Los guardianes del agua (+ Fotos)

Los guardianes del agua (+ Fotos)

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Despuntaba la mañana. Llegaron con una barreta y una pala y se “fajaron” con el asfalto. Había que quitarlo “a puro corazón” para después sacar la tierra y las piedras y llegar hasta la conductora. El equipo que hace accionar el martillo neumático está roto y el salidero de agua cada vez es más grande. Hay que eliminarlo.

Eliminar los salideros en las conductoras es uno de los retos más significativos que afrontan los trabajadores hidráulicos en el país. Foto: Noema Díaz Muñoz
Eliminar los salideros en las conductoras es uno de los retos más significativos que afrontan los trabajadores hidráulicos en el país. Foto: Noema Díaz Muñoz

Pasa la gente y apenas observan a esos dos hombres que a los 15 minutos estaban empapados de sudor. Desde la puerta de mi casa los miro atentamente.

El sol comienza a sentirse más. “Está que ya parte la espalda”, me dijo uno cuando me acerqué. Poco a poco se fue formando una loma de tierra amarillosa y piedras blanquecinas. Como a la hora y media apareció la conductora. “Tiene más de cien años”, aseguró el que accionaba la pala. Dejaron la tubería totalmente descubierta. “Aquí está la rotura”, afirmó el que se encontraba dentro del hueco.

Mantener en buen estado los sistemas existentes en las presas es otro de los propósitos de quienes laboran en el sector. Foto: José Luis Martínez Alejo
Mantener en buen estado los sistemas existentes en las presas es otro de los propósitos de quienes laboran en el sector. Foto: José Luis Martínez Alejo

Volví a la casa y puse la cafetera. Lo menos que podía hacer era brindarles algo a esos consagrados trabajadores de la entidad de Acueducto y Alcantarillado. Al rato les llevé un pomo con agua fría y dos vasos con café acabado de colar. “No sabe cuánto se lo agradecemos; esta ‛pincha’ es dura”, dijo el de mayor edad.

“Y ahora, ¿cómo arreglarán eso?”, les pregunto. “Ya veremos”, responde uno de ellos. De un saco sacaron dos láminas metálicas con varios orificios y unos tornillos largos. Con una tijera grande cortaron dos pedazos de una cámara que alguna vez estuvo dentro del neumático de un camión. Los pusieron encima y debajo del tubo, colocaron las láminas, introdujeron los tornillos, pusieron las tuercas y con dos llaves de las conocidas como picoloro las ajustaron al máximo.

No importan las condiciones del terreno ni los obstáculos; las labores hay que ejecutarlas. Foto: Periódico Escambray

Eran cerca de las doce del mediodía. El sol y el calor se hacían insoportables. “Hay que dejar el hueco abierto hasta que abran las válvulas por la tarde a ver si se sale el agua”, explicó uno de ellos.

“Esto es así todos los días, en un sitio u otro de la ciudad. Son muchos los salideros y pocos los recursos. A veces tenemos que trabajar hasta de noche, con el agua a la cintura, pero qué le vamos a hacer; esta es nuestra ‘pincha’ y hay que hacerla lo mejor posible, ¿verdad?”, afirma el más experimentado.

A eso de la 1:00 p.m. vino un tractor con una carreta y se subieron en ella, con sus dos sacos de herramientas y otros materiales. “Por la tarde nos toca otro salidero más grande que este”, me dijo uno mientras se despedía.

Pasé toda la tarde impaciente. Cuando el agua anunció su presencia en la llave bajita que está en el pasillo de mi casa, corrí hasta el hueco para ver la conductora. ¡No se salía! El duro trabajo ejecutado por esos dos trabajadores, a quienes lamentablemente no les pregunté sus nombres, eliminó el salidero y permitió que mejorara la presión.

Así son los hidráulicos: abnegados, entregados, sacrificados, humildes, laboriosos…

Hoy es el día dedicado a homenajearlos. Desde este sitio llegue nuestro reconocimiento, dondequiera que se encuentren, ya sea en los acueductos que funcionan en los macizos montañosos, en los complejos hidráulicos establecidos en los embalses, en el establecimiento de nuevas conductoras para mejorar el suministro en populosos barrios de la capital del país…

Acerca del autor

Graduado de Profesor de Educación General en el Instituto Superior Pedagógico Félix Varela, de Villa Clara, Cuba (1979). Ha laborado en la Revista Juventud Técnica, semanario En Guardia, órgano del Ejército Central, periódicos Escambray, CINCO de Septiembre y Granma. Desde el año 2007 es corresponsal de Trabajadores en la provincia de Cienfuegos. Está especializado en temas económicos y agropecuarios. En 1999 acompañó en funciones periodísticas a la segunda Brigada Médica Cubana que llegó a Honduras después del paso del huracán Mitch. Publicó el libro Verdades sin puerto (Editorial cubana MECENAS). Ha estado en otras tres ocasiones en esa nación centroamericana, en funciones periodísticas, impartiendo conferencias a estudiantes universitarios, asesorando medios de comunicación e impartiendo cursos-talleres sobre actualización periodística a periodistas y comunicadores. Multipremiado en premios y concursos internacionales, nacionales y provinciales de Periodismo. Fue merecedor del Premio Provincial Periodístico Manuel Hurtado del Valle (Cienfuegos) por la Obra de la Vida – 2012. Le fue conferido el Sello de Laureado, otorgado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura (SNTC). Mantiene evaluación profesional de Excepcional.

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