Cargando...Jorge Luis Rivera Díaz vive en constante apremio, trabaja bajo presión. Cada jornada se enfrenta a la muerte con el gusto de saberse útil a los demás justo en el instante más vital, ese en el que a la usanza griega las Moiras amenazan con cortar el hilo de la vida.
Lleva 23 años al timón de una ambulancia como paramédico integral y guarda consigo el agradecimiento de cientos de personas a quienes salvó con su actuar rápido, en colaboración con los demás integrantes de la tripulación (médico y enfermera) de la que forma parte.
Después de dos décadas lidiando con emergencias de todo tipo, Jorge Luis no se concibe en otra misión que no sea esta, aunque el primer paso en el servicio de ambulancias de la ciudad santiaguera le resultó aciago.
“Casi me desmayo cuando tuve que asistir al médico en la sutura de una gran herida. Aquello fue terrible, porque antes de venir para acá era chofer de rastras en la Empresa de Camiones Santiago, nada que ver con esto.
“Luego de tan impactante experiencia y de varios cursos de actualización, que se mantienen dos veces al año, no hay más susto, solo me enfoco en estabilizar al paciente y conducir seguro hasta el hospital donde continuarán con el proceder necesario para salvarlo”.
Jorge Luis tiene el don de la laboriosidad, así se lo reconocen sus compañeros y los directivos del servicio de urgencias y emergencias médicas en la Dirección Municipal de Salud de Santiago de Cuba.
Tal es la confianza en su desempeño, los resultados en acciones de reanimación, sus habilidades al timón… que hoy es uno de los pocos ambulancieros responsables de un vehículo del apoyo vital avanzado, casi una sala de terapia intensiva rodante.
Lo mismo trabaja en el aseguramiento a un evento deportivo, cultural, político, que recorriendo las carreteras de Cuba, en el traslado de pacientes con condiciones de salud extremas.
“Es inmensa la responsabilidad, sabes que llevas a un ser humano que literalmente está en tus manos, hay que poner mucho ojo en la velocidad, coordinar con la institución de salud receptora, intercambiar con el centro de control para aplicar o no la clave 13 (hacer sonar la sirena), tener precaución en la vía… son muchas maniobras a la vez”.
Así es la cotidianidad de este paramédico integral, ahora inmerso, de muy diversas formas, en el enfrentamiento a la COVID-19, pandemia que recarga tensiones y le suma urgencias al volante que él domina con pericia, con vía expedita a la vida.
