Si me preguntaran cómo recuerdo siempre a Camilo Cienfuegos, cómo son las imágenes suyas que más me estremecen, cómo prefiero acercarme a su esencia, diría sin dudar, una y otra vez, que me quedo con con su larga cabellera, con su sombrero alón, con el brillo de sus ojos y la picardía de su mirada – siempre expectante, atrevido, observador – pero más que todo, me quedo con su sonrisa. Continuar leyendo