Bernardo Lichilín: “El arte lírico exige mucho tiempo de estudio”

Bernardo Lichilín: “El arte lírico exige mucho tiempo de estudio”

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Durante los últimos tiempos, en diferentes espectáculos del Museo de los Trabajadores Palacio de los Torcedores, se ha hecho recurrente la presencia de una de las figuras más sobresalientes del canto lírico en la contemporaneidad insular. Me refiero al reconocido tenor Bernardo José Lichilín Márquez (La Habana, 1966), solista del Centro Nacional de Música de Concierto desde 1999, quien a partir del año 2010 se integró a las principales voces del selecto elenco, que bajo la dirección artística del colega Julio Acanda se presenta en el emblemático centro nocturno El Gato Tuerto, en la capital.

Bernardo Lichilín
Foto: Isabel Aguilera Aguilar

Entre los méritos de la carrera artística de este carismático intérprete, graduado en el Instituto Superior de Arte en 1998, y aplaudido en escenarios de Austria, España, México, Perú y Cuba, se encuentra su habitual presencia en apartadas zonas de la geografía nacional, con importantes exponentes del bel canto, así como su disposición altruista de llevar su arte a cualquier lugar donde se le solicite: centros de trabajo, escuelas, espectáculos conmemorativos… reclamo avalado por la sencillez que emana de un consolidado prestigio profesional, cuyos orígenes se remontan a su infancia, cuando con seis años de edad subió por vez primera a un escenario. “A los 12 años me incorporé, como actor, al grupo de teatro aficionado Arte Clásico Moderno y luego interpreté al payaso Piñatita, con el mago Drakus”.

Lichilín fue alumno aventajado de la profesora rusa Mariana de Gonicht. “La conocí cuando tenía 19 años y fui aceptado en su academia para recibir clases de montaje de voz y repertorio. Ella supo ver en mí un futuro brillante como cantante. Fue difícil el comienzo, pues no sabía música, pero sí tenía una voz timbrada y afinada que requería ser educada. Recuerdo que cuando llevaba pocas clases me dijo: ‘Prepárese, Bernardo, que va a debutar en la sala europea del Museo Nacional de Bellas Artes’.

“Estuve muy nervioso. Podía conducirme bien en público como actor, pero integrar la voz cantada a la actuación es muy complejo para un principiante. Después toqué varias puertas en audiciones y no me admitían, pero Mariana me pedía que no desfalleciera. Tuvieron que transcurrir algunos años para ver mis progresos, porque educar la voz para la ópera y la zarzuela requiere de mucho tiempo de estudio, paciencia, amor y perseverancia”, expresó el multifacético artista, acreedor, entre infinidad de lauros, del Gran Premio en el Concurso Nacional Rita Montaner 1993, así como el de la Prensa Especializada, el de la Canción afrocubana, el pregón y la romanza de la Zarzuela Cubana.

Relata que como “en las audiciones exigían tener estudios musicales, tuvo que comenzar el nivel elemental de música en el conservatorio Gerardo Guanche, en Guanabacoa. Además estudiaba canto con el prestigioso profesor Manuel Pena. Él me llevó a audicionar a la Ópera Nacional de Cuba. Debuté el 20 de septiembre de 1990 con el personaje de Gastón, de La Traviata, en el Gran Teatro de La Habana”.

Uno de los sueños más anhelados por Lichilín ha sido “realizar un fonograma en solitario con alguna discográfica cubana”. Foto: Isabel Aguilera Aguilar
Uno de los sueños más anhelados por Lichilín ha sido “realizar un fonograma en solitario con alguna discográfica cubana”. Foto: Isabel Aguilera Aguilar

A partir de entonces fue frecuente la actuación de Lichilín en significativas puestas en escena de la Ópera Nacional de Cuba, entre ellas su gran éxito en el personaje del Conde de Almaviva, del Barbero de Sevilla, de Rossini, bajo la dirección artística de Juan R. Amán. En ese año también participó en un concierto, en México, en homenaje a Martí y Lecuona.

“En 1995 debuté en el personaje de Edgardo, en la ópera Lucía de Lammermoor, de Gaetano Donizetti. Fue un vaticinio, pues mi profesora de actuación Anita Menéndez me auguró que podía cantar en esa obra en España y sus palabras se hicieron realidad, fue en la ciudad de Vigo. Al finalizar el primer acto, el tenor Adolfo Casas presentó indisposición vocal y el empresario no quiso suspender la función a teatro lleno. Recibí vítores, vivas a Cuba y expresiones de bravo por el cubanito. El público, de pie, me ovacionó. Fue un gran premio por mi esfuerzo, estudio y amor al arte.

