Caimanera, 60 años de heroísmo en la línea de fuego

Caimanera, 60 años de heroísmo en la línea de fuego

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Tomar Caimanera suponía para los rebeldes más que una batalla liberadora, tratándose del territorio limítrofe con la ilegal base naval estadounidense y por consiguiente única vía enemiga para fortalecerse directamente; era decisivo el 19 de diciembre de 1958.

En aquel poblado se habían concentrado fuerzas de la tiranía, localizadas en un cuartel de la guardia rural y otro de la marina de guerra, que encontraron esa jornada, signada a la victoria desde el amanecer, el brazo armado de la unidad entre el pueblo y los rebeldes.

Fue la columna 20 “Gustavo Fraga”, al mando del entonces capitán Demetrio Montseny (Villa) junto a los rebeldes comandados por  Efigenio Ameijeiras Delgado, este último encargado de cerrar el paso a los refuerzos contrarios instalados en  la ciudad de Guantánamo.

Y cuentan que  “los barbudos entraron minutos antes de las tres de la tarde entre aplausos y aclamación del pueblo que enardecido y solidario les recibió”.

Sin embargo, la tranquilidad de los pobladores duraría poco tiempo, pues el 21 de diciembre, la fragata de nombre Máximo Gómez, una de las tres naves más importantes de la tiranía cañoneó durante dos horas, puntos próximos al poblado, con el propósito de que los combatientes abandonaran la zona y renunciaran a las posiciones conquistadas,  un objetivo fallido.

El Segundo Frente liberó un inmenso territorio extendido entonces desde Mayarí Arriba hasta Baracoa. Sus fuerzas apostaron en las serranías guantanameras, su Primera Comandancia, y una Dirección que contaba con los departamentos de Justicia, Sanidad, Propaganda, Educación, Construcciones, Finanzas e Industria.

Según testimoniantes de aquella gesta la liberación de Caimanera dotó de mayores pertrechos a la Fuerza Aérea Rebelde, de cuyo concurso se sirvió la lucha guerrillera en todo el oriente cubano.

El antes y ahora que no se olvidan

Más de un siglo de presencia norteamericana en su bahía en el alistamiento de tropas dirigidas a la invasión de Puerto Rico y otras naciones, como principal base de operaciones del Atlántico desde 1939 hasta 1952 parecen acrisolar el sentimiento antimperialista en Caimanera. No pudiera ser de otra manera, sobre todo cuando desde allí además, sus habitantes vieron gestar innumerables agresiones para destruir a la Revolución cubana y vejámenes contra otras personas y hasta su  propio pueblo.

La vergüenza profunda sobrecoge aún a los más viejos cuando narran el pasado recogido por los historiadores como el lugar donde existió el “mayor número de burdeles en todo el Caribe”: muchachas que ejercían la prostitución para los marines que en sus ratos de ocio iban hasta el poblado a buscar placer.  Era Caimanera su paraíso divino de drogas, contrabando, consumo de bebidas alcohólicas y enfermedades. Asimismo de miles de desempleados que acudían a la base naval donde una vez contratados eran objeto de humillación por sus patrones.

Imposibilitada de utilizar las bondades de su propia bahía, despojada de su único humedal, ocupado por un polígono de tiro del enclave militar norteamericano, Caimanera yergue desde 1958 una historia de esfuerzo y victoria como heredera de la estirpe de Luis Lara, nombrado personalmente por Frank País como el jefe el movimiento 26 de julio en el lugar, o  de Gustavo Moll Leyva, uno de los mártires heroicos del combate de El Uvero en mayo de 1957 en la Sierra Maestra.

Foto: Periódico Venceremos

Sólo en saludo al aniversario de su liberación un amplio movimiento constructivo popular de título Construyendo con todos, Caimanera vence reanimó escuelas, dio lugar a parques infantiles y sociales, establecimientos comerciales, paradas de ómnibus y bodegas, a la vez que desencadenó las fuerzas productivas para lograr cerrar el año con eficiencia en indicadores autóctonos como la industria salinera que  produce la sal que con destino a  seis de cada 10 familias cubanas.

Fotos: Periódico Venceremos

 

Foto: Periódico Venceremos
Foto: Periódico Venceremos

Estar a poca distancia del imperio, motivó a los caimanerenses estrenar una plaza nueva, 93 viviendas y en el poblado principal: un centro comercial, restaurant con servicio de atención a la familia, servicentro, farmacia, biblioteca, librería y panadería especial. Igualmente fueron restituidas 14 cubiertas pesadas en viviendas, y se realizaron mantenimientos a 12 edificios, en tanto concluyeron la planta albañal que evacua los residuales  de la ciudad a una laguna de oxidación apartada.

Caimanera contextualiza a sus 60 años de liberada la obra de la Revolución y es quizás el lugar por donde echa más luz la idea  guevariana de no ceder ni confiar al imperialismo “ni un tantico así.”

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