Vamos al grano

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El aniversario 50 de la creación del Instituto de Investigaciones de Granos se celebró en acto solemne, desarrollado en el Palacio de las Convenciones de La Habana, donde se trasmitió se recordó que a principios de 1969, el Comandante en Jefe Fidel Castro, tuvo la iniciativa de establecer un área experimental, que llamó Niña Bonita, donde se realizaron los estudios de las primeras variedades de arroz, del tipo índica semi enana traída desde Filipinas.

Reconocimiento a un científico que ha conquistado dos veces el título de doctor con sus investigaciones: Dámaso Castillo Toro. Fotos: Ana Margarita González

Ese fue el embrión que condicionó el trabajo de la institución, a fin de cubrir todas las necesidades de investigación. Antes del triunfo de la Revolución, los estudios sobre el cultivo del arroz se realizaron en la Estación Agronómica de Santiago de las Vegas.

La necesidad  impostergable del desarrollo del cultivo dio lugar a la creación de varios centros de experimentación agrícola, en zonas de occidente, centro y oriente, entre ellas, la Estación Experimental Niña Bonita, de Bauta, que se convirtió en el Instituto de Investigaciones del Arroz, actualmente, Instituto de Investigaciones de Granos.

Telce González Morera, director general de la institución en palabras que resumen el quehacer del IIG, recordó que Fidel, con esa extraordinaria capacidad de viajar al futuro y luego regresar para contarnos —parafraseando a García Márquez—, nos dejó el camino sembrado de ideas y proyecciones y éstas, fertilizadas por la verdad, renacen en nuestro quehacer cotidiano, en su total vigencia.

“Contar con la impronta de Fidel desde nuestros orígenes y haber trazado el  camino con su pensamiento, ha sido nuestra mayor fortaleza. Su espíritu creador, siempre crítico, analizando todo con métodos profundamente científicos, nos permitió un enfoque integral en nuestras investigaciones, orientarnos a las prioridades e identificar estratégicamente los temas necesarios para su estudio.

“La historia del instituto se inició a partir de granitos, pequeñas cantidades de granitos de arroz que fueron evolucionando y construyendo fuertes compromisos en nuestros técnicos. De esta forma surgimos hace cincuenta años, cumpliendo el objetivo de acompañar al programa de producción de arroz creado por la Revolución dos años antes, en 1967”.

Como ejemplos del trabajo desarrollado en estos 50 años, Telce González dijo que a través del Programa de Mejoramiento Genético del Arroz se han liberado 67 variedades, y hay disponible gran diversidad con materiales para diferentes épocas de siembra, ecosistemas, tolerantes a sequía, salinidad, bajas temperaturas, entre otras características.

“Algo muy relevante es el trabajo de coordinación e integración. En estos momentos incorporamos nuevas líneas de trabajo al mejoramiento como el arroz híbrido, el incremento del valor nutricional, arroces específicos como pigmentados y aromáticos. En este programa han participado muchas instituciones como: Instituto Nacional de Ciencias Agrícolas, CEADEN y el CIGB.

“Se creó el programa de producción de semillas con infraestructura en todo el país. El Instituto ha suministrado las semillas de las categorías original, básica y en los últimos años parte de la registrada. Trabajamos en la conservación de los recursos fitogenéticos y contamos con un banco de germoplasmas que hoy conserva más de 3 mil accesiones.

“En el área de protección de plantas, se ha contribuido al establecimiento del manejo integrado de plagas lo que ha permitido la disminución de las aplicaciones de plaguicidas al cultivo, la obtención de variedades propias resistentes al daño mecánico del insecto Tagosodes orizicolus, sogata, unido con las prácticas de manejo, logró disminuir las aplicaciones de insecticidas de más de 10 en un ciclo del cultivo a 1.5 veces. De igual manera hay importantes contribuciones en el manejo de malezas, enfermedades y el acaro del arroz, Steneotarsonemus spinki.

“Trabajamos en todos los eslabones de la cadena por lo que llegamos a la cosecha y poscosecha. Nuestras variedades se liberan a la producción con sus correspondientes estudios de calidad del grano, momento óptimo de cosecha y normas para su secado y molinado.

“Contamos con variedades adecuadas para ofrecer a la familia cubana desde un buen congris, un rizotto, una paella y quizás hasta el sushi. La integración con entidades del MINAL como el Instituto de Investigaciones de le Industria Alimenticia y la Facultad de Química de la Universidad de la Habana, han sido imprescindible para llegar a estos resultados.

“En el 2009 la institución enfrentó una gran transformación, nuestra misión se amplió desde el arroz al resto de los granos. Fue así como tres de las prioridades principales del Ministerio de la Agricultura para la sustitución de importaciones, están dentro de nuestro contenido de trabajo: arroz, maíz y frijoles.

