Un sueño realizable

Un sueño realizable

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Publicada el 13 de octubre de 1997

El General Harry Villegas Tamayo (Pombo) habla con pasión de los acontecimientos ocurridos hace treinta años, como si los estuviera volviendo a vivir. Le correspondió, junto con Tuma (Carlos Coello) y Ricardo (José María Martínez Tamayo) la creación de condiciones para materializar el sueño americano del Che, como denomina al proyecto de revolución continental del Guerrillero Heroico, con base en Bolivia.

El Che había concebido la creación de un centro al igual que lo fue la Sierra Maestra para la Revolución cubana, del que irradiarían columnas para la liberación de las naciones suramericanas, explica Pombo. La elección de Bolivia se hace, entre otras razones, por su carácter de país mediterráneo que tiene fronteras con Argentina, Perú, Chile, Paraguay y Brasil.

Contábamos también allí con un Partido Comunista boliviano joven, que había dado muestras de ser consecuente en la lucha, que prestó ayuda a los movimientos de liberación de pueblos vecinos como lo hizo con el grupo de Masetti en Salta, Argentina, y con los combatientes de Puerto Maldonado en Perú.

Era además un partido que había entrenado militarmente a miembros de su Comité Central, incluido su primer secretario y a parte de su membresía y tenía como principio la toma del poder mediante la lucha armada. Estos eran elementos favorables.

También mantuvimos el principio de no ser sectarios, sino de atraer a todas las fuerzas y figuras políticas de Bolivia y del continente que quisieran participar en el empeño liberador, y estábamos dispuestos a combinar las formas de lucha, ya que los revolucionarios bolivianos pensaban realizar un levantamiento general de los trabajadores, lo que sería apoyado por la guerrilla.

Cuando el secretario general del Partido, Mario Monje, deja de apoyar la lucha, se rompió la organización que se había estado creando, y la circunstancia de que la guerrilla tuvo que entrar en acción de forma precipitada también trajo problemas.

Sin embargo el Che estaba convencido de que, independientemente de estas situaciones adversas, podíamos realmente, con más tiempo, organizar la lucha, llevar adelante todas las ideas. Y hay un momento en que todo lo que estaba concebido se produce de manera espontánea.

Fue en el mes de junio. Los mineros que habían decretado huelgas en apoyo a la guerrilla y destinado a ella un día de salario fueron víctimas de la masacre de San Juan. Esto origina acciones de protesta de los trabajadores de otros sectores y de los estudiantes de la enseñanza superior y media, que también apoyan la lucha armada.

Se crea un movimiento fuerte de repulsa al  régimen que prácticamente paraliza al país y llega el momento en que Barrientos considera que no tiene capacidad para gobernar en semejante situación y hasta pide que lo dejen terminar su mandato, como recoge el Che en su diario.

Es decir que si lo analizamos desde un punto de vista marxista, se crea una situación revolucionaria: los de arriba no pueden gobernar y los de abajo no se dejan gobernar. Es en esa coyuntura que el Che dice en el diario que si contara con cien hombres más podría tomar el poder, pero no había quien dirigiera ese movimiento que se estaba produciendo en zonas urbanas, y la guerrilla estaba aislada.

En el curso de la lucha recuerda Pombo se dieron ejemplos hermosos de solidaridad humana, revolucionaria. En un momento dado, nuestro grupo había salido de la zona de operaciones, en Samaipata le dimos un golpe de mano al enemigo y nos abastecimos de comida. Nuestra intención era dirigirnos a un lugar llamado Chapare, uno de los seleccionados para abrir otro frente guerrillero que el Che había pensado inicialmente poner al mando de Rolando, el capitán San Luis.

Estábamos muy lejos de Ñacahuazú, fuera del cerco del ejército, cuando nos enteramos de que Joaquín seguía combatiendo en el Sur y decidimos ir en su busca, porque todavía daba señales de vida, no se pensó en el riesgo de tener que enfrentar a los 10 mil soldados acantonados allí, sino en reencontrarnos con Joaquín y con nuestros compañeros de la retaguardia.

Y volvimos a atravesar la zona guerrillera sin agua ni comida. Esos principios de solidaridad, de no abandonar a un compañero son determinantes en la existencia de la guerrilla y los que la hacen fuerte. Y la vida nos demostró que era una decisión acertada. Por una diferencia de horas no nos encontramos con Joaquín, quien al ser traicionado cayó en la emboscada donde todos fueron asesinados.

En un momento tan difícil como este en que perdimos a la retaguardia, no hubo desánimo. El plan del Che era dar un golpe de mano al enemigo, abastecernos de alimentos y medicinas para los heridos, dejarlos en un lugar seguro para cuando se recuperaran se pudieran incorporar a la nueva zona guerrillera adonde nos dirigíamos, que era el Alto Beni, que está  frente a La Paz.

Allí teníamos una finca que habíamos comprado y trataríamos de hacer contacto con la ciudad para buscar a unos 60 jóvenes que se habían entrenado y estaban esperando para incorporarse a la guerrilla; de La Habana podría venir otro grupo de estudiantes bolivianos, argentinos y de otros países del continente que ya estaban entrenados y continuaríamos la lucha en mejores condiciones.

Pienso que la epopeya del Che en Bolivia dejó un gran ejemplo, que está  avalado por nuestras propias tradiciones combativas. En toda la campaña de Bolivia no hay una sola señal de abatimiento, de falta de confianza en la victoria y en el futuro, ni siquiera el día 7 de octubre.

Cuando volvemos a leer el diario del Che podemos comprobar que es ejemplo de firmeza y de fe en el porvenir. Ello no es más que la continuación del espíritu de lucha de la Revolución cubana, que a pesar de todas las dificultades siempre ha seguido batallando, resistiendo, es la misma escuela, la misma concepción, los mismos principios  que guiaron la actuación de aquel puñado de hombres que combatimos junto al Che.

Acerca del autor

Graduada de Periodismo. Subdirector Editorial del Periódico Trabajadores desde el …

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