Chile decide entre continuidad o cambio

Chile decide entre continuidad o cambio

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Más de un experto asegura que el balotaje que vive Chile este domingo 19 de diciembre son los comicios más importantes desde el fin de la dictadura en 1990. Se discute la permanencia de un modelo neoliberal excluyente  o una propuesta de mayor compromiso social.

 

 

La primera opción está representada por el ultraderechista José Antonio Kast, del Frente Social Cristiano; mientras que la segunda va de la mano de Gabriel Boric, de la alianza de izquierda Apruebo Dignidad, ganadores de la primera vuelta (21 de noviembre), donde ninguno alcanzó la mitad de los votos exigidos por la ley para declararse ganador (27,91 %, Kast; 25,83 %, Boric).

La abstención, en cambió llegó al 53 % entre los 15 millones de ciudadanos, lo cual justifica la actual incertidumbre de analistas y centros de estudios, que han evitado hacer pronósticos pues el margen de error puede ser muy alto: “Existe una gran masa de indecisos (en torno al 20 %) que no se siente representada por estos dos polos y que, si finalmente acuden a las urnas, pueden definir la elección”, reconocen.

La primera vuelta dejó varias sorpresas. Una de ellas fue el tercer lugar de Franco Parisi, quien se radicó en los EE. UU. para evadir la orden de arraigo que le espera en Chile por no pagar la pensión alimenticia que corresponde a sus hijos. A pesar de ello, consiguió casi un 13 % de los votos, dejando detrás al  candidato de Chile Vamos (Sebastián Sichel) y a la del Partido Demócrata Cristiano (Yasna Provoste), fuerzas políticas que hasta ahora habían sido dominantes.

Otro resultado inesperado fue que en los comicios parlamentarios efectuados ese 21 de noviembre, los representantes de los partidos de derecha terminaron por controlar la mitad del Senado, algo que sucede por primera vez desde el retorno a la democracia: “A partir de marzo de 2022 veremos a una derecha con un bloque sólido en el Parlamento, pues se trata de un sector pragmático que si tiene que unirse, lo hará sin complejos”, dijo a El País el analista político René Jofré.

Sorprendente también fue la obtención de 2 escaños de senadores por el Partido Comunista, algo que no sucedía desde el Gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende. Ingresó además un senador del Partido Republicano de Kast, nuevo en este espacio legislativo; y Fabiola Campillai, una de las víctimas de la represión durante las protestas del 2019, que en su caso le costó quedarse ciega. Fabiola se postuló como independiente, con un fuerte discurso de izquierda.

“Sea quien sea elegido presidente el 19 de diciembre, tendrá que negociar y transar mucho en el Congreso. Nadie puede llevarse la pelota para la casa”, declaró a la prensa local Daniel Mansuy, investigador del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES).


¿Qué hay detrás de las opciones que llegaron a la segunda vuelta?

Los alemanes Olga Rist Hagspiel y Michael Kast Schindele (teniente del ejército en la Segunda Guerra Mundial y miembro del partido nazi, según confirmó una reciente investigación de AP) arribaron a Chile en 1950. Se asentaron en Paine, ciudad rural a una hora de Santiago, donde años después la reforma agraria impulsada por el presidente Salvador Allende, asesinado en 1973, cobró gran fuerza, simpatías que saldaron con sangre los militares tras el Golde de Estado, hechos sobre los que se ha tendido un manto de silencio y complicidad que podría incluir a la familia Kast.

El hallazgo en el Archivo Federal de Alemania de la cédula que certifica el ingreso voluntario de Michael al Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP, por sus siglas en alemán), contradice la versión que hasta ahora contaba su hijo, el candidato José Antonio Kast, de que su padre era apenas un joven recluta nazi.

Su origen alemán hace aún más descarnada su propuesta de construir una “zanja” al norte de Chile para obstaculizar la llegada de personas de otras partes del mundo. Tampoco le ayudan los vínculos de su familia con Pinochet. Su hermano Miguel, por ejemplo, ocupó importantes cargos durante la dictadura, entre ellos ministro del Trabajo y Protección Social, así como presidente del Banco Central de Chile.

Consta que en el referendo de 1988 que sacó a Pinochet del poder, Kast votó por la continuidad del dictador. Y durante la campaña en las elecciones del 2017, donde obtuvo el 8 % de los votos, declaró que “Si estuviera vivo, votaría por mí. Ahora, si me hubiese juntado con él, nos habríamos tomado un tecito en La Moneda”.

En su plataforma política, Kast minimiza las demandas de las comunidades indígenas, queda en combatir la ideología de género y promete proveer métodos naturales de anticoncepción, así como involucrar a las iglesias cristianas en el tratamiento a la adicción al alcohol y las drogas. Además “cuestiona el globalismo y ve a las Naciones Unidas como una herramienta de la izquierda, a menudo culpándola del problema migratorio de Chile. Promete retirar a Chile del Consejo de Derechos Humanos de la ONU”.

En la primera vuelta consiguió un respaldo holgado en gran parte del sur, sobre todo en la Araucanía, región azotada por la violencia que desde fines de los noventa enfrenta al pueblo mapuche con el Estado chileno.

La carta de triunfo de Kast  es el miedo, por eso insiste en su lema de orden y paz, y en tener mano dura contra la delincuencia, el narcotráfico y el terrorismo: ‘el caos o yo’.

La opción de Gabriel Boric, de 35 años, por su parte, se impuso en primera vuelta en cuatro de los 16 territorios (una de ellas la Región Metropolitana de Santiago, donde viven siete de los 19 millones de habitantes del país).

El joven estudió leyes, proviene de una familia de inmigrantes, croatas, quienes viajaron a la región más austral del mundo (Magallanes)  a fines del siglo XIX seducidos por la fiebre del oro. Apareció en la palestra pública en 2011 como parte de las luchas que reclamaban educación gratuita, libre y de calidad, Actualmente es diputado por la Región de Magallanes y la Antártica Chilena, y llegó a la primera vuelta de las presidenciales con el Frente Amplio, que en alianza con el Partido Comunista, alcanzó un triunfo sólido en los principales núcleos urbanos de Chile.

Gabriel ha defendido una plataforma electoral en la que se reconoce feminista, ecologista, antirracista, y estar a favor de la participación popular y descentralizada. Enarbola la bandera del cambio que pide a gritos la sociedad chilena, aunque debe convencer que es viable su propuesta de paz, seguridad y justicia social.

Su lema es «Sumando para un nuevo Chile», mientras que su programa lleva por título «Programa para el Nuevo Chile: Cambios para vivir mejor», cuyos ejes principales actúan sobre los sistemas tributarios, de salud, de pensiones y educación.

Desde hace tres días rige en Chile la veda electoral. No se pueden difundir encuestas, ni hacer vaticinios tendenciosos acerca del resultado de estos comicios. Los candidatos tienen prohibido convocar públicamente a que se vote por una u otra opción. Las Fuerzas Armadas han tomado el control de seguridad de las escuelas y centros de votación para permitir que el Servicio Electoral despliegue el operativo e instale las cerca de 46 mil mesas de sufragios.

Silencio, Chile hablará.

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