Con Filo: A la escuela hay que volver puntual

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No serán exactamente los dos años de vacaciones que dieron título a una célebre novela de Julio Verne, pero la realidad de nuestros últimos cursos escolares podría emular en grado de dificultad con la saga de aquella aventura juvenil.

 

 

Estudiantes de todas las enseñanzas tal vez les contarán en un futuro a sus descendientes cómo fue estar tanto tiempo lejos de las aulas en su niñez o adolescencia, en esta discontinuidad que provocó la pandemia de Covid-19.

Cierto es que las clases no pararon del todo, y a través de la televisión y otras vías de comunicación hubo un gran esfuerzo por mantener lo esencial de los programas docentes.

Pero no es lo mismo. Y lo sabemos. Ahora comienza otro proceso de regreso al ámbito escolar, cuyo diseño guarda relación con dos variables fundamentales: la campaña de vacunación masiva para nuestros infantes, y la evolución de la situación epidemiológica en el país.

Lo más importante resulta la gradualidad que conlleva este proceso, el cual ya arrancó con otra nueva parrilla de clases televisivas, simultánea con el avance en la aplicación de las vacunas cubanas contra la Covid-19, y a la que seguirá después hacia finales del año, la tan esperada vuelta a las aulas.

La flexibilidad es lo más destacable de esa programación para dar continuidad al curso escolar. Resulta positivo que exista un marco o periodo de tiempo más probable para ese retorno a la docencia presencial, y también la puerta abierta para adecuar ese retorno a las posibilidades reales que presente cada municipio o territorio.

Lo cierto es que ya estudiantes y profesores necesitan esa reincorporación paulatina a sus rutinas escolares. Habrá que sopesar mucho hacia el futuro todas las consecuencias que esta etapa tan difícil implica para la educación en las distintas enseñanzas.

Tanto en lo colectivo como en lo individual, el regreso a clases requerirá un esfuerzo adicional para cada niña o niño, adolescente y joven, y también para sus padres o tutores.

Basta fijarnos en los menores de edad que rondan en cualquiera de nuestras familias y comunidades, para entender la dificultad que podría llegar a representar esa próxima reincorporación. ¿Cómo será asumir otra vez hábitos de vida, horarios de estudio, interacciones sociales más amplias que las de estos dos últimos años casi sin ir a la escuela? ¿De qué forma el profesorado sorteará el reto de los desbalances en el aprendizaje que sin duda pueden derivar de esta prolongada época de educación a distancia? ¿Cuáles serán las medidas preventivas que continuarán en vigor para el ámbito docente, incluso después de la vacunación masiva de profesores y estudiantes?

Son preguntas cuyas respuestas habrá que construir en colectivo, desde la experiencia y la ciencia pedagógica, pero también con el aporte de las familias y del resto de la sociedad.

Por el momento, hay mucha alegría y tranquilidad por el modo organizado en que estudiantes de cada nivel, en cada escuela, comienzan a recibir las orientaciones para acudir a vacunarse. Ese ambiente positivo hay que aprovecharlo también en la motivación hacia las clases y la ya más cercana reincorporación al aula.

Parafraseando aquella vieja canción infantil que tanto tarareáramos, ahora debemos decir que a la escuela también… hay que volver puntual.

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