Miguel Díaz-Canel: Entre los agradecidos de todas las profesiones, están los educadores cubanos

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Discurso pronunciado por Miguel M. Díaz-Canel Bermúdez, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en la clausura del Congreso Internacional Pedagogía 2019, en el Palacio de Convenciones, el 8 de febrero de 2019, “Año 61 de la Revolución”.

(Versiones Taquigráficas – Consejo de Estado)

Foto: Abel Padrón Padilla

Yo creo que La Colmenita nos ha emocionado a todos, emocionó a Sosita, todos estamos emocionados, y es bueno que los educadores no perdamos esa capacidad de emocionarnos, porque cuando nosotros nos emocionamos somos capaces de emocionar a nuestros educandos (Aplausos).

Queridos educadores, representantes de organizaciones internacionales;

Ministras y ministros participantes en el evento Pedagogía 2019;

Colegas de todo el mundo (Aplausos y exclamaciones de:  “¡Gracias!”):

Ante todo, nuestras felicitaciones a los mejores maestros investigadores de nuestra Patria (Aplausos).

Cuando me invitaron a clausurar, me preguntaba qué decirles, cómo honrar la obra de los fundadores de este Encuentro, uno de los eventos de educadores más amplios, diversos y concurridos del mundo.

Cómo retomar justamente, donde hoy más falta nos hace, el diálogo que durante tantos años sostuvieron los asistentes a Pedagogía con nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, educador de masas, y con el compañero José Ramón Fernández, educador de educadores (Aplausos).

Pero me ha bastado estar dos veces entre ustedes en estos días para sentir la presencia de ellos. No solo porque los mencionen o citen sus palabras, sino porque en el programa y en lo que he podido conocer de los diferentes simposios, talleres y reuniones permanece viva y actuante la gran motivación: la unidad de los educadores. Ya no solo los latinoamericanos o iberoamericanos. Educadores, palabra tan bella, que significa tanto.

Un repaso rápido por la historia de estos eventos nos recuerda que cuando comenzaron primó, por encima de otras, la decisión de unirse por un mundo mejor, idea que ha prevalecido a lo largo del tiempo. Entonces batallaban contra la criminal deuda externa que asfixiaba a nuestros pueblos recortando los presupuestos educativos en la mayoría de las naciones hermanas del continente.  Y los educadores de la región venían masivamente, no solo a recoger experiencias, también a traernos y a compartir solidaridad, que es la expresión más hermosa y útil de la unidad.

Es muy difícil olvidar la masividad de la primera vez y de las posteriores, que se convirtieron en acontecimientos extraordinarios para la capital, para sus escuelas que visitaban los delegados y para toda Cuba, un país que no puede ser ignorado cuando se habla de educación, de alfabetización, de perfeccionamiento docente, de cooperación solidaria, de avances y prácticas compartidas.

Con el acumulado de los 15 encuentros anteriores, ahora ustedes se han enfocado en la agenda universal hacia el Objetivo de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, que se orienta a “Garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos”.

Yo diría que aquí están dadas las mejores condiciones para interpretar, desmenuzar y hacer practicable ese ideal.

Los 60 años de historia de la Revolución Cubana acreditan esa verdad casi como un axioma matemático. El primer paso fue la Alfabetización. Apenas dos años después del triunfo revolucionario, Cuba se declaró Territorio Libre de Analfabetismo.

Vendrían luego la batalla por el sexto grado y por el noveno, que impulsaron las matrículas en las facultades obrero campesinas para terminar el nivel medio superior entre los trabajadores.

Hoy contamos con uno de los más altos promedios de graduados universitarios —el 21% de la población total del país— de América Latina y el Caribe y de gran parte del mundo.

Esa fortaleza nos llevó a fomentar y a extender nuestra cooperación con todo el Tercer Mundo, a crear programas de alfabetización en nuestro idioma y en lenguas originarias.

Y, lógicamente, tenía que nacer y crecer un evento como este, capaz de mostrar y compartir las mejores experiencias —con respeto a la diversidad y a la identidad de cada nación— que entre los educadores cubanos ha generado un extraordinario movimiento desde las escuelas, fomentando la creatividad, la innovación, la experimentación, la investigación y el intercambio entre ellos y con sus colegas  en el mundo.

Como se ha dicho más de una vez, Pedagogía es el evento científico más importante del magisterio cubano.

Y es también una fuente inagotable de solidaridad entre nuestros pueblos, con expresiones de alto compromiso político y social en cada momento histórico concreto. Ahí están las declaraciones finales de cada edición para dar fe de lo que digo.

Al momento de la partida física de Fidel, un joven cantautor cubano, Raúl Torres, creó una canción que es como un himno para los cubanos. Aunque su título es Cabalgando con Fidel, muchos la llaman “Los agradecidos”, porque así define el poeta a quienes no hemos dejado de pensarlo y defender sus ideas.

