Contra el terror: orgullo Quispe-Mamani y pasión Apaza-Condori

Contra el terror: orgullo Quispe-Mamani y pasión Apaza-Condori

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Por Alejandro Esteban, especial para Trabajadores

Ni el ridículo decorado con el que se presenta la autoproclamada presidenta interina de Bolivia, Jeanine Áñez, puede ocultar el clima de terror, represión y muerte que vive la nación latinoamericana de mayor crecimiento económico y estabilidad social durante los últimos 14 años.

En una muestra del más flagrante y oprobioso racismo —ha manifestado que “los indios deben irse al altiplano o al Chaco”—, Áñez toma decisiones a velocidad crucero, en las que combina el terror y aumento de los muertos por la represión, con la dilación al proceso electoral que demanda la nación.

La que se autoproclamó “presidenta” emitió el viernes último, 15 de noviembre, un decreto que autoriza la violencia castrense. El saldo hasta ahora es de 24 muertes, pero la cifra crece y los autores quedan eximidos por decreto. La disposición llegó luego de la masacre en Cochabamba contra la marcha de trabajadores cocaleros que exigía el regreso del presidente Evo Morales. Solo allí hubo nueve muertos y 105 heridos.

Son crímenes autorizados que cuentan con el visto de la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión Europea, cuyo embajador, León de la Torre Krais, ratificó este domingo un apoyo especial a Añez para llevar adelante “la pacificación del país, y recuperar y consolidar la democracia boliviana”.

En apenas 24 horas, Áñez rompió relaciones con Venezuela, permitió arremetidas y allanamientos contra médicos cubanos, dispuso la retirada de Bolivia del Alba y se desligó de Unasur.

¿Y quién es Jeanine Áñez, la cara y cruz del golpe ahora institucionalizado? Apenas obtuvo el 4,4 % de los votos en los comicios de octubre, pero es la cara de la derecha tradicional forjada por el dictador Hugo Banzer (entre 1971 y 1978) —luego presidente por votos entre 1997 y 2001—, y la cruz que se cobija, por ahora, en el paraguas de la OEA y su secretario general Luis Almagro.

Ante el terror se impone el empuje de aymaras, quechuas y otras minorías indígenas, así como de la población trabajadora, humilde, luchadora de ciudades como El Alto. ¿Sus armas? El orgullo de los Mamani (apellido que en aymara significa halcón de potente vuelo) y Quispe (en quechua: cristal o el que brilla); así como la pasión de los Apaza (en aymara, los que cautivan corazones) y de los Condori (en quechua, el cóndor que avanza).

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