En la década de los años noventa del pasado siglo, la zarzuela también acogió las huellas de este tenor que se distingue por su tesitura y extensión vocal. “Hice el personaje de José de la Cruz junto a la reconocida actriz María de los Ángeles Santana en El batey, de Ernesto Lecuona. En 1999 interpreté el papel de Leonardo en el espectáculo multimedia Aquella Cecilia, dirigido por José R. Artigas, para la Cumbre Iberoamericana de Presidentes”.

Otros muchos personajes han sido llevados a escena por este virtuoso vocalista que ha hecho memorables sus temporadas en papeles protagónicos y secundarios de obras de grandes maestros como Wolfgang Amadeus Mozart, Ruggero Leoncavallo, Manuel de Falla, Gian C. Menotti, Gaetano Donizetti, Franz Lehár y Giacomo Puccini.

También asumió el papel de José Betancourt en el espectáculo multimedia Ana Betancourt, de Jorge López Marín; y el de Tranquilino en el sainete El sueño de los Carballos, de Norman Milanés. Recientemente vocalizó el tema Habanera tú, junto a la Orquesta Sinfónica Nacional.

Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, durante los últimos años este brillante cantante ha sido ovacionado por sus conciertos, junto al pianista y compositor Franco Rivero, por la interpretación de los Versos Sencillos de José Martí. Asimismo ha sido invitado a dejar su impronta vocal en varios documentales, entre ellos el dedicado a la vida del naturalista Felipe Poey (1996); Pura música, a la pianista Pura Ortiz, cuyas excelencias en la ejecución de ese instrumento admira, y ha trabajado, con su acompañamiento musical, por más de 20 años.

Reconocido por su buen timbre y volumen de la voz, Lichilín igualmente incursiona en la composición de letras para la interpretación musical. Sus canciones Habanera, Bella mulata, y Destello, esta última dedicada a la Patrona de Cuba, han tenido resonante éxito entre diversos auditorios, que igualmente han aplaudido su musicalización de los versos Adiós, de Carilda Oliver Labra, y Cuando vayamos al mar, de Dulce María Loynaz.

Sin embargo, uno de sus sueños más anhelados ha sido “realizar un fonograma en solitario con alguna discográfica cubana. Hace varios años, entre el 2013 y el 2016, grabé para el sello Colibrí una antología integral para voz y piano, con canciones de Ernesto Lecuona, acompañado por el pianista Franco Rivero. También participaron otros prestigiosos cantantes, pero desconozco las razones por las que ese disco no se ha podido editar aún.

“El arte lírico exige mucho tiempo de estudio. Se debe ser más selectivo a la hora de escoger y aprobar a los jóvenes que incursionan en este género, pues en nuestro país, en el teatro existen pocas fuentes de trabajo”, apuntó.

 


Entre los premios obtenidos por Lichilín se encuentran, además: Premio de la Asociación Hermanos Saíz en el Concurso Escenas Líricas (1991); Primer Premio de Canto en el Concurso Rodrigo Prats; finalista del Concurso Belvedere en la ciudad de Viena, Austria (1992); Primer Premio en Arte Lírico en el Primer Concurso Mariana de Gonicht y Premio de Interpretación en el Festival Habaneras en La Habana (2002). Participó en el Festival de Canto de ciudad Trujillo, Perú, país en el que dirigió el concierto para la Liga contra el Cáncer. Ha recibido numerosos reconocimientos de la CTC, del Sindicato de la Cultura y la Uneac.  


 

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3 comentarios en Bernardo Lichilín: “El arte lírico exige mucho tiempo de estudio”

  1. Ooohhh, tuve que leer en dos partes, cosas que no conocía de este gran cantante, Dios bendiga tu voz y tu linda carrera.
    Felicidades.

  2. Un gran cantante, una bella vos, un artista maravilloso y un amigo muy sincero.
    felicidades siempre!!.

  3. Que linda y bien merecida entrevista le han hecho a este gran tenor cubano, el tiene una de las voces más bellas de la ópera cubana. Bernardo Lichilín es un orgullo de la historia y del patrimonio musical de Cuba, creo que es un honor para el país poder contar con artistas de este nivel vocal.

    Sabemos que su talento ha sido reconocido tanto nacional como internacional, pero me encantaría que el reconocimiento no sea solo sobre el escenario y en periódicos con entrevistas maravillosas como esta, deberian hacer algo para que las disqueras cubanas se interesen por grabarle, ese es el mayor y mejor reconocimiento que puede recibir un cantante, los discos, porque estos son los que en un futuro seguirán manteniendo viva su voz.

    En todos los países del mundo es un lujazo oír y comprar discos de tenores del calibre de Bernardo, estas voces realzan la imagen de las mismas disqueras y de la cultura de todo un país, porque representan el buen arte en el mundo del canto.

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