Entre los agradecidos de todas las profesiones, están los educadores cubanos (Aplausos). Ellos, ustedes, como Fidel, saben que nos queda mucho por alcanzar y que nunca será suficiente lo que hagamos por la difusión del conocimiento que la humanidad ha acumulado por siglos. Una vida no basta para aprenderlo todo. Tampoco para enseñarlo todo.

El mérito está en la lucha por avanzar siempre más, sin dejarse detener por los obstáculos. Como un referente puede citarse el caso de Pedagogía. Ni siquiera en los años más duros de la crisis económica de los años noventa, dejaron de realizarse estos encuentros por la unidad de los educadores.

Pedagogía es la voz de los agradecidos en la Educación, de los que trabajan por más y mejor acceso al conocimiento, conscientes de lo que nos falta, pero conscientes también de lo mucho que debemos defender, salvar y perfeccionar.

Cuba, en los últimos meses, se transformó en una gigantesca Asamblea Constituyente, al llevarse a debate popular, antes que a Referendo, nuestra nueva Constitución, por la que votaremos masivamente SÍ el próximo 24 de febrero, sin ninguna duda.

Maestros y alumnos de todos los niveles, están entre los segmentos de la población que con mayor profundidad y entusiasmo discutieron cambios y formulaciones novedosas para nuestra Carta Magna.

Creo que eso tiene que ver con que, pese al criminal bloqueo que se refuerza, pese a las limitaciones financieras que nos golpean y atrasan el cumplimiento de muchos de nuestros sueños, el Estado cubano ha ratificado, una vez más, su responsabilidad con el carácter absolutamente gratuito de la educación, desde preescolar hasta la conclusión del pregrado universitario.  Y más aún: con la garantía de escuelas y empleo total para los maestros egresados de cualquier nivel. Eso es algo que sorprende y admira a muchos de nuestros visitantes. Y es sencillamente un derecho, junto al de la salud, al que la Revolución le consagra los mayores presupuestos, puesto que se trata de derechos humanos universales y fundamentales para nuestro ideal martiano de “conquistar toda la justicia” (Aplausos).

Sin ningún tipo de chovinismo, siento que Cuba hace mucho tiempo garantiza esa “educación inclusiva y equitativa de calidad y promueve oportunidades de aprendizaje permanente para todos”, algo que es todavía una aspiración, lamentablemente, para muchos países.

Y la nueva Constitución refuerza todos esos conceptos, va a la vanguardia de las tendencias más progresistas del mundo, y aspira a más, particularmente en la calidad, porque mientras más educado y mejor informado está un pueblo, no solo es más libre, como afirmaba Martí, sino que exige más.

La educación y la cultura tienen la facultad de extender los horizontes del conocimiento infinitamente.  El deseo de saber crece a medida que crece el conocimiento.

En los próximos meses deben inaugurarse dos nuevas escuelas especiales para niños con discapacidades físico-motoras, por idea de nuestro Primer Secretario del Partido, el General de Ejército Raúl Castro Ruz, fuertemente impresionado tras su reciente visita a una escuela emblemática de la educación cubana.

“Solidaridad con Panamá”, inaugurada por Fidel hace 30 años, con todas las facilidades y servicios al alcance de niños con serias discapacidades físico-motoras  que, sin embargo, llegan a alcanzar un impresionante desarrollo de habilidades y conocimientos, gracias a la Educación Especial, tendrá muy pronto la compañía de instituciones similares fortalecidas en especialidades como la Educación Laboral, Artística y Científica.

Estamos empeñados también en la recuperación de las escuelas afectadas por el devastador tornado que afectó a cinco municipios de La Habana en vísperas del natalicio de Martí.  Y nos hemos propuesto que se levanten más hermosas y con mayores prestaciones para la formación de sus alumnos (Aplausos).

A la vez, se debe reconocer, estimular y apoyar en la recuperación a los más de 300 maestros de esas zonas que fueron afectados en algún grado y no abandonaron sus responsabilidades docentes (Aplausos).

El extraordinario espíritu solidario de nuestro pueblo, los propios valores que forma la educación cubana, con todas sus imperfecciones, que reconocemos y nos criticamos constantemente, han permitido que se rompan records en los tiempos de recuperación de los servicios básicos.

Creo que debemos mucho al énfasis que nuestra educación pone en la historia y en sus más prestigiosos protagonistas.  Estamos en una jornada de conmemoraciones patrias por los 150 años del inicio de las guerras por la independencia y por los 60 del triunfo revolucionario de 1959.

Nuestros jóvenes saben, aunque no lo hayan vivido, que Cuba sufrió por 60 años la dependencia y sujeción neocolonial de los Estados Unidos.  La Revolución en ese mismo lapso, 60 años, ha borrado sus secuelas de desigualdad profunda, racismo, educación elitista y exclusión.  Pero la escuela tiene el deber de mantener esa conciencia en cada generación que se forma en nuestras aulas.

