Charadán, hijo de la tenacidad

Charadán, hijo de la tenacidad

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A lomos de la perseverancia Luis Enrique Charadán ha conquistado las cumbres más altas en su profesión. A través del diálogo se percibe que es de las personas que hacen de su faena bandera y escudo. La última estrofa de su constante ejercicio de superación la trazó en el 2019, cuando el movimiento deportivo cubano lo premió como Mejor Árbitro Internacional.

Luis Enrique Charadán, mejor árbitro internacional de Cuba en el 2019. Foto: Mónica Ramírez
Luis Enrique Charadán, mejor árbitro internacional de Cuba en el 2019. Foto: Mónica Ramírez

“El bádminton no es una de las modalidades de mayor difusión y popularidad en el país, por eso nos sorprendió la designación. Fue de gran complacencia, pues un importante número de referís gozan de esa categoría en casa, y en disímiles disciplinas. Varios tuvieron un año exitoso. De ahí que el logro lo valoremos más”.

Refiere el jefe de Reglas y Arbitraje de la Federación Cubana y de la Confederación Panamericana de Bádminton  las reflexiones que lo asaltaron al conocer la reconfortante noticia.

“A mi mente vinieron diversos recuerdos. Son numerosos los años entregados a esta carrera. Si bien nunca me enfoqué en premios, ser considerado el más destacado en tu nación es formidable. Cuando obtienes un lauro en el extranjero lo disfrutas, pero ganar en casa es muy significativo. Sin duda es el galardón más importante que he obtenido”.

“Pienso en las personas que están detrás de los resultados. La familia continúa siendo un soporte grande. También los compañeros de labor en Santiago de Cuba, La Habana y la Universidad del Deporte. Asimismo los colegas, cuya ayuda e interacción es fundamental para realizar bien el trabajo”.

 

Hay viajes que comienzan desde la niñez. Soñarlos y entallarlos a base de voluntad y decisión son un recital de empeño

“Descubrí el bádminton en la escuela primaria 26 de Julio, en Santiago de Cuba. Lo practicaba como recreación. Ni conocía las reglas. Tiempo después, graduado en Lengua Inglesa y Cultura Física me estimularon a traducir un curso para entrenadores en la región oriental. A partir de ahí somos inseparables. Luego de tantas experiencias aún me queda por aprender. Es necesario seguir estudiando, pues las reglas y ciertas dinámicas cambian.

“Recuerdo mi primera práctica en el exterior. Fue en 1998 en un Panamericano Juvenil en México. Me impactó el nivel de organización, el número de participantes. Al cabo de los años agradezco la formación que me ha tributado este juego. Continúa forjando mi nivel de responsabilidad y respeto por los demás”.

 

La experiencia acarrea ciertos compromisos. Evaluar a los compañeros implica algo más que agudeza

“El arbitraje de nuestra disciplina en el país se puede catalogar de bueno. Somos 26. Suficientes para cubrir los juegos pioneriles, escolares y juveniles, además del reconocido torneo Giraldilla.

A pesar del poco rodaje el progreso se percibe. La muestra más reciente la palpamos en Lima 2019 donde hubo en los Panamericanos y Parapanamericanos cuatro oficiales técnicos (dos en cada lid). En los paralímpicos de Tokio 2020 tendremos la presencia de dos, uno de ellos como jefe de competencia. Un gran reconocimiento. Ojalá existiera la posibilidad de más justas para extender sus adelantos”.

Afirma el también miembro de la Comisión Mundial de Arbitraje que sus colegas de otros deportes son destacados internacionalmente. Muestra de ello es la convocatoria en diversos certámenes de rigor. Sin embargo, en casa pudieran recibir y ampliarse un grupo de atenciones, que recompensaran su entrega.

“Siempre podemos mejorar. Incluso buscar la excelencia. Quedarán sueños por cumplir. Hacerlos realidad es un objetivo al que no debemos renunciar. Soy feliz”.

A Luis Enrique Charadán lo define su carrera. Enaltecer sus huellas es encomiar las de un puñado de jueces en Cuba, quienes lastimosamente viven una epopeya muy particular, al no ser con frecuencia bien evaluados por la afición. Aplaudamos como se debe a estos valientes hijos de la tenacidad.

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