La Guagua: Hay que evitar el rebrote de la irresponsabiidad

La Guagua: Hay que evitar el rebrote de la irresponsabiidad

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Aunque decretar una fase u otra de las etapas de enfrentamiento y control a la Covid-19 no depende de la voluntad de personas en particular ni de decisiones caprichosas, sino de indicadores científicamente establecidos, en el sentir de los que han emitido comentarios digitales está que hubo restricciones que no debieron quitarse.

También hay un sentimiento generalizado de que se requiere mayor rigor al aplicar las medidas contra el nuevo coronavirus, así como de más dureza en las sanciones a esa minoría de indisciplinados e irresponsables que echaron por tierra todo lo avanzado.

 

Cuando el país estaba en el mejor momento del control a la Covid-19, como bien Olga Luisa López Hernández dice:

Pudieramos estar en cero, pero la indisciplica ha provocado esta cantidad de enfermos que pueden ser mas

Y recalca Isabel Luis Machado:

Realmente es bien triste que la situación se haya complicado de esta manera, pero si no se controla la misma en La Habana, seguirá extendiéndose hacia las demás provincias.

Muchos esperaban que tanto el epicentro como la cola de la pandemia estuvieran en la capital, pero no que fuera mediante un rebrote que se extendiera a otras provincias por exactamente los mismos motivos que resurgió en territorio habanero.

En Tensa situación de la COVID-19, en Cuba (+Video)  hay un comentario digital de Jose Luis que dice:

Lo que sucede en La Habana es responsabilidad de los que le abrieron el banderín a La Habana. Aquí en Ciego de Avila, hasta después de un mes sin casos confirmados no se movió nada, no había transporte, todo estaba cerrado, los trabajos limitados, etc, y entonces en La Habana no fue así, he ahí las consecuencias del Mal Trabajo, no sé de quién, pero esto traerá malas consecuencias a nuestro país, y ahora ya a comerse el cable otra vez y el país a sufrir todo lo que se esforzaron las demas provincias, pienso que esto debe tener un analisis más profundo y creo además que así piensan la mayoría de los cubanos con respecto a ese tema, me disculpan si alguien se siente aludido.

ElQbanolibre dice:

El doctor Durán, pese a su edad, ha hecho un tremendo esfuerzo, pero ese esfuerzo no está respaldado por los irresponsables de nuestra isla. Aunque no se le ve cansado debe estarlo, pues ese régimen diario no es nada fácil y al parecer no tiene relevo. Cuando pase la pandemia habrá que hacerle un tremendo reconocimiento, aunque sabemos que ese gran hombre no espera eso.
Pero, por favor, que la gente haga conciencia de la situación, por las buenas o por las malas.

En El llamado de Durán: alertas y activos hay un comentario digital de Lucía que dice:

Dr. Durán, mucho me apena lo que ocurre en la capital de donde soy, pero creo que nunca debieron abrir bares, piscinas y playas. ¿Quién dijo que puede haber disciplina en bares particulares donde no se pusiera música para bailar, qué disciplina mantiene una persona que tome?
Ni adultos, ni jóvenes, ni niños van a morirse por un año que no disfruten de playas y piscinas, la vida vale más que estos lugares de entretenimientos, qué necesidad hay de tomar bebidas alcohólicas, ahora quedan esos lugares para ofertar comidas para llevar y no pasa nada.
La capital estaba en la primera etapa como si fuera la tercera, la indisciplina es mucha. Los choferes de ómnibus apenas respetaron los del porcientosde personas de pie los primeros días, porque llevaban meses sin el peso que pagan los ciudadanos, (ciudadanos que también querían subir a toda costa en los ómnibus y llegar a su trabajo), pero los choferes querían que su economía personal volviera a ser la de antes.
Al abrir las playas del Este, ese tren llegaba a Guanabo lleno, en un horario que no es ni bueno por el sol terrible que hay en ese horario, a complicar a las personas que viven en ese lugar. La 462 a la hora que fuera regresaba a San Miguel del Padrón, llena de adultos semi vestidos, borrachos y al «cuidado» de muchos niños. Es un municipio que tiene 12 asentamientos de personas que digamos son «relajadas y enajenadas» sobre todo lo que dispone porque ni ven el noticiero y viven la mayoría al margen de la ley. Tampoco vi a nuestra PNR exigiendo el uso del nasabuco como en tiempo atrás. Sirva este tiempo difícil, complicado y peligroso para cuando salgamos se autoricen las cosas de otra manera.

