Idalis Ortiz, diosa en primera persona

Idalis Ortiz, diosa en primera persona

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Tokio.- Idalis Ortiz es la cubana que logró despertar a más personas este 30 de julio en nuestro país. Verla competir fue una motivación especial, aunque no supiéramos de ippones, wazaris o shidos. Solo importaba que era la nuestra, la esperanza de un primer oro en estos Juegos Olímpicos, la de la sonrisa contagiosa encima de un tatami, la imprescindible y siempre diosa cuando se trata de sueños conquistados y esperanzas posibles.

Idalys Ortiz de Cuba recibe la medalla de plata en la división de más 78 kg del torneo de judo, en ceremonia realizada en el Nippon Budokan, durante los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, en la capital de Japón, el 30 de julio de 2021. FOTO ACN/ Roberto Morejón, periódico Jit, Inder/m
Idalys Ortiz de Cuba recibe la medalla de plata en la división de más 78 kg del torneo de judo, en ceremonia realizada en el Nippon Budokan. FOTO ACN/ Roberto Morejón

Debió ser quizás la abanderada de nuestra delegación aquí junto a Mijaín por su historia y respeto a lo hecho, pero tamaño gazapo no la venció. Como tampoco pudo la Covid-19 que padeció a principios del 2021, la muerte de su padre Santo Feliberto Ortiz Ramos el pasado noviembre, los apenas dos meses y medio de preparación o la responsabilidad de no dejar a su deporte sin medallas desde la cita de Montreal 1976.

Han sido muchos los calificativos para su plata olímpica, cuarta en este concierto de los cinco aros. Sin embargo, nada mejor que el testimonio en primera persona de una mujer que soñó con ser veterinaria y acabó amando a sus mascotas con el mismo cariño que se entrega a todo lo que se ha propuesto en la vida. Esta es la Idalis que conozco y hoy revelo.

“Las mujeres en este deporte hemos demostrado que detrás de cada campeona o simplemente de cada practicante que entró a un tatami hay muchas historias por contar, tal y como las tienen nuestros antecesores del sexo masculino.

“Empecé el judo en un pequeño gimnasio del municipio Candelaria, en la provincia de Pinar del Río. Tenía 9 años y el primer entrenador Miguel Chamizo fue claro al explicarme en qué consistía este deporte: “mucha disciplina, mucho esfuerzo, mucho entrenamiento y un comportamiento ético ante la vida”. Y al final resumió: “en lo deportivo, se trata de proyectar a la gente y que no te tiren a ti”. Ambas cosas las he seguido al pie de la letra.

“Tras aprender a romper caídas y algunas técnicas gané una competencia municipal al mes de haber llegado al gimnasio, pero no había concientizado que podía ser una gran deportista. Eso llegaría tiempo después cuando fui invitada a un tope con el equipo nacional que dirigía entonces el profesor Ronaldo Veitía. Era viernes y tenía 14 años. Había ganado el campeonato nacional juvenil.

“El profesor Veitía me preguntó sin rodeos: ¿trajiste kimono? Y ahí mismo me puso a combatir. Mi hermana, que me acompañaba estaba nerviosa y me decía: “Idalis, ¿tú quieres estar aquí seguro?, vámonos, que esas mujeres están muy fuertes”. Al otro día ella regresaría a traerme ropas, pues la niña se quedó en el equipo nacional y desde entonces solo he vuelto a la casa solo de visita o vacaciones. Han pasado 17 años desde entonces.

“Luego vendría el estreno internacional en el torneo Villa del París, en Francia, en una fecha que recuerdo como si fuera hoy: 12 febrero del 2006. Allí perdí el primer combate ante una búlgara. Lo asumí tranquila, aunque nunca más he perdido una primera pelea.

“Crecí como mujer, deportista y judoca. Llegaría la primera medalla olímpica en Beijing 2008 (bronce) y luego ocho medallas mundiales, incluidos los oros del 2013 y 2014. Como si fuera poco, disfruté al máximo la corona olímpica de Londres 2012 y una plata también brillante en Río de Janeiro 2016.

“El judo femenino en Cuba ha sido una escuela de valores humanos y cada una de las adolescentes, casi niñas, que llegamos a la elite mundial, recordamos que al principio nuestros padres y algunas personas en la sociedad no comprendían este deporte, que ayuda a romper barreras, que nos hace sentirnos más libres y también más sanos física y espiritualmente.

“Gracias a nuestro ejemplo y al de muchas entrenadoras, los padres han ido entendido que las mujeres podemos participar en los deportes de combate, específicamente en judo, y no dejamos de ser bellas, a quienes nos gusta también la música, el baile, que nos regalen una flor o sentir el amor por nuestra pareja.

“Hay dos anécdotas personales del 2012 que me marcaron mucho mi vida y quisiera compartirlas finalmente. En los Juegos Olímpicos de Londres, donde gané la medalla de oro, la decisión fue por hantei en regla de oro. Estaba tranquila cuando terminó el tiempo reglamentario, pero el árbitro del centro del tatami era una mujer y me sonrió. Interpreté que quería decirme: lo has hecho bien, pero desconocía qué pensaban los otros dos árbitros. Confiaba que había dado lo mejor de mí y debía merecer la victoria. Pero ese gesto de mujer no lo olvido nunca. Segundos más tarde fue unánime la votación y me hice campeona olímpica.

“Muy ligado a lo anterior estuvo que viendo esa pelea mía en Cuba una persona se infartó y hubo que hospitalizarlo. Cuando regresé a mi país fui visitarlo al hospital y luego a su casa, pues por suerte, todo pasó, fue solo la emoción y sobrevivió al infarto. Hoy somos grandes vecinos y amigos.  “Esta es la Idalis Ortiz más auténtica, cubana y feliz, gracias a lo que me ha proporcionado el judo”.

 

Acerca del autor

Máster en Ciencias de la Comunicación. Subdirector Editorial del Periódico Trabajadores desde el 2019. Editor-jefe de la Redacción Deportiva desde 2007. Ha participado en coberturas periodísticas de Juegos Centroamericanos y del Caribe, Juegos Panamericanos, Juegos Olímpicos, Copa Intercontinental de Béisbol, Clásico Mundial de Béisbol, Campeonatos Mundiales de Judo, entre otras. Profesor del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, en La Habana, Cuba.

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