Gato por liebre: entre la manipulación ajena y las insuficiencias propias

Gato por liebre: entre la manipulación ajena y las insuficiencias propias

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La historia es permanente terreno de confrontación ideológica. El relato que se construye sobre el pasado resulta un arma de primer orden en los debates que marcan la contemporaneidad. Se busca encontrar en lo acaecido plataformas de legitimación para los proyectos de acción política presentes y futuros. La batalla del hoy y del mañana se libra también en el ayer.

Cuba antes del triunfo revolucionario del 1ro de Enero de 1959.
Cuba antes del triunfo revolucionario del 1ro de Enero de 1959.

Las revoluciones son procesos especialmente favorables para que afloren, con toda su fuerza, las pugnas por hegemonizar la narración que se construye en torno al decurso histórico. De forma natural aparecen dos posiciones. De un lado, el poder revolucionario impugna al antiguo régimen derrotado y lo presenta como expresión de todos los males; del otro, las fuerzas desplazadas de su posición dominante modelan una representación del pasado tendente a definirlo como un paraíso lamentablemente perdido. Ambas visiones están marcadas por los excesos, lo cual provoca que –en más de un sentido– resulten contraproducentes para las tendencias que las aúpan. La ausencia de matices le resta solidez a los dos esfuerzos intelectivos.

La actualidad cubana se erige como expresión de los tópicos esbozados. En el esfuerzo por demonizar a la Revolución se ha estructurado –a partir de resortes comunicativos de probada eficacia–  una campaña de exaltación del escenario pre revolucionario. De forma especial, se insiste en la presentación de la “rutilante Cuba” de los años cincuenta, la cual se asume como “evidencia incuestionable” de la “senda de progreso” que transitaba la Isla antes de la “nefasta” irrupción de los barbudos. De tal suerte, el proceso triunfante el 1ro de enero de 1959 adquiere la condición de “lamentable accidente histórico”, responsable de las penurias del pueblo cubano.

Por diversas vías, en especial los múltiples caminos que abren las redes sociales, aparece ante los ojos de la ciudadanía un país definido por los rascacielos de El Vedado, el glamour de la noche habanera y las dinámicas de consumo –a la americana– de un segmento de la población. No queda entonces más que suspirar por todo aquello que nos fue arrebatado.

De manera puntual, son los jóvenes el principal objetivo de esta campaña. Se pretende despertar en ellos una especie de nostalgia inducida que los lleve al sin sentido de añorar aquello que no vivieron. A partir de la existencia objetiva de aspiraciones no cristalizadas, se vende la idea de que en el mundo de ayer existían las vías para la consumación de los sueños. La derivación práctica de esta lógica discursiva de intención movilizadora es obvia. El futuro mejor que se añora está en el pasado.

Desmontar el paraíso pre revolucionario no constituye una tarea extraordinariamente ardua. Las fuentes para hacerlo son accesibles. Una mirada sensata a estas brinda las claves para resistir frente al discurso manipulador. Más allá de los matices derivados de la especificidad de los posicionamientos políticos, puede afirmarse que los actores de la sociedad civil de la década del cincuenta coincidieron en resaltar los componentes esenciales de la crisis cubana. El capitalismo subdesarrollado y dependiente imperante en la Isla fue interpelado por todo el espectro ideológico insular e incluso por los círculos de poder estadounidenses. El Informe Truslow, el Censo de 1953, La Historia me Absolverá y la Encuesta de la Asociación Católica Universitaria de 1957 son solo algunas expresiones que permiten tomar distancia de la visión arcádica de la Cuba neocolonial que algunos sostienen. La estructural deformación de nuestra economía y sus correlatos sociales –esos materializados en la existencia de barrios marginales como Las Yaguas y representados magistralmente en los dilemas de la familia cubana recreada por Virgilio Piñera en su célebre Aire Frío–  cobran vida en multitud de materiales de diverso signo. Asimismo, sumergirnos en las fuentes primarias de los cincuenta nos lleva a interactuar con un país definido por el descalabro del nacional-reformismo, la ruptura del orden constitucional tras el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, la violencia institucionalizada, el fracaso de la política económica del batistato y la corrupción ascendente.

Ahora bien, el arraigo del discurso manipulador no ancla –en exclusiva– en la habilidad de este para presentarse como relato atractivo. Buena parte de la responsabilidad radica en la incapacidad de las fuerzas defensoras del socialismo cubano para contar con coherencia la historia que hasta aquí nos ha conducido. En muchas oportunidades se presenta un relato plano del pasado, ajeno a los matices y a la problematización. Se recurre al discurso simplista y a la repetición mecánica. Se subestima el peso de lo emotivo y se desconocen las más elementales reglas de la comunicación. Esto ocurre en la formación escolar, pero también en los canales diversos que existen en la sociedad para la divulgación de los contenidos históricos. Si no logramos contar la historia a plenitud, alejarnos del maniqueísmo amante de las representaciones binarias y aprovechar fórmulas comunicativas renovadas para presentarles nuestra verdad a los públicos –en especial a esos jóvenes ávidos de nuevos enfoques– seremos cómplices del enraizamiento de una visión del pasado profundamente conservadora, funcional a la restauración del capitalismo.

