Aniversario 60 del Congreso Obrero en Armas: Unidos para luchar y vencer

Aniversario 60 del Congreso Obrero en Armas: Unidos para luchar y vencer

1 Estrella2 Estrellas3 Estrellas4 Estrellas5 Estrellas (Sin valoración)
Cargando...

El ametrallamiento de la aviación enemiga no pudo impedir que se celebrara, en Soledad de Mayarí Arriba, territorio del II Frente Oriental Frank País, el Congreso Obrero en Armas el 8 y 9 de diciembre de 1958.

De pie, Antonio (Ñico) Torres, a su lado, Rafael González Mariño, quien presidió el Congreso, y Elio Cárdenas Alcázar, del departamento de radiodifusión del II Frente.

Los delegados de las zonas liberadas fueron elegidos en asambleas con todos los trabajadores, mientras los de las no liberadas los nominaron las células clandestinas del Movimiento 26 de Julio, el Partido Socialista Popular y otras organizaciones.

Llegar al lugar fue una verdadera proeza: los convocados tuvieron que trasladarse a pie, a caballo o en cualquier medio disponible desde largas distancias, esquivando al ejército y en ocasiones cruzando por lugares donde se combatía.

Estuvieron representados los sectores ferroviarios, azucarero —agrícola e industrial— portuario, minero, farmacéutico, del comercio, de la medicina, telefónico, construcción, artes gráficas, eléctrico, carpintero, panadero y de la base naval de Guantánamo, entre otros.

En un principio estaban convocados 110 participantes, pero un grupo de ellos declararon su inconformidad con la presencia de comunistas en la reunión y en número de 12 se retiraron, lo cual no afectó el sentido unitario y de amplia democracia de las sesiones.

 

Vista parcial de los asistentes al Congreso Obrero en Armas.

Una mirada retrospectiva

Para entender en toda su magnitud la contribución del Congreso al empeño de unir a los trabajadores en la lucha contra la tiranía, se impone analizar la situación del movimiento obrero en aquellos momentos. Su tradición unitaria —iniciada por la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC) encabezada por Alfredo López y continuada por la Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC) lidereada por Lázaro Peña—, fue quebrada por la ofensiva reaccionaria desatada en los años 40, como parte de la llamada guerra fría, promovida por el imperialismo y que tuvo como ejecutores en Cuba a los gobiernos de Ramón Grau San Martín, Carlos Prío y Fulgencio Batista.

Esta ofensiva se manifestó con asaltos a la CTC, las federaciones y los sindicatos, el desalojo de sus legítimos dirigentes y la colocación en su lugar a Eusebio Mujal y sus secuaces, una camarilla servil a la oligarquía y a los intereses de Estados Unidos en nuestro país.

Además estuvo acompañada del asesinato de prestigiosos líderes sindicales, la imposición de la cuota sindical obligatoria, fuente de enriquecimiento ilícito de los falsos sindicalistas y la liquidación de las conquistas de los trabajadores.

En tan difícil situación la rebeldía no cesó, sino encontró cauces en las secciones obreras del Movimiento 26 de Julio, del Directorio Revolucionario y de otras organizaciones opuestas al batistato, y en el caso del Partido Socialista Popular, a través de los llamados Comités de Defensa de las Demandas Obreras y la Democratización de la CTC.

Pero en tales circunstancias la unidad imprescindible para alcanzar la victoria frente al opresor, era una utopía.

La contribución de Frank País

Se menciona poco el aporte de Frank País a la organización de los trabajadores y la elevación de su combatividad, tarea a la que se dedicó personalmente hasta su muerte.

Después del arribo del Granma, el Movimiento 26 de Julio, que desde su constitución contaba con una sección obrera, decidió reorganizar las existentes hasta entonces en el país. A Frank le atrajo la atención la huelga de los guantanameros en apoyo al desembarco, la cual se prolongó por seis días y contó con el apoyo de varias localidades dentro del territorio nacional. Con tal motivo mandó a buscar en enero de 1957 al destacado dirigente ferroviario guantanamero Antonio, Ñico, Torres Chedebeau para conocer detalles de esa experiencia. Ya en mayo Frank hacía la siguiente valoración: “Pero ocurre que nos olvidamos de la importancia de los obreros. Estos son los que bien administrados y dirigidos derrocarán al régimen”. Y agregaba: “Tenemos que recobrar el tiempo perdido y dedicarnos a barrenar en todas las direcciones todos los sindicatos y organizaciones obreras (…). Crear cuadros y dirigencias, doctrinarlos, disciplinarlos y entrenarlos hasta llegar a pequeñas pruebas en huelgas generales como ya se ha hecho en Guantánamo, cuyo trabajo obrero es formidable y que ha demostrado en la práctica que esto se puede hacer”.