En la nota periodística Ministro de Salud Pública: Estamos en presencia de un nuevo brote epidémico hay un comentario de tpmy que dice:

Bueno, es triste ver cómo el gran trabajo que hacen nuestros medicos y científicos y el Ministerio de Salud es ecahado por tierra por unos pocos que hoy han destrozado el trabajo de los que luchan en la primera línea, y deben considerarse criminales en potencia y deben ser juzgado y condenados, pero también el gobierno debe dejar la flojera y actuar como se debe, pues hay mucha blandengueria y es el pueblo quien paga con su salud y con los perjuicios economicos que esta pandemia conlleva.

En resumen: después de este costosísimo revés, hay suficientes argumentos para que se actúe enérgicamente contra esa minúscula cantidad de personas que viven al margen de los esfuerzos de las mayorías, a las cuales parasitan solo para tomar beneficios, que en no pocas ocasiones hasta pueden llegar a exigir.

Durante estos días, al significado de los aplausos se suman otros contentivos del justificado enfado provocado por los irresponsables.

 

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En una reunión con trabajadores de la Cooperativa de Ómnibus Aliados en La Habana, el 30 de marzo de 1959, Fidel dijo:«Ustedes saben que uno de los lugares donde más se discute de política, de revolución, de economía y de todo, es en el ómnibus, ¿no? Es como una plaza pública el ómnibus, es como una mesa redonda; un ómnibus es como una mesa redonda permanente, donde todo el que sube opina. (…) a veces pregunto qué se habla en los ómnibus, para enterarme de cómo andan las cosas.»
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2 comentarios en La Guagua: Hay que evitar el rebrote de la irresponsabiidad

