Traumas oculares: Ojo con los ojos (+ PDF)

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Sean o no reflejo del alma, los ojos se cuentan sin duda entre los órganos más expresivos del cuerpo humano. De todos los sentidos, el hombre concede gran valor al de la visión, ya que más que cualquier otro permite la localización en el espacio, y da fe con mayor precisión de los acontecimientos que tienen lugar en el medio.

Reportaje en la Empresa de mantenimiento de centrales eléctricas. Departamento de tubos.

Si bien el ojo es protegido por los párpados y las pestañas —el parpadeo constante provoca un barrido de los cuerpos extraños, a la vez que la lágrima lava su superficie externa—, se trata de un órgano completamente expuesto y formado por un tejido muy delicado, por lo que cualquier lesión puede ocasionar graves consecuencias.

Tan diversos como frecuentes, los traumas oculares constituyen motivo de consulta periódica en los cuerpos de guardia. De acuerdo con especialistas en oftalmología, son lesiones físicas, químicas o de cualquier otro tipo en el tejido ocular, e incluyen desde las erosiones corneales, los daños provocados por cuerpos extraños y las contusiones, hasta las heridas y quemaduras. En todos los casos el grado de severidad depende de la localización, extensión y profundidad de la afección.

Añaden que las erosiones son daños superficiales a nivel de la córnea, que generalmente cicatrizan en breve tiempo sin dejar secuelas, dolencias que son muy frecuentes en niños. Cuando son pequeños puede ocurrir que accidentalmente se dañen ellos mismos con juguetes inapropiados, mientras que en la edad escolar suelen lastimarse con las puntas de los lápices u otros objetos.

Oftalmólogos afirman que es también bastante común la presencia de cuerpos extraños, los cuales, si son superficiales, pueden ser extraídos en su mayoría sin consecuencias importantes, aunque advierten que si se alojan en el centro de la córnea, por ejemplo, sí pueden ocasionar una cicatriz en el tejido y a la postre déficit visual.

Al respecto señalan que por eso es aconsejable que cuando la persona sienta alguna molestia en los ojos, se limite a parpadear varias veces y acuda de inmediato al médico. El frotamiento no sólo irrita más la zona, sino que puede afectar la córnea y aumentar el riesgo de infección, todo lo cual ensombrece la evolución y el pronóstico.

Otros traumas como las contusiones y las heridas son igualmente más o menos graves en dependencia del lugar y la profundidad de la lesión. En el primer caso, los especialistas explican que lo que más se aprecia son hemorragias y edemas corneales, que deben resolverse con tratamiento médico; en el segundo, puede tratarse de heridas en los párpados (leves o aquellas con desgarro del párpado), a nivel de los canalículos lagrimales, u otras más peligrosas ya sea porque abarcan el área central o comprometen las estructuras internas del ojo.

Emergencia a la vista

Los doctores precisan que entre los pacientes que llegan con este tipo de afectaciones a un cuerpo de guardia, constituyen una emergencia de primer orden los que presentan quemaduras en los ojos, porque cada minuto es vital en la evolución y recuperación de los tejidos.

Las quemaduras merecen un capítulo aparte dentro de los traumas oculares, tanto por las diversas maneras en que pueden ocurrir como por las huellas que dejan: desde una adherencia del párpado al globo ocular (simblefaron) hasta la opacidad corneal total con vascularización (vasos sanguíneos que invaden la córnea), lo cual puede provocar un déficit visual permanente.

Cualquier sustancia irritante en nuestros ojos provoca un notable malestar. Sin menospreciar el daño que ocasionan las quemaduras superficiales con cigarrillos, por ejemplo, las originadas por ácidos y álcalis suelen ser las peores.

Según los oftalmólogos, en el caso de los ácidos la afectación es considerable —aunque no se extiende más allá del lugar donde inicialmente ocurrió—, pero cuando se trata de los álcalis (pinturas de cal, marmolina, entre otros productos) es más grave aún debido a que dicha sustancia puede seguir penetrando en el tejido ocular durante horas si no se actúa rápidamente. Estas quemaduras tan perjudiciales son a la vez las más comunes, sobre todo en trabajadores que no usan los medios de protección.

 

Alertan los expertos que con frecuencia alrededor del soldador que realiza su trabajo hay personas que observan sin percatarse del peligro; ‘la queratoconjuntivitis actínica’ es una afección igualmente traumática que se produce por la exposición a los rayos ultravioletas del arco de soldadura.

Apuntan que aunque a los servicios oftalmológicos también acuden trabajadores que violaron en algún momento las normas de protección, por lo general los afectados son individuos que se someten innecesariamente a esa radiación. De 8 a 10 horas después de la exposición comienzan los síntomas —rechazo a la luz (fotofobia) y dolor—, y aunque cura sin dejar secuelas es un mal que pudo haberse evitado.

Aconsejan los especialistas que lo más sensato es, sin duda, usar los medios de protección siempre que la labor los requiera; actuar de manera segura, sin prisa, cuando se emplean sustancias químicas, para evitar derrames o salpicaduras; y proporcionar a los niños juguetes adecuados, entre otras precauciones.

Descargar PDF aquí: P15-OCTUBRE17.pdf (190 descargas)

(Publicado en Trabajadores el 17 de octubre del 2005)

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