Defendemos y exaltamos la memoria histórica, la cultura y la identidad como escudo de la soberanía, “para que nuestros hijos no mendiguen de hinojos, la patria que los padres nos ganaron de pie”, como decía Rubén Martínez Villena, joven, poeta y revolucionario cubano de los años treinta.

Las actuales tecnologías nos han impuesto nuevos códigos de comunicación y hemos apostado a su conocimiento y empleo sano, crítico y creativo.

Fidel fue el primero en percatarse del valor que tendría Internet para democratizar realmente la comunicación.  Él decía que parecía creada para los revolucionarios, por la capacidad de difundir mensajes a un costo insignificante y con alcance infinito.

Pero también nos alertó sobre los riesgos de sumirnos en los océanos de la información de la Red de Redes sin los conocimientos y la conciencia crítica necesarios para poder usarla sin ser usados.

Los más grandes y graves problemas del mundo actual se dirimen en esa inmensa red que nos enlaza sutil o abiertamente y es preciso enfrentar tales escenarios con conocimiento suficiente para no ser objetos al servicio de los peores intereses o sujetos acríticos de un entorno que compromete hasta la supervivencia de la especie.

Otra vez la escuela.  Sin ella, el más maravilloso instrumento de la inteligencia humana podría ser solo un juguete inútil o un espejo para complacer la vanidad.  Con ella, con el instrumental que nos aporta y la conciencia crítica que nos forma, un mundo mejor sería posible en menos tiempo.

En su conferencia inaugural, la ministra Ena Elsa Velázquez les hablaba de cuatro pilares en los que se sostiene la gestión del Gobierno.  Lo fundamental es la conexión con el pueblo y la atención a sus problemas y demandas, apelando a la participación de todos y a la búsqueda de más de una alternativa para las soluciones, en permanente ejercicio de comunicación.

Para que sea efectiva esa gestión, es preciso emplearse a fondo en el conocimiento, en el  uso de las nuevas tecnologías, y estamos apostando a ello con el talento y los aportes de nuestras escuelas técnicas y nuestras universidades.  Pero, al mismo tiempo, defendemos una educación que informe a los estudiantes sobre las complejidades políticas del mundo contemporáneo, de las causas y los orígenes de los conflictos, de la vocación injerencista y avasalladora de los imperios y del derecho de los pueblos a defender su dignidad y soberanía, así como a valorar la integración entre naciones de similar composición, desarrollo e intereses como destino imprescindible para la  sobrevivencia.

Ese conocimiento es el que nos hace despreciar las guerras, defender las causas justas, practicar la solidaridad con los que sufren, resistir y vencer todas las formas de castigo que pretenden imponernos por intentar hacer nuestro propio camino.

Bajo esa convicción, consideramos cada escenario valioso para exigir respeto al Derecho Internacional, no injerencia ni intervención en Venezuela (Aplausos), fin del bloqueo y de las amenazas a Cuba y a las naciones hermanas como Venezuela y Nicaragua (Aplausos).

En un texto que todo educador de nuestras tierras debería conocer —“Maestros ambulantes”—, José Martí dijo:  “Los hombres necesitan quien les mueva a menudo la compasión en el pecho, y las lágrimas en los ojos, y  les haga el supremo bien de sentirse generosos:  que por maravillosa compensación de la naturaleza aquel que se da, crece; y el que se repliega en sí, y vive de pequeños goces, y teme partirlos con los demás, y sólo piensa avariciosamente en beneficiar sus apetitos, se va trocando de hombre en soledad, y lleva en el pecho todas las canas del invierno, y llega a ser por dentro, y a parecer por fuera, —[un] insecto.”

“(…) Los hombres crecen, crecen físicamente, de una manera visible crecen, cuando aprenden algo, cuando entran a poseer algo, y cuando han hecho algún bien.

“Sólo los necios hablan de desdichas, o los egoístas.  La felicidad existe sobre la tierra; y se la conquista con el ejercicio prudente de la razón, el conocimiento de la armonía del universo, y la práctica constante de la generosidad (…)”.

Lo escribió en mayo de 1884, pero son palabras que tienen el valor de la eternidad, como casi todo lo que conocemos de Martí.

Compañeras y compañeros:

Me permito acercarlos a ellas para agradecer la presencia de ustedes aquí, sus aportes a la educación cubana, latinoamericana y universal.  Para expresarles nuestra permanente disposición a la cooperación y el intercambio de experiencias y saberes.  Para confirmarles que en Pedagogía, como en la Revolución Cubana, no hay ruptura, hay continuidad (Aplausos).

Seguimos apostando a un mundo mejor posible y creemos que la base de ese anhelo es la educación.

Muchas gracias por hacerla posible cada día.

¡Nos vemos en el próximo evento de Pedagogía! (Ovación).

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