Rumbatá: el grito por la rumba cubana

Rumbatá: el grito por la rumba cubana

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Diez días y un poco más de 840 planos. Esa podría ser una idea de lo que fue la filmación del documental Rumbatá, dirigido por la actriz Isabel Santos y que hace unos días se presentó por primera vez en Camagüey.

Presentación documental Rumbatá Foto: Rodolfo Blanco Cué. ACN

Pero verlo así sería simplificar lo que para el equipo de realización y la agrupación agramontina, de igual nombre, fue el preludio de algo grande, de algo que se debía contar sobre la rumba y que le urgía a la cultura cubana en general.

“Siempre estoy tratando de buscar historias hermosas para hacer aquí, explica Isabel, porque esta es la provincia donde nací y donde vive mi familia. Y cuando me topo con este hombre, Wilmer Ferrán, director del grupo, quien fue bailarín de ballet clásico, y abandonó su carrera nada más y nada menos que para crear un grupo de rumba, no podía pensar en otra cosa que contar esa historia”.

La actriz y documentalista cubana Isabel Santos junto al equipo de realización del documental Rumbatá Foto: Rodolfo Blanco Cué (ACN)

“Para poder hacerlo me pasé unos seis meses estudiando sobre este género musical. Luego gestionando lo necesario para filmar un documental fuera de La Habana. Las ayudas fueron muchas, y esenciales como la de la Oficina del Historiador de la Ciudad, que aun cuando algunas instancias de dirección no valoraron las virtudes culturales de la rumba, capaz de llamar y convocar a miles de personas en las calles de una Cuba mestiza, de todos, el historiador comprendió la importancia de este género musical”.

Rumbatá se presenta como una alabanza a la rumba y en 50 minutos cuenta la historia y la verdad de la popular agrupación lugareña que rellena vacíos y reclama el lugar que le corresponde.

“En las calles, aunque no se dice, hay un racismo hacia la rumba y este filme es un grito, que demuestra que no es marginal y que atrae a muchos. Puede ponerse viejo si resuelven muchos de los problemas que allí se plantean, pero es importante hacerlo en esta ciudad en la cual, por cultura, la rumba no es plato fuerte y también es un regalo para las nuevas generaciones”, acotó Isabel Santos.

Rafael Solís, director de fotografía, Isabel Santos, directora del documental y Wilmer Ferrán, director de Rumbatá FOTO:Rodolfo Blanco Cué

La documentalista señaló que todo lo que se presentó en el producto final fue pensado en un papel, el guión nunca se cerró del todo para que se pudiera enriquecer con las opiniones del resto del equipo y de lo que surgiera. Le faltaron planos por incorporar; ella, confiesa, hubiese querido que la gente se moviera más, pero es actriz y sabe que es complicado. Por ahora alega que no va a hacer otro sobre música, pero está contenta con el resultado, porque los muchachos de Rumbatá lo están.

Para Wilmer fue un reto porque se convirtió en actor, pero a la vez es la principal razón que lo motivó a seguir luchando por la rumba, esa, como dijo en el documental, a la que no se le puede tener miedo porque no levantará ningún adoquín.

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