“No nos asustamos, en poco tiempo se crearon los programas de mejoramiento genético de maíz y frijol, se restablecieron vínculos de trabajo con instituciones internacionales líderes en estos cultivos y apenas unos años después ya estábamos poniendo a disposición de los productores nuevas variedades de estos cultivos.

“Las nuevas variedades de frijol y maíz liberadas por el instituto, cada día se generalizan más y logran un mayor impacto en la producción. De los protagonistas de esta impronta, los productores, tenemos una pequeña pero muy valiosa representación aquí, a los que les agradecemos en nombre de todos los trabajadores por acompañarnos cada día en nuestro trabajo.

“Para esparcir conocimiento científico, desde los inicios el instituto ha tenido la extensión agraria como uno de sus temas principales de trabajo. En todos estos años, se ha trabajado por difundir el conocimiento que se genera, así como los resultados que se obtienen. Se destacan las reuniones de instructivos técnicos, las ediciones de estos documentos, los trabajos de validación y generalización por todo el país.

En los últimos años, con la cooperación técnica con el Gobierno de Vietnam y de Japón, se han introducido nuevos principios ajustados a los nuevos escenarios, esto ha permitido que los vínculos del instituto con los productores sean cada vez más fuertes. La red de productores extensionistas crece cada día más, se consolida y se hace más rica, ya se han realizado 5 reuniones y en el próximo año se realizará la 6ta y la 7ma con un mayor número de productores, se aspira a terminar el 2020 con más de 400. Sin dudas sus potencialidades para lograr mayores impactos en la producción, de la ciencia y la innovación tecnológica, se hacen mayores.

No podemos dejar de resaltar el papel de la cooperación internacional recibida, desde los inicios existió muy fuerte vínculos con países como Francia, la antigua URSS, el IRRI de Filipinas, el CIAT de Colombia entre otras. En los últimos 19 años de trabajo los proyectos de cooperación con Vietnam y Japón han jugado un rol protagónico en la formación de recursos humanos, la transferencia de tecnologías nuevas, metodologías de trabajo, entre otros.

En el caso de Japón y Vietnam, el instituto ha creado modelos de cooperación que logran altos impactos en la producción. Aprovecho la oportunidad para en nombre de los trabajadores y los productores, trasmitir nuestro agradecimiento a los gobiernos de ambos países.

El director del centro aseguró que es imposible dejar de recordar a algunos ausentes, siempre presentes,  porque mucho quedó de cada uno de  ellos en nuestro instituto, como Justo Cordero, primer director de la entidad, Marcial Moreira, Lucas Colon, Alfredo Gutiérrez, Macho, al doctor Sanzo; el empeño de Arturo por no aplicar insecticidas a la Sogata, en Granma, los estudios de densidades y niveles y la insistencia en la variedad Caribe 7 de Galano, los bioproductos de Digna, la informática de Luisito, la sonrisa de Eddy, los cuentos místicos de Seboruco, Alvarito con sus insectos y a Osmar Morales.

“Nos quedan por delante grandes retos, por ello encaminaremos nuestras proyecciones en un grupo de prioridades dentro de las que se encuentran terminar las inversiones en las instalaciones de la sede central y sus estaciones territoriales, consolidar el área agrícola, y continuar los programas de mejoramiento genético de granos enfocados al cambio climático, mayor calidad nutricional e incrementos en la diversidad de productos, entre otros.

“No podemos estar satisfechos, aún existen brechas en las que la ciencia tendrá que trabajar fuertemente de conjunto con los productores”.

En el acto dieron lectura a una carta de reconocimiento de Nguyen Hong Son, presidente de la Academia de Ciencias Agrícolas de Vietnam por los 50 años del instituto, que muestra la satisfacción porque durante los últimos 20 años el IIG ha sido un puente para la colaboración en el desarrollo de los cultivos de granos.

Al clausurar el acto, Lázaro Díaz Rodríguez, director de la División de Arroz, del Grupo Agrícola, mencionó el quehacer de la institución que ininterrumpidamente ha estado al servicio del sistema de la agricultura y sus productores. El Mejoramiento Genético, El Banco de Germoplasma de Granos, la producción de semillas, riego, protección vegetal, nutrición y post cosecha de arroz, así como el trabajo en frijol y maíz permitió conocer los principales resultados del instituto.

La ocasión sirvió para reconocer a quienes han marcado pauta en el devenir de la institución, entre ellos fundadores, científicos, productores líderes, entre ellos al doctor Dámaso Castillo Toro, por la inmensa obra científica que ha atesorado en su vida laboral.

Estímulo a fundadores de la institución

Estuvieron presentes en el acto Carlos Espinoza Piedra, miembro Buró Provincial del Partido en Artemisa; Juan Domínguez Miranda, presidente de la Asamblea Provincial del Poder Popular en esa provincia y José Antonio Hernández, primer secretario de Comité Municipal del Partido, en Bauta, entre otros.

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