  1. El 7 de julio de 2013, el entonces Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba, General de Ejército y Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba, Raúl Castro Ruz, en su discurso de clausura de la I Sesión Ordinaria de la VIII Legislatura de la Asamblea Nacional del Popular Poder, sentenció:
    Hemos percibido con dolor, a lo largo de los más de veinte años de período especial, el acrecentado deterioro de valores morales y cívicos, como la honestidad, la decencia, la vergüenza, el decoro, la honradez y la sensibilidad ante los problemas de los demás.
    (…).
    El delito, las ilegalidades y las contravenciones se enfrentan de manera más sencilla: haciendo cumplir lo establecido en la ley.
    (…).
    Conductas, antes propia de la marginalidad, (…), han venido incorporándose al actuar de no pocos ciudadanos, con independencia de su nivel educacional o edad.
    (…).
    Es sabido que el hogar y la escuela conforman el sagrado binomio de la formación del individuo en función de la sociedad, y estos actos representan ya no solo un perjuicio social, sino graves grietas de carácter familiar y escolar.
    (…).
    ¿Qué podemos decir hoy, a más de siete años de pronunciadas aquellas lapidarias palabras, en medio de los rebrotes de Covid-19 en nuestro país y de conductas trasgresoras del orden público, de no pocos ciudadanos, manifiestas en el acaparamiento y la especulación mercantilistas, el delito económico, el desacato a las autoridades sanitarias y policiales, la propagación negligente de enfermedades epidémicas letales, la omisión deliberada de medidas higiénicas para su enfrentamiento, control y extinción?
    Sobre coleros, revendedores, especuladores, acaparadores y otras raleas florecientes de contraventores, incluyendo a los que desoyen los llamados a la prevención sanitaria, penden muchas espadas de Damocles sostenidas por un débil pelo de crin de caballo, cuyas cabezas caerán si se hace efectivo, como parece ser, la afirmación del Primer Secretario del PCC, cuando sostuvo en aquella oportunidad que el delito, las ilegalidades y las contravenciones se enfrentan de manera más sencilla: haciendo cumplir lo establecido en la ley (…); ¡y muchas son las normas jurídicas de aplicación con que cuentan las instituciones estatales para combatir el morbo social: penales, administrativas y laborales!
    Si bien aquellas conductas, reseñadas en su discurso por el Primer Secretario del PCC, se gestaron a lo largo de los más de veinte años de período especial, las actuales se han incubado en el corto término de unos pocos meses, con tal grado de expansión que han contagiado a no pocos ciudadanos, en lamentable confusión con la morbilidad del flagelo viral.
    Por otra parte, las esperanzas cifradas en los esfuerzos educacionales a cargo de instituciones docentes y núcleos familiares, bien poco o nada han logrado en el curso de estos siete años, en la sutura de las grietas de carácter familiar y escolar escudriñadas por Raúl en su discurso; por el contrario, han hallado una palanca que las profundiza en sobremanera: la telefonía celular, internet y las redes sociales, apenas incipientes en aquel momento, herramientas formidables para robustecer el binomio formador del individuo en nuestra sociedad, pero, lamentablemente, devenidos en instrumentos desvirtuadores de la vida nacional cubana, con su siembra de banalidad, supercherías, ilusionismo, consumismo y egoísmo capitalistas.
    Todo ello, me pregunto, ¿es muestra de la incivilidad de no pocos ciudadanos.? Cierto. Pero, ¿qué es la incivilidad?
    Partamos en nuestra definición del término civilidad, acuñado en la Roma[1] esclavista, como condición de civil, de ciudadano, de acatamiento a las reglas de conductas dictadas por las autoridades de la ciudad, del país.
    Si incorporamos el prefijo privativo “in” (supresión, negación) a la palabra en cuestión, todo su valor moral se desvirtúa, se degrada: desafortunadamente, tal es hoy la condición de no pocos ciudadanos cubanos.
    Tales conductas desdicen, en lo profundo de la conciencia, del tributo que se rinde, noche a noche, a quienes, en fronteras nacionales o allende el mar, combaten la Covid-19, con su efusivo golpear de dedos y palmas de las manos, honestamente rendido a los de la “línea roja”, quizás también entrechocados por esos trasgresores farisaicos de la civilidad de muchos cubanos.
    ¡No todo lo lícito es honesto! Así sentenciaba un aforismo latino contra las malas prácticas consuetudinarias de la época; en la nuestra, muchos conciudadanos confinados en cualquier esquina del archipiélago, todos asediados por bloqueos, subdesarrollo, pandemias e incivilidad, solo la arremetida responsable de la ley podrá salvarnos de enraizadas prácticas sociales que, aparentemente inocuas, se agarran como los curujeyes a las ceibas de los montes, y que, en estos tiempos de agudizada precariedad material y moral, atentan contra la conciencia cívica de los aquí nacidos.
    Ojalá podamos parodiar, para nuestro bien, la frase romana acotada, desnuda de su raigambre explotadora, traspolada a nuestra realidad:
    ¡Soy ciudadano cubano!
    ¡Que la virtud cívica se funda a la lealtad acrisolada estampada en el escudo espirituano!
    ________________________________________
    [1] Civis romanus sum, locución latina de Soy ciudadano romano, orgulloso título de distinción nacional.

  2. El trabajo político(muy necesario)llega hasta el riego de la salud y vida de muestro pueblo,desde ese momento hay que hacer cumplir las leyes sanitarias y de cuarentena.LA HABANA ESTA EN UN BROTE EPIDEMICO.Se debe declarar Emergencia sanitaria,sino será peor y el pueblo debe trabajar para su capital

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