Desde hacía 10 días cinco milicianos se mantenían vigilantes, protegidos en una trinchera abierta en el diente de perro. En las primeras horas del 17 abril de 1961 junto a ellos se hallaba Ezequiel, un alfabetizador radicado en Santo Tomás, a quien le habían ordenado mantenerse en Playa Larga, ante la posibilidad de que se materializara la invasión mercenaria organizada por Estados Unidos Continuar leyendo