M473m471c0, pero no adivino

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La Matemática es su len­guaje preferido y lo hace a través de un gráfico, una curva, un algoritmo. Raúl Guinovart Díaz se siente cómodo en ese ámbito que le posibilita, sobre bases científicas, realizar predic­ciones y pronósticos.

“En esta tarea he contado con la ayuda de muchísimos compañeros de la Universidad”, afirmó Raúl Guinovart Díaz. Foto: Agustín Borrego
“En esta tarea he contado con la ayuda de muchísimos compañeros de la Universidad”, afirmó Raúl Guinovart Díaz.
Foto: Agustín Borrego

El decano de la Facultad de Ma­temática y Computación (Matcom) de la Universidad de La Habana (UH) aclaró que la labor emprendida en los últimos tiempos por un grupo de especialistas relacionados con la COVID-19 es una obra colectiva, que encierra los saberes de estudiosos de varias ramas.

Nacido y criado en un barrio hu­milde del Vedado, de niño dibujaba en un papel un juego de béisbol y según los resultados de los equipos sacaba las estadísticas. Quizás esa fue la génesis de su pasión por esta ciencia que hoy le permite aplicarla a la vida cotidiana.

Dirigente de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Me­dia, integrante (siendo alumno) del Destacamento de Maestros Inter­nacionalistas Ernesto Che Guevara, licenciado en Educación en la es­pecialidad de Matemática, docente en el otrora Instituto Superior Pe­dagógico Enrique José Varona, pro­fesor en Isla de la Juventud, Máster y Doctor en Ciencias Matemáticas, y desde hace siete años decano de Matcom, es una síntesis de su tra­yectoria.

Guinovart ha sido uno de los expertos que desde marzo último contribuyen con su sapiencia a la prevención y al enfrentamiento de la COVID-19, lo cual ha hecho recu­rrente su aparición en los medios de comunicación.

De ahí que confesara con abso­luta modestia: “Nunca he creído que soy un científico, pues todos los días comprendo lo mucho que me falta por saber; como profesor, cada vez aprendo más de mis alumnos. La ac­tual pandemia va a pasar, será algo circunstancial, y lo único que deseo es que se vea que la matemática re­sulta útil para resolver los proble­mas del país, constituye una guía para organizar el trabajo científica­mente”.

Una responsabilidad colectiva

Con anterioridad no había te­nido la oportunidad de colabo­rar de una manera tan estrecha con la dirección del país, mas le gusta aclarar que no se trata de un aporte individual, sino de un grupo formado por epidemiólogos y matemáticos, bajo la tutela del investigador y científico Pedro Más Bermejo, vicepresidente de la Sociedad Cubana de Higiene y Epidemiología. “Nosotros mo­delamos lo que puede ocurrir, en tanto otros especialistas se de­dican a cuestiones propias de la medicina.

“Las bolitas negras son los da­tos reales, esto empezó aquí y las demás curvas son las predicciones —aseguró mientras mostraba un gráfico en su laptop—. Al inicio, cuando realizamos los cálculos, el resultado era esta curva azul clari­ta, luego concebimos determinadas simulaciones para explicar lo que podía ocurrir. En esos momentos el mundo vivía un caos. Quizás ahora la gente no lo recuerde, pero noso­tros (se refiere al grupo) lo sentimos en carne propia.

“La pandemia progresaba a una velocidad tremenda, ahí es­taban Italia, España, Francia, con enorme impacto y, de pronto, la COVID-19 comenzó a crecer aquí. Los pronósticos eran bastante de­sastrosos y estoy seguro que nues­tros dirigentes estuvieron tensos, presionados. No podía fallarnos la salud pública, pues se trata de la vida de los seres humanos.

“Ha sido una responsabili­dad muy grande, se espera que digamos qué va a pasar un po­quito más allá, hay algoritmos matemáticos que permiten pre­decir. No obstante, la exactitud depende de la calidad de los da­tos, de la información disponible. “Nada de esto ha sido inventado por nosotros, la epidemiología tiene detrás toda una historia de la matemática, incluso desde los primeros años del siglo pasado. Los algoritmos que estamos apli­cando son modelos que se han ido mejorando, perfeccionando, de ahí que las estimaciones sean más certeras”.

