Un primero de mayo que marcó el futuro

Un primero de mayo que marcó el futuro

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Cuentan que aquel Primero de Mayo de 1959 las calles se habían estrechado un poco más y miles de camagüeyanos, – dicen que unos 50 mil, a lo mejor fueron más –, caminaban hacia un mismo sentido, hacia la tribuna que presidía las celebraciones por el Día Internacional de los Trabajadores, en busca de un hombre, Camilo Cienfuegos.

El periódico provincial Adelante reseñó la visita de Camilo como algo nunca visto, como una marcha de pueblo. Foto: Gretel Díaz Montalvo
El periódico provincial Adelante reseñó la visita de Camilo como algo nunca visto, como una marcha de pueblo. Foto: Gretel Díaz Montalvo

Todos querían verlo de cerca,  conocer lo que pensaba. Ya se había diseminado la noticia de que encabezaría el desfile por las celebraciones y había que escucharlo.

Quienes asistieron recuerdan que fue “algo nunca visto” y sirvió, sobre todo, para alegrar el alma; y así lo confirman un grupo de combatientes y trabajadores que participaron en aquel suceso.

La historia que vivieron ellos

Antonio, Felipe, Ramiro, Fellín y Eduardo son cinco de los miles de agramontinos que aquel día acudieron a la marcha. Algunos guiados por sus funciones militares, otros como trabajadores o como pueblo interesado en ver a un hombre que era la Revolución misma.

Ya Camilo había manifestado su interés por llegarse hasta Camagüey. “Era un deseo masivo que se veía mientras el desfile avanzaba y se incorporaba más gente”, confirma Antonio Fontes Carbajo, quien combatió en la Sierra Maestra y tuvo la oportunidad, breve, de conocer al Señor de la Vanguardia antes de su visita a la provincia.

Como recuerda Alfredo Aguilar Fexas, más conocido como Fellín y quien también fuera miembro del Ejército Rebelde, otras razones habían guiado la visita del Comandante.

“En los primeros meses de 1959 se habían diseminado algunos comentarios que nos picaban y dolían. Estaban relacionados con el paso de Camilo por Camagüey. Se decía que en los 31 días de tránsito hubo escasa comida y poco apoyo. Eran cosas que crearon ronchas en algunos.

“Y fue precisamente en su discurso que aclaró todo. Habló del apoyo incondicional que tuvo de Alfredo Álvarez Mola y Mario Herrero Toscano, dos camagüeyanos que le sirvieron de guía desde la Sierra Maestra hasta el río San Pedro. Contó como ellos fueron útiles, y cómo luego se enfermaron y no pudieron continuar. Y cómo fue delatado el lugar donde se reponía Alfredito, a quien apresaron, hirieron, torturaron, mataron y además, picaron en trozos para esconder sus restos. Fue un momento inigualable en el que reivindicó a estos hombres y a Camagüey”.

Igual piensa Ramiro López Sánchez. Para él escuchar que hablara tan bien de Alfredo Álvarez, quien fuera su líder como trabajador bancario le llenó de orgullo. “Habló de una forma tan humana, tan linda de Alfredito. Yo a la guerra fui como otros cubanos: comprando bonos, participando en huelgas, por eso quería tanto ver de cerca a ese hombre tan grande. Y fue ahí, en el desfile, que lo vi por primera vez a Camilo y pude comprobar lo grande que era”.

Ideas vigentes

Hoy ese grupo de “muchachones”, que fueron combatientes de todas las maneras posibles, evocan, sobretodo, el discurso, cada una de las palabras, de los tonos que empleó Camilo. Y es como alegan, es necesario no olvidarlo, “porque fue importante en aquellos años y ahora todavía lo es”.

Felipe Avilés Cossio, Ramiro López Sánchez, Alfredo Aguilar Fexas, Fellín, Antonio Fontes Carbajo y Eduardo Rivero Pozas (de izquierda a derecha). Foto: Gretel Díaz Montalvo
Felipe Avilés Cossio, Ramiro López Sánchez, Alfredo Aguilar Fexas, Fellín, Antonio Fontes Carbajo y Eduardo Rivero Pozas (de izquierda a derecha). Foto: Gretel Díaz Montalvo

Felipe Avilés Cossio, el más joven del grupo, lo que más recuerda es el llamado a la unidad que hacía Camilo, la única forma de desarrollar y garantizar la Revolución aún en la actualidad. En ese momento, a tan solo cuatro meses del triunfo uno no se dio cuenta y al paso de los años compruebas su vigencia”.

Como un momento de madurez política, valora Eduardo Rivero Pozas aquel día. “Él vino a participar en la fiesta de los trabajadores, en la primera tras el triunfo, pero también a convocarnos a apoyar a la Revolución y a decirnos que los trabajadores éramos ese ejército que necesitaba el país y que aún necesita”.

Quizás por ello indican con vehemencia, con la sapiencia que otorgan las canas, la importancia de “seguir cumpliendo con el pedido de Camilo, de que cada fiesta por el Primero de Mayo sea masiva y de apoyo a la Cuba que hemos construido y que quedará para el futuro”.

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