Che: verdades de Cuba en la OEA (+ video)

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Un valiente y medular discurso del Comandante Ernesto Che Guevara en Punta del Este,  Uruguay,  llevó en 1961 a la OEA las verdades de Cuba y la denuncia de las intenciones del imperialismo hacia nuestro país y América Latina.

 

El justamente llamado Canciller de la Dignidad Raúl Roa, calificó a la OEA de ministerio de colonias yanqui. Este papel servil lo continúa desempeñando dicha organización que pretende apoyar una intervención contra contra Venezuela, en abierta contradicción con la declaración de zona de paz acordada en La Habana para preservar a la región de la guerra.

Vale recordar la magistral y valiente intervención del Comandante Ernesto Che Guevara el 8 de agosto de 1961.en la  quinta sesión plenaria del Consejo Interamericano Económico y Social, efectuada en Punta del Este, Uruguay, en el que descaracterizó a la OEA y denunció su servilismo al imperio.

“Tengo que decir  -expresó- que Cuba interpreta que esta es una Conferencia política, que Cuba no admite que se separe la economía de la política y que entiende que marchan constantemente juntas. Por eso no puede haber técnicos que hablen de técnica, cuando está de por medio el destino de los pueblos. Y voy a explicar, además, por qué esta Conferencia es política; es política, porque todas las conferencias económicas son políticas; pero es además política, porque está concebida contra Cuba, y está concebida contra el ejemplo que Cuba significa en todo el Continente americano”.

Demostró que en el informe puesto a consideración de los delegados se enjuiciaba a Cuba desde el punto de vista político “pues bien,  puntualizó, desde el punto de vista político Cuba dirá todas sus verdades y, además, desde el punto de vista económico también”.

Comentó la afirmación hecha en el informe de que “Una nueva etapa comienza en las relaciones de los pueblos de América”, y dijo que era cierto  pero aclaró que esa nueva etapa comenzaba bajo el signo de Cuba, Territorio Libre de América, y enfatizó que ese cambio cualitativo en América consistía en que un país se pueda alzar en armas, destruir a un ejército opresor, formar un nuevo ejército popular, plantarse frente al monstruo invencible, esperar el ataque del monstruo y derrotarlo también.

“Y eso es algo nuevo en América, señores; eso es lo que hace hablar este lenguaje nuevo y que las relaciones se hagan más fáciles entre todos, menos, naturalmente, entre los dos grandes rivales de esta Conferencia” recalcó.

Dijo que la historia de la Revolución era corta en años pero rica en hechos positivos y también en las amarguras de las agresiones sufridas.

Enumeró la reacción violenta de Estados Unidos en 1959 ante la Ley de Reforma Agraria,  como medida fundamental económica del Gobierno Revolucionario, al utilizar aviones piratas que provocaron víctimas en la población habanera, a lo que se unieron quemas de campos de caña, bombardeos a objetivos industriales, el criminal estallido del vapor La Coubre en la rada capitalina que ocasionó un centenar de muertos.

Como parte de esa agresividad creciente, se refirió igualmente a la negativa de las compañías estadounidenses de petróleo  que operaban en Cuba a procesar el petróleo que Cuba había  comprado a la Unión Soviética, la agresión económica contra el azúcar cubano, y finalmente la reunión de la OEA en Costa Rica en agosto de 1960 donde se condenó enérgicamente la intervención o amenaza de ella de una potencia extracontinental en asuntos de las repúblicas americanas.

“Es decir, analizó el Che,  los países hermanos de América, reunidos en Costa Rica, nos negaron el derecho a que nos defendieran. Es una de las más curiosas negaciones que se ha producido en la historia del Derecho Internacional. Naturalmente que nuestro pueblo es un poco desobediente a la voz de las asambleas técnicas y se reunió en la Asamblea de La Habana aprobando, por unanimidad -más de un millón de manos levantadas al cielo, una sexta parte de la población total del país-, la declaración que se llamó Declaración de la Habana.”

Tras leer algunos fragmentos de la combativa Declaración,  recordó que esta condenó la explotación del hombre por el hombre y la explotación de los países subdesarrollados por el capital financiero imperialista.

“Aquella fue, dijo,  una declaración de nuestro pueblo, hecha a la faz del mundo, para demostrar nuestra decisión de defender con las armas, con la sangre y con la vida, nuestra libertad y nuestro derecho a dirigir los destinos del país, en la forma que nuestro pueblo considera más convincente.”

