En Santiago de Cuba: Mística comunión con el barro

En Santiago de Cuba: Mística comunión con el barro

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La cerámica artística en Cuba se inició hacia finales de la década de los cuarenta del pasado siglo,  bajo la tutela del doctor Juan Miguel Rodríguez de la Cruz, un respetable médico que para tales fines tenía un taller en la periférica barriada capitalina de Santiago de las Vegas, donde eminentes artistas, como Wifredo Lam, Amelia Peláez, Mariano Rodríguez  y René Portocarrero, entre otros, participaban con él en la decoración de objetos utilitarios. En aquel lugar se forjó esta expresión del arte que se ha extendido por todo el archipiélago y que al paso de más de 70 años aún precisa de un mejor reconocimiento en las artes visuales insulares.

 

Dentro de los artífices que cultivan este género, surgido de la combinación de los cuatro elementos esenciales de la vida (fuego, agua, aire y tierra), se encuentra el santiaguero Luis Aragón Téllez, poco conocido en el ámbito nacional no obstante la indiscutible fuerza y calidad de sus trabajos, en los que sin negar la naturaleza misma del material, trata los temas más variados a través de una diversidad formal. Entre sus iconografías sobresalen las tridimensionales, de diferentes formatos, muchas de estas recrean notables personalidades de la historia y la cultura.

En su pequeño taller ubicado en el sótano de uno de los edificios de 18 plantas de la céntrica avenida Garzón, en la Ciudad Heroína, este inquieto y soñador artista manipula el barro con sorprendente habilidad creativa, en una suerte de comunión mística de la que surgen disímiles proyectos, tanto de carácter utilitario como artístico, o la conjunción de ambos, para crear en el espectador excitantes experiencias estéticas en las que puede disfrutarse del llamativo ennoblecimiento de la arcilla entre sus manos.

Graduado de técnico de nivel medio en Artesanía, en el politécnico Pepito Tey, de Santiago de Cuba (2001), muchas de sus obras escultóricas han sido colocadas en distintas plazas e instituciones de aquella urbe, donde sobresalen  las relacionadas con la familia Maceo Grajales, como el busto de Mariana ubicado en el Sitial Maceísta de la Casa de las Madres de los Mártires; así como la pieza titulada Las Marianas de estos tiempos, emplazada en el Centro de Estudios Maceístas, el cual en el año 2016 le hizo entrega al artista de un reconocimiento por haber contribuido, con su obra, a preservar la memoria histórica de la emblemática familia mambisa.

 

Varios bustos inspirados en el Héroe Nacional de Cuba, José Martí, y otras producciones en cerámica artística alegóricas a la cultura, la educación, la salud pública y la sociedad santiaguera, también enriquecen el currículo de este artífice que se inició como tornero alfarero en el año 2003 en la Fundación Caguayo. Tras haber participado en numerosas exposiciones personales y colectivas, en el año 2009 ingresó en la  Asociación Cubana de Artesanos Artistas (Acaa).

La solidez en su quehacer artesanal y escultórico le ha permitido ser solicitado para decorar diversos centros santiagueros, como el Bohío de La Trova, el Cabildo Teatral, la unidad presupuestada de Apoyo a la Actividad Cultural, la biblioteca América Domitro, la secundaria básica Félix Varela y Morales y la  Casa de Cultura Miguel Matamoros, donde inconcebiblemente su impresionante  busto inspirado en José Martí, instalado allí, fue sustituido por una rutinaria y pobre figura del Apóstol realizada en yeso.

Durante los años 2016 y 2017 Luis se desempeñó como instructor de artes plásticas de la Dirección Municipal de Cultura en Santiago de Cuba y desde hace algunos años es colaborador del proyecto literario Vuelo de mujer, cuyos premios anuales consisten en una pieza donada por este artífice, quien es invitado recurrente a las bienales Arte del Fuego, convocadas por la filial de la Acaa en Matanzas.

Hombre emprendedor y sencillo, él opera el barro como si se tratara de un juego en el que ejercita sus habilidades artesanales,  y  el resultado  es  un  arte que,  como  expresó  Alejandro  G.  Alonso —director del Museo Nacional de la Cerámica Artística durante muchos años hasta su fallecimiento— “no es arte decorativo, ni arte aplicado, ni artesanía solamente”. Es mucho más.

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