Cargando...
La espléndida y céntrica galería Manos, de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas, ubicada en la sede de esa institución en el capitalino bulevar de la calle Obispo, reabrió sus puertas, totalmente reacondicionada, con la exposición de cerámicas decoradas por los creadores Georgina Luisa Riveros Pi (diseñadora industrial) y Gustavo Reyes Beltrán (diseñador gráfico), quienes bajo el título de Nuestro ambiente interior proponen disímiles piezas especialmente concebidas para la decoración de diferentes espacios públicos y privados.
La muestra, cuyo objetivo fundamental es promover el proyecto Colección Georgina —célebre por su calidad artística en las ferias de artesanía popular Fiart, Arte para Mamá y Arte en La Rampa— más que por la variedad en las formas de los artículos de cerámica y madera utilizados como soportes, sobresale por devenir excepcional vitrina que permite valorar la consolidación del ejercicio pictórico de estos artífices. Desde hace alrededor de 10 años eligieron el difícil desempeño de asumir el diseño de interiores como un camino en el que cada año evidencian mayores y mejores resultados, tanto en la concepción de las obras —ánforas, jarrones, botellas, relojes, cuadros y otros— como en los discursos pictóricos que identifican a cada una de ellas.
Con un lenguaje eminentemente abstraccionista, en las piezas exhibidas prevalece un mundo singular de suaves líneas curvas u ovales, recurrentemente entrecruzadas con trazos verticales y horizontales, fuertes o delicados, resaltados mediante manchas y planos de colores neutros (grises y ocres), primarios (rojos y azules), o secundarios (marrón y naranja); al punto de establecer discursos que en ocasiones despuntan por su elocuente sobriedad y en otras por su alegre colorido muy a tono con el Caribe insular.
Originalidad, glamur y buen gusto trascienden en estas propuestas, entre las que llaman la atención el Reloj mural, de la serie Tierra, realizado con la técnica de acrílico sobre madera, cerámica, PVC y metal; así como las lámparas y los jarrones de la serie Lunas azules (acrílico sobre cerámica), estas últimas, quizás, las mejor acabadas en el tratamiento y estructuración del lenguaje de los pigmentos.
Otra vertiente de su ejercicio plástico es la de los cuadros, ideados como rítmica combinación con los demás artículos, en los que el expresionismo abstracto- geométrico establece un atrayente diálogo con el espectador, el cual disfruta de un relato sugerente y simbólico.
Sin embargo, estos prolíficos artesanos artistas, acreedores de numerosos lauros, en determinados y escasos trabajos, tal vez debido a la premura, tienden a descuidar dos de sus más logrados valores plásticos: la armonía colorista de algunas piezas y la interrelación discursiva de las manchas, aspectos de carácter sicorrepresentativo que, como en el cuadro Flores de otoño, y en señalados jarrones, pudieran favorecer la dispersión de las formas abstracto-figurativas. El diverso y alcanzado procedimiento de las tonalidades —fuerte solución en sus creaciones— desempeña un papel preponderante en el arte de Georgina y Gustavo, donde la pugna entre cálidos y fríos, así como entre las manchas (raspadas o no) y las figuraciones geométricas, asume un fuerte protagonismo en la narración iconográfica que es preciso preservar.
Las vasijas, jarrones y otros utensilios de cerámica representativos de la vida de los pueblos precolombinos adquirieron, amén de su alcance utilitario, cierto misticismo que trasciende la contemporaneidad. De ahí que estos artículos en los que se unen los cuatro elementos del universo (agua, aire, tierra y fuego) siempre sean bien recibidos por la mayoría del público, el cual encuentra en ellos otros valores (agregados) mediante las hábiles manos de estos dos amigables diseñadores que bien saben por dónde andan y hacia dónde van.
