¿Poder o no poder?

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Acercamiento periodístico a uno de los temas más abordados en el proceso orgánico del XXI Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC): la edad de jubilación

Por Yuleiky Obregón Macías y Ramón Barreras Ferrán

Para muchos cubanos y cubanas la jubilación constituye un momento de menoscabo. Lo asocian al envejecimiento, a la disminución de facultades o al rol de mandadero familiar. Y otros trabajadores activos, principalmente quienes sobrepasan las cinco décadas de vida y aun se ganan el sustento en tareas productivas complejas y que requieren de mucho esfuerzo, se pronuncian por disfrutar con menor edad de ese beneficio social.

Jubilacion
Trabajadores activos que se ganan el sustento en tareas complejas y que requieren de mucho esfuerzo se pronuncian por disfrutar con menor edad de la jubilación. / Foto: Modesto Gutiérrez (ACN).

La discusión del documento Bases para el Fortalecimiento de la Misión del Movimiento Sindical Cubano, resultó un espacio, como otros que forman parte del cronograma del proceso orgánico del XXI Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), para emitir criterios con la intención de reformular la Ley 105 de Seguridad Social, vigente en Cuba desde el 2009, y que establece dos requisitos para la jubilación: las mujeres deben haber arribado a los 60 años y los hombres, a los 65, y ambos cumplimentar 30 años de servicio.

Según datos ofrecidos por Oslidia López Martín, miembro del Secretariado Provincial de la CTC en Sancti Spíritus, el 4% de los numerosos planteamientos realizados por los trabajadores espirituanos durante los debates de ese documento se refirieron a ese aspecto.

Fueron emitidos criterios como el de Sergio Martínez Lorenzo. Ese sesentón, curtido por las labores del campo desde los 16 años, comentó que no se concibe lejos de la tierra y de ver las plantaciones crecer. Pero reconoce que ya no rinde igual, por lo que planteó la necesidad de tener en cuenta las dificultades de la labor que se realiza para fijar la edad de retiro.

“A los 20 años, con la guataca en la mano, todos los surcos me quedaban chiquitos. Cargar un quintal de frijoles o un racimo de plátanos al hombro no era un gran esfuerzo; hoy me pesan como tres sacos de cemento a la vez. Además, las condiciones de trabajo no son óptimas. Llegar a las plantaciones dando trastumbo en una carreta o montarte en una bicicleta después de sudar la camisa bajo el sol, por solo poner un ejemplo, no es tarea fácil”, sostuvo.

Aunque las faenas de mayores esfuerzos las ejecutan principalmente por hombres, son las féminas cubanas quienes más se pronuncian por disminuir la edad de jubilación. Con 58 años y 38 de labor, María de los Ángeles González, cuenta cada minuto que está sentada frente al buró, donde se desempeña como especialista en Estadística en una importante empresa radicada en la ciudad de Sancti Spíritus.

“Cada mañana y cada tarde camino tres kilómetros para ir al trabajo y regresar y ya las piernas no me dan para eso. Cuando llego me enfrento a otra jornada: la del hogar. Mi capacidad mental no es la misma y las preocupaciones aumentan con los años. Tengo a mi padre enfermo, a quien no puedo atender como es debido, porque debo dejarlo solo para ir al trabajo ya que ambos dependemos fundamentalmente, de mi salario. Me preocupa también, que en algún momento pueda equivocarme en un número y buscarme un problema a esta alturas de la vida”, razonó María de los Ángeles.

Ella dijo comprender la situación demográfica del país, con un alto índice de envejecimiento poblacional y baja fecundidad, condicionantes del incremento de la edad de jubilación, pero sostiene que deberían agregársele otros beneficios laborales a la Ley, más allá de los económicos. “Flexibilizar el horario en los últimos cinco años, o en ese período aprovechar mis conocimientos en la formación del personal más joven, sin tener responsabilidad directa en la Contabilidad de la empresa, podrían ser alternativas”, propuso.

