Heroína nuestra de cada día

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Por: Eduardo Palomares Calderón

Tantas definiciones como el amor, podrían atribuírsele a Carmelina, porque ella misma es amor, más lo que resumen sus 74 años de edad y los 56 de ejemplar bregar en el sector de la alimentación. Ella recibió el título de Heroína del Trabajo de la República de Cuba, que le entregó Fidel el primero de mayo pasado.

Con voz que casi acaricia, esta santiaguera nacida muy próximo a El Cobre me cuenta que fueron 40 años los que laboró en la fábrica de caramelos La Lolita, donde todos le decían que por el olor que tenía impregnado sabían el tipo de caramelo que estaban haciendo.

«Allí comencé en tiempos muy difíciles -dice-, allá por 1941. Para ganar 30 centavos diarios trabajaba desde las 6 de la mañana hasta las 6 de la tarde. No podía coger día de descanso ni vacaciones, y cuidado con que se pusiera dura la masa o quedase virado un papelito en la envoltura, porque el dueño te echaba directo a la calle.

«Pero como usted sabe, con la Revolución cambió todo, y seguí allí hasta 1980, para luego continuar en la dulcería Enramadas y en las panaderías Corazón de oro y El Sol, una trayectoria laboral sin ninguna ausencia.»

A simple vista, resulta casi imposible descifrar, tras su aparente delicado físico, dónde reserva Carmelina Franco Antúnez esa inagotable energía que tras continuas movilizaciones a la caña, el agro y las construcciones le han permitido acumular más de 20 mil horas voluntarias y 16 años como vanguardia nacional.

«Mira -plantea la heroína- el asunto es que no veo cómo agradecerle a Fidel cuánto ha hecho por Cuba. Y así, si las cosas andan mal, me disgusto, pero si el pan sale bueno, bonito, todos me verán cantar detrás del mostrador.»

En los últimos domingos, Carmelina no deja de asistir al trabajo voluntario en la fábrica de conserva La Avispa, para ayudar ante el pico de maduración de algunas frutas, y cada día, durante la venta del pan tiene bien a mano la pequeña alcancía, en la cual con los centavos dejados por los clientes, aspira por segundo año consecutivo a reunir 100 pesos para las MTT.

Pese a sus años, Carmelina acude a un nuevo curso de actualización para dependientas, y al verla entre sus jóvenes colegas, pienso en la continuidad, pues no hay mejor cátedra, para enseñar a las noveles en el oficio, que esa sonrisa y ese encanto, con que en el difícil arte de despachar hoy el pan, cautiva esta heroína nuestra de cada día.

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