Icono del sitio Trabajadores

¿Dónde se ha visto tal cosa?

Realizada: Publicada:06/05/2002 Pàg: 08 Ediciòn: Fuente:Trabajadores Fotógrafo:hernàndez mena, joaquin Original: Negativo: Observaciones:heroìna del trabajo de la repùblica de cuba/martinez llerena, isabel pilar/tabacalero/villa clara

Una heroína despalilladora

Su cutis parece haber sido tocado por un aroma mágico. A sus 72 años, la lozanía de su piel asombra. La agilidad de sus dedos al hablar y buscar el gesto adecuado, mesurado y sereno con que apoya sus ideas, descubren su profesión.

Isabel Pilar Martínez Llerena lleva 58 años como despalilladora de tabaco en Placetas, municipio de Villa Clara, y asegura conocer hasta el más mínimo secreto de ese oficio. Sabe seleccionar las hojas por tamaño y calidad, y con las manos las alisa hasta dejarlas como planchadas a vapor.

Su vida ha sido el trabajo. A pesar de la edad dobla la norma y no piensa en la jubilación. «Ahora, después de habérseme concedido un estímulo tan alto como el que recibí hace unos días, el de Heroína del Trabajo de la República de Cuba, no me jubilo», afirma al tiempo que deja ver una leve sonrisa llena de modesto orgullo.

A su fábrica LV14 llegó el 16 de mayo de 1959, después de haber pasado por múltiples escogidas y chinchales que se abrían antes de la Revolución en su pueblo. Las primeras hojas de tabaco que tuvo en sus manos fueron por diversión, pero aquello se volvió obligación. Tenía que ayudar a la numerosa familia, huérfana de padre.

Recuerda que anteriormente con sólo 14 años iniciaba sus jornadas de trabajo a las cuatro de la mañana y llegaba a la casa a las siete de la noche por 60 centavos, de los cuales tenía que sacar el costo de una vela, porque no había corriente eléctrica.

«Es mejor hablar de estos tiempos, de lo bien que nos va a los tabacaleros con tendremos nuestro congreso donde hablaremos sobre las dificultades y avances del sector», señala.

Y sigue contando sobre la alegría de estos últimos días, cree sentir aún los abrazos de reconocimiento y el beso de Frank Ernesto, su nieto de cinco años, cuando llegó con la medalla. Hasta su casa le han enviado flores, los vecinos se sienten parte de su éxito y los amigos de siempre se notan alegres, con una emoción particular, e incluso quienes no la conocían personalmente le brindan cariño y reconocimiento.

Dice sentir algo extraño que cree no merecer. «A mi edad un reconocimiento tal es tanto… imagínense, una despalilladora heroína, ¿dónde se ha visto tal cosa?

Compartir...
Salir de la versión móvil