Otras ideas también emanaron de la sabiduría del pueblo trabajador. Entre las más planteadas estuvo establecer solo una condición: o jubilarse por la edad o por los años de servicios.

Igualmente, a pesar de existir una diferencia de un lustro entre el requerimiento para el sexo femenino y el masculino, no se comprende por qué ambos deben haber prestado 45 años de servicio para beneficiarse con una pensión del 90% del salario.

Realidad social

Hemos escuchado o leído de manera reiterada que las condiciones por las cuales fueron extendidas las edades de jubilación para hombres y mujeres lejos de mejorar han empeorado en los últimos tiempos, por lo que se hace imposible reformular la Ley, aunque nada de lo planteado durante el amplio proceso orgánico del XXI Congreso de la CTC dejará de tenerse en cuenta y analizarse.

Mientras buscábamos elementos para este acercamiento a tan complejo y sensible tema, encontramos una información publicada a finales del pasado año, la cual rebatía, con argumentos, una “bola” que circuló como “lineazo al jardín central” por todo el país, la cual “aseguraba” que serían reducidas las edades de jubilación.

Un directivo del Instituto Nacional de Seguridad Social (INASS), explicaba en aquel momento: “La baja fecundidad y el aumento de la esperanza de vida en el país son elementos que han provocado una disminución de los ‘arribantes’ al mundo laboral, al mismo tiempo que ocurre un incremento de personas en edad de jubilación”.

No conformes con ese único razonamiento, “fuimos por más” y gracias a una fuente que valora altamente el papel que le corresponde desempeñar al periodismo ante la sociedad, como “proposición, estudio, examen y consejo”, según la sentencia martiana, tuvimos acceso a un valioso documento que valora el asunto y contempla diversas argumentaciones.

Explica ante todo que en el Primer Período Ordinario de Sesiones de la Séptima Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular se encomendó a la CTC y al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) realizar un proceso de consulta con los trabajadores del anteproyecto de Ley, el que contó en su realización con el respaldo de más del 99% de los 3 millones 85 mil trabajadores que participaron en 85 mil 301 asambleas.

La Ley de Seguridad Social, puesta en vigor al ser publicada en la Gaceta Oficial en 2009, está concebida y basada en los requerimientos prácticos que enfrenta la sociedad, pero sin dañar a los trabajadores. Es la respuesta a la sensible disminución de la fuerza de trabajo por la reducción de la tasa de natalidad, que no posibilita crecer en el número de habitantes, y al aumento de la expectativa de vida de los cubanos, lo que propicia el envejecimiento de la población.

En su contenido establece beneficios, como ampliar a 15 años el período para seleccionar los de más altos salarios del trabajador con vistas a la retribución y modificar el cálculo de la pensión, propiciando que tenga mayor correspondencia con el aporte, el salario y la permanencia laboral. En el caso de los ingresos que excedan los 250 pesos mensuales, se toma al 100% el salario promedio mensual, y a ese total se le aplica el 60% en lugar del 50% anterior. Además, por cada año de servicio que sobrepase los 30, se incrementa la pensión en un 2%.

De igual forma, favorece, entre otros aspectos, que los pensionados por vejez puedan reincorporarse al trabajo y devengar el salario del cargo que ocupen y la pensión, y que para proteger a los trabajadores se diseñó el llamado Período de Tránsito, el cual se extendería por siete años para incrementar poco a poco la edad de la jubilación, a diferencia de otros países.

El documento en cuestión resume el tema de la manera siguiente: Es evidente que entre las medidas indispensables a adoptar ante el envejecimiento, se encontrara el alargamiento de la vida laboral activa, como elemento importante para el futuro desarrollo socio─económico y científico─técnico del país.

No obstante, propiciar el diálogo y ofrecer espacios para aportar ideas, como ha estado sucediendo, siempre serán oportunidades valiosas para construir una mejor sociedad. Aprovechemos entonces toda la sapiencia de quienes por más tiempo han aportado a la construcción de la nuestra.

Eso sí, nada es absoluto, ni de un lado ni de otro. Por eso, el “libro sigue abierto”.

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