Guerra y las tres preguntas del adiós

Guerra y las tres preguntas del adiós

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o de manos del presidente del INDER, Osvaldo Vento. Foto: Abel Padrón
José Antonio Guerra recibe un reconocimiento de manos del presidente del INDER, Osvaldo Vento. Foto: Abel Padrón Padilla

El Complejo de Piscinas Baraguá pudo haber estado más lleno, pudo incluso estar más engalanado y hasta pudo ser mayor la divulgación al acontecimiento que ocurrió en la tarde de este 29 de marzo del 2019. Pocas veces se retiran alumno y entrenador, pocas veces el clavados es noticia tan grande en Cuba, pocas veces es posible aplaudir con emoción y orgullo al mismo tiempo a José Antonio Guerra y Lino Socorro.

Sin trusa, lejos de la plataforma que lo hizo el único cubano medallista mundial individual en este deporte (plata en el 2005), pero con la misma alegría que cuando iniciara en la EIDE Orestes Acosta, de Santiago de Cuba, con 7 años, José Antonio Guerra subió al podio del retiro acompañado de su madre Oneida a la izquierda y su esposa Cynthia a la derecha. Atrás quedaban 22 años de carrera, 146 medallas, cuatro Juegos Olímpicos, Juegos Panamericanos, Juegos Centroamericanos y del Caribe, la cima del ranking universal, y sobre todo una decencia y ética reconocida por compañeros y rivales.

Más de una sorpresa para este adiós les regalaron en videos amigos de Italia, Canadá, Colombia, China, Italia y Cuba. Con el mensaje de Erick Fornaris se le vio enjuagar sus ojos de emoción, pues le recordó una canción que solo ellos dos tenían en clave para momentos tensos y felices. El último abrazo, cual premio predecible, fue el de su profesor Lino Socorro, matancero que lo acompañó desde 1998 y que minutos antes había experimentado similar nudo en la garganta con su despedida oficial como entrenador.

Las cámaras de televisión lo buscaron rápido para una exclusiva, pero Guerra le prometió dejar la entrevista para cuando los nervios estuvieran más relajados. Entonces una grabadora pudo robarle las únicas tres respuestas que accedió a contestar en medio de una emoción desbordada, que casi le hacían deletrear cada palabra.

José Antonio con su esposa y madre. Foto: Abel Padrón
José Antonio Guerra con su esposa y madre. Foto: Abel Padrón

¿Es más difícil esto que has vivido hoy que la plata mundial?

Para esa medalla trabajé, me entrené y sabía lo que podía pasar, aquí me sorprendieron completamente con todo. Las voces de amigos y clavadistas  me emocionaron mucho. La que más me gustó fue volver a escuchar a Erick Fornaris, ese es mi amigo, mi hermano. Nosotros a cada rato cantábamos esa canción cuando estábamos melancólicos o teníamos algún problema. A veces nos fajábamos tanto que eventualmente teníamos que reconciliarnos y aparecía puntual esa canción que él tarareó.

 Abrazaste a Lino más de una vez esta tarde. ¿Era una carga especial y necesaria?

Ese es mi papá Lino. Yo tengo a mi padre fallecido, pero con el permiso de su espíritu, confieso que Lino ha sido como un padre para mi. Ha estado más tiempo conmigo que mi mamá y mi papá,  más de 20 años de mi carrera. Son innumerables la cantidad de consejos, enseñanzas y tantas cosas que la huella de Lino en mi es enorme.

Y con esos abrazos que le di, de una manera oficial, le daba culminación a un binomio que formamos desde 1998 y es emotivo, no puedo mentir. No nos dijimos adiós, sino seguimos en contacto, seguimos siendo familia.

Hay muchos atletas que se van triste cuando se retiran, pero te veo alegre

Me voy alegre, le quiero agradecer a todas las personas que tuvieron que ver con eso, en especial a Milagrito, la comisionada de clavados,  porque un poco que se ha pagado la deuda no con José Antonio Guerra, sino con los clavadistas cubanos, con Lino, con mi equipo, con todos los muchachos, con los padres y con todos los que han tenido que ver con el desarrollo de este deporte tan lindo en Cuba.

El haber pospuesto por tanto tiempo este retiro y la incertidumbre de si se realizaría o no este homenaje  trajo un poco de sensaciones amargas y melancolías en nuestras familias, y hoy esa deuda se saldó. Por eso la alegría que tengo, porque me siento más que satisfecho por este honor que se la ha hecho al clavados cubano, no a mi persona.

Y de momento pidió permiso. Se metió en una habitación pequeña del Complejo de Piscinas Baraguá como si se fuera a preparar para un nuevo salto, el salto de la eternidad.

José Antonio Guerra junto a su madre. Foto: Abel Padrón Padilla
José Antonio Guerra junto a su madre. Foto: Abel Padrón Padilla

Acerca del autor

Máster en Ciencias de la Comunicación. Subdirector Editorial del Periódico Trabajadores desde el 2019. Editor-jefe de la Redacción Deportiva desde 2007. Ha participado en coberturas periodísticas de Juegos Centroamericanos y del Caribe, Juegos Panamericanos, Juegos Olímpicos, Copa Intercontinental de Béisbol, Clásico Mundial de Béisbol, Campeonatos Mundiales de Judo, entre otras. Profesor del Instituto Internacional de Periodismo José Martí, en La Habana, Cuba.

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