Cuando el magisterio corre por las venas

Cienfuegos.— En ocasiones el amor es inseparable del sacrificio. Es pulso tenaz y hermoso. Capaz de dejar huellas poderosas e infalibles. Lo anterior es flor cotidiana en la escuela Carlos Manuel de Céspedes, donde el activista Jorge Enrique Navarro, pertrechado de paciencia y conocimientos, adentra a los niños en el bello y difícil universo del taekwondo.

“Soy profesor de inglés en la Universidad Carlos Rafael Rodríguez. Mi pasión por este arte marcial nació cuando comencé a apoyar a mi hijo mayor Darío Enrique. Hoy es miembro del equipo nacional”. Asegura nuestro entrevistado que la feliz rutina de la casa de altos estudios a la práctica deportiva es imprescindible para él. “Lo mismo soy entrenador que alumno. El tercer dan Rigoberto Gutiérrez me acogió y no lo defraudé. Aprendo mucho de él y los niños”.

Aclara que el camino a pesar de ser gratificante no ha sido sencillo. “Al principio fui a la Facultad de Cultura Física a ver a los especialistas. Me nutrí de un grupo de experiencias y conocimientos que no solo sirvieron para ayudar a mi hijo sino a los que entreno en la actualidad. Siento orgullo de esta área deportiva. A falta de recursos materiales nos sobra pasión y voluntad. Es algo que nos nace y necesitamos volcarlo por el bien de todos”.

El magisterio no solo se estudia. Ocasionalmente brota desde los genes. Bienvenidas sean las personas así. “Tratamos de formar buenos seres humanos. Es la idea principal. Sabemos que no todos podrán acceder al equipo nacional, pero les inculcamos valores. Es constante la misión de infundirles la importancia de respetar y tenemos la firme ley de que quien emplee negativamente lo aprendido queda separado del área”.

Confiesa que al inicio de esta empresa algunos padres dudaban.  “Decían, no es posible, ¿profesor de inglés y taekwondoca? Ahora están de acuerdo con mi metodología. No paro de estudiar. Antes de impartir una clase me preparo a cabalidad. Los pequeños siempre tienen deseos de aprender con paciencia y pedagogía”.

Comentó también lo importante de ampliar espacios como este. “La sociedad necesita acercarse a proyectos en los que no se discrimina a nadie. Me siento parte de este bello propósito. El Inder me tiene a su disposición”. Cientos de humildes gestas esculpen a diario los seres humanos en diversos rincones del mundo. La de Jorge Enrique brilla como el oro macizo. ¿La razón? Nace desde la raíz, que hará más robusto al árbol del futuro.