La Cuba de hoy en tres opiniones

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Sobre el tema de las colas, las indisciplinas sociales y las tiendas en divisas comentan tres periodistas de Trabajadores

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Joel García

Días de pandemia, días de colas. Así pa­rece entronizado en los vecinos y “no vecinos” de mi barrio, a quienes lo mismo veo con si­llas y taburetes en las madrugadas, que a la una o cuatro de la tarde enfrentando el sol y el calor para comprar alimentos (po­llo, picadillo, gallina, perritos, etc.) productos de aseo (jabón, champú, detergente).

Ilustración: Martirena
Ilustración: Martirena

Por la naturaleza del trabajo pe­riodístico es casi imposible pedir el último de esas colas, pero hace poco, en el mercado de Infanta y Manglar, me asombré del poco gentío y mar­qué, justo en el momento en que en­tregaban turnos para comprar pollo dos días más tarde. Según los habi­tuales, incluidos algunos cargados de mochilas y acabados de salir del propio centro, los clásicos revende­dores, darían 100 salvoconductos, “es lo que siempre dan”.

Sin embargo, ante el asombro de los presentes, en el número 90, los encargados de repartir los tiques y el policía que escaneaba los carnés informaron el punto final porque dejarían 10 para casos sociales (im­pedidos físicos, embarazadas, abue­litos y todo el que usted quiera po­ner como caso social).

A la pregunta de muchos, na­die supo decir quién orientó eso, de dónde vino esa metodología y, por supuesto, lejos de ser una acción solidaria motivó inconformidades, pues dentro de los 90 entregados había cuatro minusválidos, que su­puestamente serían favorecidos con la improvisada medida y nadie les dijo nada. Dos días después no apa­recieron la decena de casos sociales.

¿Qué lección deja este hecho, al que pudiéramos sumarles todas las singularidades o métodos de hacer cola impuestos hace cuatro meses en todo el país? En tiempos de escasez y desabastecimiento hay que ser muy transparentes; los compañeros designados para organizar o cuidar colas no pueden ser vitalicios por­que triunfa el sociolismo y se relaja la disciplina; el humanismo hacia casos sociales no puede regirse por cuotas, sino a partir de situaciones puntuales, pues conocemos de fa­milias que mandan a abuelitos con bastones para evitar colas en lugar de preservarlos en casa.

El fenómeno se complejiza si además se le deja solo al pueblo ho­nesto que sea el que denuncie a los coleros o repitentes asiduos. ¿Acaso lo que está expuesto en redes socia­les no sale de las tiendas, y hay ór­ganos de investigación con recursos y formas para detectarlos antes de que se convierta en una shopping alternativa?

Los tiempos en que pedíamos el último de la cola y podíamos com­prar en minutos o en una hora pue­den volver. Y no todo está ligado a lo objetivo del abastecimiento. Hay mucho de valores y ética por resca­tar, o mejor, por no dejar morir.

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Gabino Manguel Díaz

“Claro, socio, claro que quisiera tener bastantes USD en mi bolsi­llo, mandarme a hacer una tarjeti­ca y comprar en las tiendas recién abiertas por todo el país; decir lo contrario sería deshonesto de mi parte, como también si no asegurara que me gusta la medida. Sí, me gusta, y le veo muchas, muchísimas razones para existir”.

Ilustración: Martirena
Ilustración: Martirena

Ello, a contrapelo de las expresiones —para mí malolientes— de quienes, bajo el pretexto de que “quieren lo mejor para el pueblo cuba­no” critican la creación, arremeten contra el Gobierno y aducen que la medida es para do­larizar la economía, que no favorece a los tra­bajadores, porque estos no ganan USD y lo que ganan, al cambio, no les alcanza para comprar allí y mucho menos para vivir.

Hoy se erigen en corazones desbordados de amor por los cubanos, desconociendo lo que bien conocen, aunque entre tantas cosas que olvidan u ocultan, no quieren decir que medi­das como estas no son nuevas.

Cuando surgieron las tiendas recaudadoras de divisas orquestaron ataques similares. Pero no les importa no haber tenido éxitos, siguen en su batalla. Sembrar dudas, alimentar des­confianza, desesperanza y desaliento. Esa es su máxima.

La mayor parte de los que así se expresan adoptan, antes o después, similares argumen­tos que aquellos que con actitudes abiertamente hostiles, manifiestan su desacuerdo con la obra de la Revolución y su deseo de echar por tierra cualquier resultado o beneficio nacional luego de 1959. Nada, cada loco con su tema.

