Imagen convertida en símbolo

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Una imagen, miles de evocaciones, un sinfín de simbolismos, infinidad de certezas…

Así se resume la historia y trascendencia del instante preciso en el cual, aquel 1.º de agosto de 1953 en el Vivac de la ciudad de Santiago de Cuba, Ocaña apretó el obturador de su cámara.

Suerte de premonición de lo que después serían las palabras del joven abogado pronunciadas durante su alegato de autodefensa La historia me absolverá: “Traigo en el corazón las doctrinas del Maestro y en el pensamiento las nobles ideas de todos los hombres que han defendido la libertad de los pueblos”.

La fotografía con Fidel enhiesto y a su espalda la imagen del rostro de José Martí, sintetizan tales verdades.

 

En el Moncada y el Vivac

Ernesto Ocaña Odio (1904-2002) se desempeñaba como fotógrafo de El Diario de Cuba, en la ciudad santiaguera, y desde el ejercicio de su oficio dejó constancia gráfica de numerosos sucesos acontecidos en la urbe oriental: sociales, culturales, políticos… a los que no escaparon, a pesar del riesgo, algunos convulsos y dolorosos, uno de ellos el asesinato de Frank País García.

De esos días difíciles, en los que la dictadura batistiana se ensañaba contra quienes luchaban por la libertad, Ocaña le develó detalles al colega Miguel Ángel Gaínza Chacón.

Gaínza tuvo el privilegio de conocerlo, incluso más, trabajó con él —tiempo antes de que Ernesto Ocaña se jubilara de los trajines fotográficos— en el periódico Sierra Maestra, órgano oficial del Comité Provincial del Partido en la provincia de Santiago de Cuba.

En la entrevista El fotógrafo, la historia y el Moncada, publicada en el mencionado rotativo, Ocaña develó a Gaínza los detalles de aquella foto histórica, y otros relacionados con el asalto al Moncada, como nunca antes lo había hecho.

Volver sobre las líneas escritas por este último es adentrarse en una historia próxima a cumplir 70 años. He aquí el testimonio de Ernesto Ocaña sobre el 26 de julio de 1953 y los días sucesivos:

“Yo sentí los tiros de madrugada, como toda la ciudad, y me fui a la carrera para el periódico. Allí me encontré con el periodista Pablo Milá Ortiz… nos fuimos para el Moncada a ver qué pasaba. Más tarde también vi a la joven y bella periodista y escritora Marta Rojas, quien me dijo que estaba en Santiago porque deseaba hacer una crónica de los fabulosos carnavales que aquí se daban, pero que al ver lo que estaba pasando ya había cambiado de idea.

“Serían como las siete y treinta de la mañana, el tiroteo se mantenía al llegar nosotros al cuartel. Vi soldados muertos y empecé a tirar fotos. Nos metimos en el edificio y caímos presos. Con las manos en alto me condujeron a culatazos y me tumbaron. Me destrozaron la cámara Speed Graphic que yo acababa de comprar (…) En eso llega Chaviano, el jefe del cuartel. Me hubieran matado ahí mismo si él no grita: ¡Respeten a ese hombre que es periodista! (…) entonces nos botaron a Pablito y a mí del cuartel”.

Ocaña evoca cómo en la tarde del propio 26 de julio tuvo que regresar al Moncada pues Chaviano lo había mandado a buscar para saber por qué estaba allí en la mañana. La respuesta denotó el calibre profesional de Ocaña: “Usted lo dijo antes, coronel, soy periodista”.

Estando en el Moncada vio pasar a varios jóvenes detenidos “y casi seguidamente escuchábamos ráfagas de ametralladoras… a unos escasos metros de donde nos encontrábamos los asesinaban… Éramos testigos del crimen”.

De tales atrocidades Ocaña captó unas 12 instantáneas que después de revelar entregó a Panchito Cano, quien había establecido contacto con el director de la revista Bohemia.

Días después de los sucesos del Moncada, el 1.º de agosto de 1953, luego de ser capturado, Fidel fue conducido al Vivac de la ciudad de Santiago de Cuba. Ocaña estuvo allí. Sin saberlo, al apretar el obturador de su cámara y al captar con su lente, en una icónica composición gráfica, a Fidel y a Martí, el fotógrafo estaba haciendo historia. Así recordó aquel instante.

“Al correrse la voz en el Diario de que llevaban a Fidel al Vivac salí corriendo para allá pues trabajaba a solo dos cuadras… Rápidamente me puse a tomar ángulos… Había en aquel joven una personalidad muy fuerte.

“En un momento lo colocaron junto a un cuadro de Martí que había en la pared y le tiré esa foto conocida que ha recorrido el mundo (…) eran el Maestro y su discípulo”.

*Testimonio de Enrique Ocaña Odio tomado de la entrevista El fotógrafo, la historia y el Moncada, del periodista Miguel Ángel Gaínza Chacón .

 

 

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