¿Quién no ha sufrido de bursitis?

¿Quién no ha sufrido de bursitis?

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Por Miguel R. González Corona (Especialista en Ortopedia, Medicina Física y Rehabilitación)

En cada articulación existe una bolsa hecha a la medida, llena de un fluido denominado líquido sinovial, que amortigua los movimientos, ayuda a disminuir la fricción e irritación, y facilita que las articulaciones se muevan más fácilmente.  Existen más de 150 bolsas en el cuerpo, situadas entre el hueso y los músculos, entre los tendones y debajo de la piel.

 

 

 

La bursitis sobreviene cuando una de ellas se inflama, y esto causa dolor e incomodidad. El dolor puede aumentar lentamente o ser instantáneo y severo, especialmente cuando hay también depósitos de calcio.

¿Dónde ocurre? Hay ciertas articulaciones que se afectan con más frecuencia: hombros, codos, rodillas y pies; asimismo son susceptibles de padecerlas las bolsas que están cerca de las caderas, particularmente en las partes laterales (por ejemplo, las ubicadas sobre el hueso trocánter, lo que ocasiona la trocanteritis) y las de las nalgas, afectadas por la presión de estar sentados por tiempo prolongado en asientos no cómodos.

En la mayoría de los casos, la bursitis se origina por pequeños traumas repetitivos en la zona, o por una lesión más severa y rápida. Su origen común es el sobreuso, el estrés o un trauma directo en la articulación, específicamente cuando hay una presión prolongada al estar de rodillas; y puede ocasionarla además una infección, artritis, o la gota (aumento del acido úrico).

Aunque muchas veces la causa es desconocida, esta afección generalmente ocurre por las actividades de trabajo o de juego que motivan sobreuso o lesión de las zonas de las articulaciones, por ejemplo: jardinería, carpintería, rastrillar, trabajar con la pala, pintar, cepillar, deportes (tenis, golf, tirar la pelota, etcétera), una postura incorrecta u otras enfermedades como psoriasis y trastornos de la glándula del tiroides, o reacciones secundarias a medicamentos.

 

Bursitis en el codo

 

El epicóndilo es el área donde los músculos del antebrazo se unen al hueso lateral del codo. El uso excesivo de estos músculos, ocurre frecuentemente en deportes como el tenis, el pítcher en la pelota y en las labores antes mencionadas donde se ejecutan una extensión o rotación forzadas de la muñeca o la mano.

 

Estas agresiones son la causa de la epicondilitis caracterizada por dolor intenso, que se transmite muchas veces por el antebrazo hasta la muñeca o mano con pérdida de la fuerza a tal extremo que se le caen los objetos y en ocasiones se producen accidentes de consideración; su cronicidad provoca que un pelotero (pítcher) no pueda continuar en ese deporte.

Se produce en el hombro por inflamación de la bolsa que se encuentra entre el extremo de la clavícula y el músculo deltoides, con dolor intenso cuando los movimientos obligan mantener el brazo pegado al tórax, e impide el sueño por no encontrar una posición cómoda. Como consecuencia, en días posteriores, la pérdida de la fuerza de los músculos del hombro ocasiona lo que se conoce en medicina como hombro congelado.

La tendinitis, dolor intenso provocado por la inflamación del tendón del músculo bíceps en el hombro, se extiende por todo el brazo hasta el codo con dolor en el epicóndilo que compromete la bolsa a este nivel.

Los cirujanos ortopédicos utilizan una variedad de exámenes para diagnosticar la causa de las lesiones o condiciones que afectan el sistema muscular y esquelético, y luego utilizan los resultados para elegir el tratamiento adecuado. El médico, con solo mirar a un paciente portador de una bursitis o de una tendinitis ya sabe lo que le aqueja.

 

¿Cómo se trata la bursitis?

 Son objetivos del tratamiento la reducción del dolor y la inflamación, preservar la movilidad, y prevenir la invalidez y reaparición de la enfermedad. Para esto se incluye una combinación de descanso y aplicación de frío por medio de bolsas y días después es recomendada la combinación de fomentos fríos y de calor tibio. Cuando el dolor es muy intenso, puede hacer falta la aplicación de inyecciones intrarticulares, realizadas solo por un médico especialista las cuales actúan rápidamente para reducir la inflamación y el dolor.