En su extenso y potente discurso el Che siguió enumerando otras medidas económicas de Estados Unidos contra Cuba, que fueron contrarrestadas con la ayuda de la Unión Soviética y mencionó el llamado Libro Blanco, calificado por él como una obra maestra de la beligerancia y la ingenuidad política, una acusación llena de tergiversaciones sobre la realidad cubana que estaba concebida como preparación  de lo que estaba por venir: la fracasada invasión mercenaria por Playa Girón, que no constituyó el fin de las agresiones, como demostró ante los participantes en el cónclave..

Consideró necesario y lo hizo, explicar qué era la Revolución cubana “ este hecho especial que ha hecho hervir la sangre de los imperios del mundo y, también, hervir la sangre, pero de esperanza, de los desposeídos del mundo -o de estas partes del mundo, al menos” Y expuso sus principales realizaciones y el carácter solidario de los revolucionarios cubanos.

Posteriormente pasó al análisis del tema económico y abordó con agudeza y fina ironía  lo que consideraba acerca de la planificación del desarrollo económico y social en la América Latina.

En este sentido se cuestionó: ¿Cuál es la posición que verdaderamente conduzca a una auténtica planificación, que debe tener coordinación con todos, pero que no puede estar sujeta a ningún otro organismo supranacional?

Y respondió: “Nosotros entendemos -y así lo hicimos en nuestro país, señores Delegados-, que la condición previa para que haya una verdadera planificación económica es que el poder político esté en manos de la clase trabajadora. Ese es el sine qua non de la verdadera planificación para nosotros. Además, es necesaria la eliminación total de los monopolios imperialistas y el control estatal de las actividades productivas fundamentales. Amarrados bien de esos tres cabos, se entra a la planificación del desarrollo económico; si no, se perderá todo en palabras, en discursos y en reuniones.” Y aportó abundantes ejemplos de lo que había logrado en poco tiempo la Revolución cubana tanto en el aspecto económico como social.

Denunció a la «Alianza para el Progreso» como un vehículo destinado a separar al pueblo de Cuba de los otros pueblos de América Latina, a esterilizar el ejemplo de la Revolución cubana, y, después, a domesticar a los otros pueblos de acuerdo con las indicaciones del imperialismo,  y llamó a hacer la Alianza de manera que “crezcan de verdad las economías de todos los países miembros de la Organización de Estados Latinoamericanos; que crezcan, para que consuman sus productos y no para convertirse en fuente de recursos para los monopolios norteamericanos; que crezcan, para asegurar la paz social, no para crear nuevas reservas para una eventual guerra de conquista; que crezcan para nosotros, no para los de afuera. Y a todos ustedes, señores Delegados, la Delegación de Cuba les dice, con toda franqueza: queremos, dentro de nuestras condiciones, estar dentro de la familia latinoamericana; queremos convivir con Latinoamérica; queremos verlos crecer, si fuera posible, al mismo ritmo en que estamos creciendo nosotros, pero no nos oponemos a que crezcan a otro ritmo. Lo que sí exigimos es la garantía de la no agresión para nuestras fronteras.”

Finalizó narrando un episodio ocurrido en Cuba ante la posibilidad de una agresión que se sabía que vendría pero no se conocía cuándo ni por dónde.

“Pensábamos, recordó,  que iba a ser muy grande. Esto se produjo antes de la famosa advertencia del Primer Ministro de la Unión Soviética, Nikita Khrushchov de que sus cohetes podían volar más allá de las fronteras soviéticas. Nosotros no habíamos pedido esa ayuda, y no conocíamos esa disposición de ayuda. Por eso, nos reunimos, sabiendo que llegaba la invasión, para afrontar como revolucionarios nuestro destino final. Sabíamos que si los Estados Unidos invadían a Cuba, una hecatombe habría, pero en definitiva seríamos derrotados y expulsados de todos los lugares habitados del país.

“Propusimos, entonces, los miembros del Estado Mayor, que Fidel Castro se retirara a un reducto de la montaña y que uno de nosotros tomara a su cargo la defensa de La Habana. Nuestro Primer Ministro y nuestro Jefe contestó aquella vez, con palabras que lo enaltecen -como en todos sus actos- que si los Estados Unidos invadían a Cuba y La Habana se defendía como debiera defenderse, cientos de miles de hombres, mujeres y niños morirían ante el ímpetu de las armas yanquis, y que a un gobernante de un pueblo en revolución no se le podía pedir que se refugiara en las montañas, que su lugar estaba allí donde se encontraban sus muertos queridos, y que allí, con ellos, cumpliría su misión histórica.

“No se produjo esa invasión, pero mantenemos ese espíritu, señores Delegados. Por eso, puedo predecir que la Revolución cubana es invencible, porque tiene un pueblo y porque tiene un gobernante como el que dirige a Cuba”, y con esas palabras finalizó su discurso.

 

 

Acerca del autor

Graduada de Periodismo. Subdirector Editorial del Periódico Trabajadores desde el …

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