Adivinar, no es la cuestión

Al referirse a la ventaja de estos mé­todos argumentó que pueden pro­nosticar el tamaño y la altura del pico, qué día va a ocurrir, cuánto va a durar la pandemia, en qué época va a crecer y decrecer. “No es cues­tión de adivinar, hay que estudiar lo publicado a nivel mundial sobre estos modelos que se basan en pa­rámetros. Por ejemplo, el número de personas que enferman es pro­porcional a la cantidad de contactos que hay entre los sanos y los enfer­mos, entonces esos coeficientes de proporcionalidad hay que estimar­los utilizando mínimos cuadrados y técnicas estadísticas.

“Es un proceso complejo, de mucho esfuerzo, pero lo más di­fícil es la rapidez que exige la entrega de la información, el día no alcanza. En aquellos primeros tiempos, prácticamente, no dor­míamos, hoy todavía mis sueños es­tán relacionados con la COVID-19 y aun me despierto pensando en ella. Sin embargo, debo decir que en esta tarea he contado con la ayuda de tantos compañeros de la Universidad (los doctores Yudi­vian Almeida, Isidro Abelló, Wil­fredo Morales, Aymée Marrero, Alejandro Mesejo, Ángela León, Sira Allende, entre otros), seres excepcionales que trabajan desde sus hogares diseñando modelos y aportando otros saberes”.

Resaltó el actuar de la rectora de la UH, la doctora Miriam Ni­cado García. “Como Doctora en Ciencias Matemáticas comprendió el papel que puede desempeñar la universidad en el desarrollo eco­nómico y social de la nación. Des­de el principio ha sido nuestra principal consultora y la promoto­ra de la participación de estudian­tes y profesores de la Universidad en esta batalla”.

Sobre el llamado pico y el rebrote

Luego de una extensa conversación sobre asuntos relacionados con el quehacer universitario, una nueva carrera denominada Ciencias de Datos (la cual iniciará en el curso 2021-2022) y la utilidad de la Mate­mática, la entrevista continuó la lí­nea central: la pandemia.

El experto precisó que en Cuba el pico tuvo lugar el pasado 25 de abril, cuando se reportaron 847 en­fermos hospitalizados. “En realidad ocurre cuando se tensa el sistema hospitalario, es decir, la capacidad de camas y los equipos de respira­ción que se demandan. Lo más pro­bable es que un 10 % de esa cifra los requieran, lo cual constituye un pro­blema, pues se trata de un equipa­miento costoso. A partir de lo vivido, nuestros científicos se propusieron diseñarlos, fabricarlos (de conjunto con trabajadores por cuenta propia) y los resultados han sido fabulosos”.

Sobre el rebrote, un tema del que se ha hablado tanto, agregó que resulta muy difícil determinar el futuro. “Cuando se hicieron los análisis el objetivo era explicar qué podría suceder una vez lograda la no trasmisión y desmanteladas las medidas. Ello nos obliga a mantener la vigilancia epidemiológica.

“Tendremos un rebrote si nos des­preocupamos del asunto, no tiene por qué ocurrir en noviembre o en otro momento. Está demostrado que cuan­do las personas o las instituciones vio­lan lo establecido, o sea, el necesario distanciamiento físico y el no uso de las mascarillas, vuelve la recaída.

“En las epidemias hay personas que no se van a infectar, ya que todo depende de su sistema inmunológi­co. Pero, esta enfermedad ha causa­do un gran número de fallecidos y el hecho de que nosotros tengamos 86 (hasta el día de la entrevista) nos duele y conmueve. Varias naciones adoptaron lo que se llama la inmu­nidad de rebaño, que significa no aislar a las personas, dejarlas por sí solas que se inmunicen, y empeza­ron a morirse por todas partes.

“Eso no se corresponde con el sentido humanista de nuestro Es­tado. Aquí nos propusimos salvar a todos, incluso a los que práctica­mente eran insalvables, y lo logra­mos en muchos casos”.

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