Asimismo, conviene entender de una vez y por todas que no es el discursivo el único ámbito donde se dirime esta batalla. La nostalgia inducida tiene como aliadas de primer orden a las insuficiencias de nuestra realidad. Las cosas que no marchan bien en la Cuba de hoy abonan los discursos de exaltación a lo que fue. Todo aquello en lo que somos superiores deviene valladar frente a los intentos de exhibir con tintes rosáceos el ayer. A nadie se le ocurre añorar el sistema de salud pública que nos dejó la república burguesa, pues –con todos los defectos que ahora podrían listarse– el contemporáneo resulta extraordinariamente mejor. Desmontar la manipulación que se promueve sobre nuestra historia pasa también por construir un país capaz garantizar – ¡en el presente! – las expectativas de prosperidad de la ciudadanía y con ello dotar a esta de la confianza necesaria para enfrentar los retos que siempre depara el futuro.

Cada día insisten en vendernos gato por libre. Toca a los que apostamos por el socialismo estar claros de la operación en marcha e implementar la estrategia de contención. Esta solo cumplirá sus propósitos si logramos –entre todos– renovar nuestra manera de dialogar con el pasado, romper con los obsoletos esquemas comunicativos que nos condenan al fracaso y modelar, en el fragor de la práctica cotidiana, una Cuba que se parezca más a la que soñamos.

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5 comentarios en Gato por liebre: entre la manipulación ajena y las insuficiencias propias

  1. Estos artículos son temas a llevar en el debate continuo para ha aquellos que enajenados, ajenos o sordos e ignorantes que son los que más sufren esas nostalgias que tratan de infundir en aquellos que no conocieron o no han leído de esos temas de antaño.

  2. Concuerdo plenamente con la línea del artículo. Pero podemos compararlo hoy mismo. Aquellos que hoy acrecientan su patrimonio expoliando las necesidades del pueblo trabajador, son la representación miniaturizada de los grandes explotadores de ayer. Y realmente insulta a un pueblo que hoy tiene una cultura y una educación muy superior y por tanto puede analizar y comparar con mejores herramientas. Por eso somos hoy más fuertes que ayer. Los flamantes defensores de esos tiempos viven muy cómodamente allende los mares, en lujosas residencias, del dinero, que sin generar riquezas con el trabajo, les sumnistra la maquinaria, oxidada y anquilosada, de un gobierno que ni siquiera habla español. Y los de acá, con su mentalidad de mercenarios baratos, son incapaces de comprender que los están explotando también, pues los exponen a la ira popular de un pueblo que sabe muy bién lo que quiere, por cuatro miserables pesos. Y cuando no los necesiten más, ni siquiera se acordarán de ellos y buscarán nuevos genuflexos.

  3. Los que trabajamos con, o leemos porque nos gusta, aspectos históricos cubanos nos damos cuenta como la manipulación de los elementos que nos muestra el enemigo esta dada mayormente en el llamado «boom» de mediados de los 50 en el régimen de Batista y muy pocos de otras épocas. Con el enfoque de hablar de La Habana y en especial del Vedado no se habla del resto del país. Ese florecimiento de las construcciones modernas de no cuidar el patrimonio histórico, de querer tapar con edificios modernos las construcciones coloniales de La Habana Vieja y de llenar la linea costera de burdeles, garitos, y hoteles casinos era la base de todo el llamado desarrollo; pero debemos enseñarlo correctamente en las escuelas sin didactismos inútiles y estériles, con medios asequibles a los jóvenes de hoy teniendo en cuenta que ponernos a comparar una etapa con otra,seria una forma pero no la única forma, ya no estamos en los 60 del siglo XX donde todo eso era mas entendible porque muchos lo vivieron, hoy la escuela gratuita y la salud son derechos ganados y para las nuevas generaciones desde aquella época son cosas normales. Debemos elevarnos a las nuevas generaciones y a los nuevos tiempos y hablar su idioma, con su tecnología, si queremos ser mas comprendidos. saludos.

  4. El sólo hecho, y no el único, de extinguir la lacra de la prostitución e incorporar a un trabajo decente y bien remunerado a las alrededor de 100 mil mujeres que explotadas la ejercían en su inmensa mayoría por problemas económicos, justifica la Revolución. Conocí tal flagelo, la miseria, los abusos, la explotación laboral, sin mencionar el cinismo con el que los miembros de los cuerpos armados trataban y atropellaban a la población.

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