¿Y el arroz que se nos pierde?

¿Y el arroz que se nos pierde?

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Para Milagros los fines de mes son un dolor de cabeza. En esas fechas siempre se vuelve artista y hace malabares para estirar el arroz, porque eso de comer sin él en casa no va. Así que de vez en cuando tira de los ahorros intocables y compra unas libritas extras en el mercado negro con valores entre los $35.00 y $45.00 pesos.

 

El empleo de modernas máquinas para la siembra y trasplante de arroz, donadas por Japón, son elementos que incentivan la producción en Camagüey. Foto: Leandro Armando Pérez Pérez

Para esta camagüeyana, como para muchos otros, son inconcebibles los altos precios que ha alcanzado el cereal, sobre todo en tierras donde este se siembra. Pero, ¿qué ha sucedido con la producción de arroz?

La decadencia del arroz

La Empresa Agroindustrial de Granos Ruta Invasora, en Camagüey es de las mayores productoras del cereal en el país y en el 2018 produjo unas 100 mil toneladas de arroz cáscara húmedo, un récord.

Sin embargo, luego de esto las cifras mermaron. El 2019 transcurrió lleno de complejidades y el 2020, para colmo, trajo consigo la presencia de la Covid-19, un virus que afectó los procesos de importación y exportación.

Desde entonces, esa empresa ha tenido que lidiar con la carencia de partes y piezas para la reparación de sus equipos y con las limitaciones en la importación del paquete tecnológico necesario.

 

“El arroz, explica el director de la entidad, Michel Ballate Camejo, es un cultivo que para mostrar rendimientos aceptables necesita un paquete tecnológico bastante completo. Se requiere de pesticidas en todos los espectros, de fertilizantes y eso nos ha faltado».

 

“Además, cuando hemos contado con ellos no han llegado en tiempo, lo que nos afecta igualmente, porque en las distintas fases del cultivo la demanda biológica varía y las necesidades son muy específicas”.

Para palear estas carencias los arroceros camagüeyanos, como acota Ballate Camejo, se han auxiliado de productos biológicos y biopreparados, “pero el arroz requiere de más”.

Con estas dificultades comenzaron el 2021, al cual se le añadieron incertidumbres con los precios y pagos de servicios. Como referencia el texto “Más cálculos que arroz sobre la mesa”, publicado en el periódico Adelante el 2 de marzo del 2021, los altísimos precios que llegaron con la Tarea Ordenamiento –los cuales elevaron el costo de los servicios de preparación de tierra, el agua, el combustible, los productos químicos– serían otros inconvenientes.

Luego de quejas y diálogos, ya para el mes de abril, desde la dirección nacional de la División Tecnológica de Arroz del Grupo Empresarial Agrícola, se supo que incrementó el precio del quintal de arroz cáscara húmedo de $250.00 pesos a $318.00, se realizó una nueva ficha de costo, la cual disminuyó por hectárea, y se eliminó el cobro de los gastos de agua y electricidad a las cooperativas.

Pero, aun así, cumplir planes parece película de terror. Y es que a los problemas para producirlo se une otra batalla: la protección de cada grano.

“Desde algunas CCS, apunta Ballate Camejo, se ha detectado el desvío de las producciones, algo que debemos detener. Los mecanismos legales para controlar esto existen, pero hace falta que más entidades se imbriquen y establecer un mayor control. Porque, aunque este no sea un problema exclusivo del arroz, suele suceder en otras producciones agropecuarias, es algo que se puede ir de las manos gracias al precio leonino del mercado informal, el cual lo incentiva”.

La batalla es compleja y necesita de inteligencia y de la creación de mecanismos –quizás similares a los que permiten la venta de carne y leche– que resulten atractivos al productor, para que el grano no se pierda.

¿Y el futuro?

A pesar de las dificultades que presenta la producción, las esperanzas de los más de dos mil 400 trabajadores de Ruta Invasora, de retomar los altos niveles productivos, no disminuyen.

 

Para Michel Ballate Camejo varios son los elementos que se requieren para apoyar la producción de arroz, pero, para evitar la pérdida del mismo por la izquierda, hay que dignificar a los productores y crear alianzas. Foto: Leandro Armando Pérez Pérez

Como explicó Ballate Camejo, “el programa arrocero en la provincia es un proceso monolítico, que permite que se puedan materializar las investigaciones.

 

“En estos momentos estudiamos cinco variedades del cultivo procedentes de Vietnam, las cuales resultan atractivas, pues son de ciclos cortos y consumen menos agua, uno de los factores limitantes del programa en la provincia”.

 

Camagüey cuenta con uno de los fondos de tierra cultivables más grande del país, con alrededor de 34 mil hectáreas para el cultivo del arroz. No obstante, debido a la carencia de agua solo se utilizan unas 25 mil.

Por eso es tan urgente sembrar variantes, como las que se estudian, que consuman menos líquido, se adapten al ecosistema y presenten un mayor potencial productivo.

Otra problemática que pudiera cambiar es el estado tecnológico de las unidades. Y es que, con la partida del fondo para el fomento agropecuario, el cual destinará al arroz unos 150 millones de pesos, se podrán capitalizar las bases productivas.

En lo que llegan los recursos, los arroceros buscan respuestas inmediatas que permitan el salto productivo que se necesita. A la mesa el arroz no llega solo, por lo que son muchos los eslabones a apuntalar para que no se nos pierda el arroz.

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2 comentarios en ¿Y el arroz que se nos pierde?

  1. Veo estas noticias sobre arroz y dificultades de insumo . Leo otras de países que tienen tradición de siembra milenaria . Por que no aprender de ellos que Hasta peces utilizan para evitar plagas y retribuir fertilizantes propios que generan peces . La utilización de patos etc . Veo que la producion sólo sigue una guía técnica . No hay ciencia en su sembrar cotidiano.

    • Hola gracias por su sugerencia. Tiene razón en cuanto a la necesidad de tomar experiencias foráneas y adapatarlas a nuestras producciones para ver si son más eficientes, pero no se puede afirmar que no se aplica ciencia cuando existen muchos científicos creando, por ejemplo, biopreparados para proteger el cultivo.

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