Vociferan en igual proporción el fastidio que sienten por algo que bien saben que favorecerá a la mayor parte de la población. Bueno, hablemos mejor. Será para toda la población del país, pues la recaudación se revertirá en cada ciudadano, incluso en aquellos que no trabajan, y en los que se oponen al sistema, ¿o también lo dudan?

Además, obvian que se mantienen, y con muy altos costos, la canasta familiar normada y ventas fundamentales para la población en las tiendas en CUC. Pero eso no importa, el “ne­gocio” es despotricar, ya sea contra Venezuela o Nicaragua, o asegurar que la información de que es exitosa la lucha cubana contra el corona­virus es, cuando menos, cuestionable. Si de ala­banzas se trata no faltan quienes pronuncian su amor por el señor Trump.

A la hora de analizar habrá que saber di­ferenciar la crítica honesta y valiosa de la pro­puesta impracticable o ponzoñosa.

Un gran reto para la economía cubana será cumplir con el abastecimiento prometido en todas las tiendas, las de divisas y las otras, las más antiguas. Sin duda, un serio compromiso que con toda saña querrán torpedear quienes ahora censuran la apertura. Basta, con eso basta.

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José Luis Martínez Alejo

Me arriesgo a reflexionar en es­tos tiempos difíciles sobre ese fe­nómeno social que es el verano, porque estoy convencido de que, casi por doquier en Cuba, se es­cuchó alto y claro la voz popular: “¡A veranear, a gozar!”.

Lógica avidez del disfrute. Porque, lo vivido antes del 11 de julio pasado, fecha de arrancada del denominado Verano por la Vida, fue más que una cuarentena en el tiempo y en el distancia­miento tanto físico como social entre millones de personas expuestas a la COVID-19.

Ante la presente etapa estival atípica, uno no puede ser absoluto en su reflexión sobre un asunto de múltiples aristas. Dos ejemplos pueden ser aleccionadores desde Ciego de Ávila.

Retomando uno de mis comentarios, la sole­dad ya no da deseos de llorar en el centro recrea­tivo Pozo Brujo, del municipo de Ciro Redondo.

En agosto del 2018 colapsó la añeja turbina que bombeaba el agua hacia la piscina. Cuando arrancó el verano del 2019, llamado Vívelo, mo­ría de tristeza la instalación, influyente no solo en la recreación de los avileños, sino también en ese indicador de oro de la economía que es la circu­lación mercantil minorista, el cual suele ser in­cumplido.

Allí los ingresos por concepto de venta, supe­riores al millón y medio de pesos, buena cantidad de estos recaudados durante julio y agosto, vuelven a revitalizar los aportes a la economía. Este Verano por la Vida demuestra que no hizo falta una vacu­na para resucitarlo.

Aunque no todo es tan refrescante hoy como las frías aguas del pozo. Una visita al centro co­rroboró la baja percepción del riesgo aún; en el área de baile-cafetería había cantidad de personas aglomeradas y sin nasobuco.

Similar inquietud tuvo un ciudadano del mu­nicipio de Bolivia, quien nos escribió vía correo Nauta, acerca de que en la conocida por playa Cu­nagua, la afluencia es menor este año, mas eso no quiere decir que no constituya un peligro el molote y la falta de la mascarilla protectora dentro de un ranchón de madera y guano, nombrado La Cueva.

Tan pronto leímos el mensaje comprobamos en el terreno que en la playa Brisas de Bolivia no había alta concentración en espacios públicos el jueves último. No obstante, en reciente recorrido de la prensa avileña, se evidenció en un fin de se­mana la ausencia del medio de protección en uni­dades gastronómicas con alta presencia de vera­neantes.

Todavía el país no está en la normalidad. ¿Podemos arriesgar la vida disfrutando del ve­rano sin protección, a tutiplén?

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3 comentarios en La Cuba de hoy en tres opiniones

  1. Sería bueno que brindaran información real sobre esta medida, para que podamos entender su alcance, no todos los que la criticamos tenemos dobles intensiones pero nos resulta contradictoria.
    Sería posible abundar en las Pymes, se habló pero en palabras ha quedado y no se si se adelanta el cronograma legislativo para disponer, después de años de promesas, una ley de empresas
    Gracias

  2. Nunca pensé que después de haber combatido más de medio siglo contra la CIA tuviera que ver que no puedo comprar una simple cerradura en una ferretería cubana porque no tener dólares de EEUU. Que paradoja parece que se seguirán viendo horrores.

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