Ya a finales de año se creaba la dirección nacional obrera del Movimiento, que recayó en Ñico Torres.

La beligerancia que fueron alcanzando los trabajadores se demostró en la huelga espontánea provocada por el asesinato de Frank, que rebasó las fronteras de Santiago de Cuba y aunque no logró la unidad de las fuerzas revolucionarias opuestas al régimen reafirmó la tesis de Fidel en relación con el papel fundamental de la clase obrera en la lucha contra la dictadura.

Se siguieron dando pasos en favor de la unidad, como la constitución del Frente Obrero Nacional (FON) que convocó a la huelga del 9 de abril de 1958. El fracaso de esta por diversos factores, envalentonó a la dictadura al punto de concebir una ofensiva para derrotar la insurrección, propósito que se estrelló contra el genio político y militar de Fidel, quien le propinó a la tiranía la más humillante derrota, convertida en el principio de su fin.

En noviembre de 1958 el empeño unitario se concretó en el Frente Obrero Nacional Unido, que convocó al Congreso Obrero en Armas.

Génesis y acuerdos

El buró obrero del M-26-7 se percató de una maniobra urdida por los hacendados y colonos para sabotear la zafra azucarera. Estos alegaban que carecían de piezas para las reparaciones, de dinero para pagarles a los trabajadores y de vías férreas para el transporte de la caña, y que el culpable de ello era el Ejército Rebelde. Ñico Torres, que había sido designado para encabezar el buró obrero del II Frente, impuso a su jefe, el comandante Raúl Castro Ruz, de esta situación y le propuso organizar una plenaria azucarera para analizar con los trabajadores cómo enfrentarla. Raúl consideró que la convocatoria debía abarcar a otros sectores laborales que presentaban igualmente infinidad de problemas y así surgió la idea del Congreso Obrero en Armas.

Entre los principales acuerdos adoptados se destacaron desautorizar a la CTC y a la Federación Nacional de Trabajadores Azucareros, dominadas por el mujalismo; crear comisiones de trabajadores que organizaran, sin sectarismos, elecciones libres en todos los centros de trabajo de las zonas liberadas, para destituir a las directivas mujalistas y elegir democráticamente a los líderes sindicales. Estas comisiones debían además discutir los contratos colectivos de trabajo con los patronos.

Se acordó también suspender el pago de la cuota sindical obligatoria, iniciar la lucha por el diferencial azucarero y donar al Ejército Rebelde el 20 % de lo recaudado por ese concepto; luchar junto con los campesinos por una verdadera Reforma Agraria, y una decisión importantísima: garantizar las reparaciones de los centrales y todas las actividades de la zafra bajo cualquier circunstancia. Los delegados expresaron además su apoyo incondicional al Ejército Rebelde.

Se había llegado a un punto primordial en la necesaria unidad para luchar y vencer. Debido a las acciones militares que tuvo que emprender, Raúl no pudo asistir al Congreso pero como él mismo señaló se mantuvo “al tanto de todas las actividades y del entusiasmo y seriedad con que trabajaron los veteranos organizadores del evento, de los peligros y dificultades afrontados por los 98 delegados, de la profundidad y amplitud del informe central, de las posiciones revolucionarias asumidas por todos durante el debate y de los acuerdos finales, los cuales catalogamos como un índice inequívoco de la fuerza del pueblo en armas, de la inteligencia y madurez del proletariado cubano”.

Acerca del autor

Graduada de Periodismo. Subdirector Editorial del Periódico Trabajadores desde el …

Compartir...

Escribir comentario

© 2018 Trabajadores. Órgano de la Central de Trabajadores de Cuba
Director: Alberto Núñez Betancourt
Subdirectores Editoriales: Alina Martínez Triay y Joel García León
Territorial y General Suárez. Plaza de la Revolución. La Habana, Cuba. CP: 10698
Fax: 053 (7) 555927 E-mail: digital@trabajadores.cu