La fisioterapia incluye movimientos en dependencia del estado evolutivo de la enfermedad para mejorar la movilidad. Los policlínicos cuentan con módulos de aparatos como campo magnéticos de baja frecuencia, de alta frecuencia de onda corta, microondas, rayo láser, ultrasonidos, y corrientes de diferentes tipos suficientes para mejorar o curar. Si no hay una respuesta favorable por los medios terapéuticos conservadores, entonces es necesario utilizar las técnicas quirúrgicas apropiadas a cada paciente.

 

¿Cuándo buscar consejo médico inmediato?

 Siempre que haya calor local, enrojecimiento de la piel o fiebre, o ante cualesquiera de estas señales o síntomas:

 

1.- Dolor que afecta las actividades diarias, o que no mejoran con cosas simples que puede hacer uno mismo.

2.- Si hay recaídas.

3.- Si la persona padece otras enfermedades que pueden aumentar el riesgo de infección, o está tomando medicamentos como por ejemplo, los corticoesteroides o los inmunosupresores.

 

¿Cómo prevenir la bursitis?

Debido a que muchos de estos procesos están causados por el sobreuso, el mejor tratamiento es la prevención. Es muy importante evitar las actividades que causan el problema. Si existen otras condiciones, como diferencias en el tamaño de las piernas, mala postura, o mala técnica en los deportes o en el trabajo, deben ser corregidos. Algunas posiciones, como por ejemplo, estar sentado o de rodillas, pueden aumentar la presión de las articulaciones en grado significativo.

 

Aplique estas reglas básicas:

  1. a) Si practica ejercicios empiece lentamente, y haga más y más cada vez para subir su nivel de actividad.
  2. b) Use fuerzas limitadas y restrinja las repeticiones.
  3. c) Si siente cualquier dolor anormal, consulte con su médico.
  4. d) Use cojines o almohadas para reducir las presiones cuando esté sentado.
  5. e) Use rodilleras cuando vaya a estar arrodillado por mucho tiempo.

 

Una vez que la inflamación ha sido controlada, se prescribirá un programa de ejercicios de estiramiento y fortalecimiento, que debe cumplirse para conseguir resultados duraderos.

Al comienzo del programa de fortalecimiento puede beneficiar la aplicación de hielo sobre el hombro después de los ejercicios. Los ejercicios de estiramiento se realizan antes que los de fuerza para calentar y distender los músculos del hombro.

Realice los siguientes ejercicios al menos en cuatro sesiones semanales, preferiblemente a diario, con días de descanso ocasionales y sin provocar dolor:

 

Ejercicio 1: Con la mano sujetando una pesa (con el pulgar hacia abajo), eleve el brazo extendido hasta un ángulo de 45º o hasta donde el dolor lo permita. Estiramiento: Coloque el brazo enfermo sobre la cabeza, con la mano extendida hacia la parte posterior del hombro contrario. Lentamente lleve el codo doblado hacia atrás.

 

 

 

Ejercicio 2: Este ejercicio puede realizarse de pie o acostado sobre el lado doloroso con pesos (ver el dibujo inferior). Comience con varias repeticiones de movimientos lentos y progrese con más peso. Estiramiento Lleve la mano del brazo adolorido al hombro opuesto. Adelante el hombro ligeramente. Se debe experimentar un cierto estiramiento en el hombro afectado.

 

 

Ejercicio 3: Acostado en una mesa con el codo en el borde y la mano colgando, con un peso en la mano. Levante el peso paralelo al suelo hasta el nivel de la mesa o de la cabeza (mantenga la espalda plana, sin arquearla). Eleve el codo en dirección al techo de manera que se aproximen los omóplatos. Comience con un peso pequeño y aumente progresivamente.

 

 

Recuerde: el ejercicio debe ser lento y controlado.

 

Este trabajo fue publicado originalmente en Trabajadores el 24 de noviembre del 2008

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