realmente invencible, como algunos lo llaman?

“Nada de eso, lo que hago es trabajar, trabajar y trabajar. Me levanto a las cinco y media de la mañana, y termino cuando haga falta. He tenido zafras de estar trepado en la alzadora tres días consecutivos, y alzar en un día 42 mil arrobas de caña, que es mi récord. Me han entregado muchas medallas, me dieron dos viajes de estímulo al extranjero, un Lada, pero siempre me he esforzado por llegar a obtener el título de Héroe. Creo mucho en el valor del estímulo moral. No es que trabaje para que me lo reconozcan, pero esto para mí es el mayor orgullo”.

¿Su opinión como azucarero?

“Hay que sembrar mucha caña. Mi central no pudo moler en esta zafra por falta de materia prima. Ahora en mi cooperativa y en las otras dos cañeras en el municipio estamos sembrando bien. Como operador, a veces falta transporte, y entonces pierdo tiempo, pero me quedo en el campo hasta que llegue el último camión. Todas las zafras salgo a tirar caña para otros centrales, pero también pico caña, surco la tierra, lo que sea necesario”.

Militante del Partido desde hace 19 años, antes integró la Unión de Jóvenes Comunistas. Aunque dice que le pesa ir hasta Ciego de Ávila, porque prefiere no alejarse del pueblo, sorteó “un gran susto” cuando le dijeron de un momento para otro que saldría para La Habana a participar en labores de recuperación por los daños del huracán Charley. “Nada, me dije, adelante, y estuve movilizado veinte días en Arroyo Naranjo, recogiendo escombros. Yo voy para donde me manden y haga falta”.

Hoy Álvaro, como siempre, está en su puesto de labor. Junto a la esposa Carmen, sus compañeros de trabajo y su pequeño ciclón Álvaro Enrique, el nietecito de dos años, mantiene su inseparable alzadora. “Ah, y también la escuela, porque aunque ya estoy un poco viejo, nunca es tarde para seguir superándome”.

 

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