¿Tiempos pasados?

¿Tiempos pasados?

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Con frecuencia escuchamos quejas sobre la poca disciplina laboral  en algunos colectivos o sectores de la economía, como si  este fuera un problema crónico casi sin solución en nuestra contemporaneidad.  Pareciera que ser disciplinado es una leyenda de  otros tiempos.

Este asunto ha transitado por diversos enfoques, desde los legalistas  que han procurado garantizar la disciplina en el trabajo a  través de normas jurídicas, hasta los que ponderan más los valores  como basamento para su consecución.

Y es que mantener una disciplina adecuada como trabajador o  trabajadora nace de muchos pocos que deberíamos acumular a lo  largo de nuestras vidas.

La laboriosidad posiblemente surge como valor desde las más  tempranas edades, y los hábitos de conducta que la deben acompañar  también.

A diferencia de otros ámbitos de la vida social donde tal vez la  exigencia y el cumplimiento de una disciplina es posible garantizarlos  mediante determinados controles externos, no hay sistema  de reglas que por sí solo pueda conseguir que cada persona individualmente  sea cumplidora con su trabajo.

Porque en última instancia la disciplina laboral es un resultado  de un proceso. Parte de la comprensión y el disfrute de la responsabilidad  que significa crear, aportar y hacer bien lo que mejor  sabemos hacer y para lo cual acumulamos habilidades y conocimientos  prácticos o profesionales.

El individuo indisciplinado en el trabajo afecta a la economía, a  la entidad donde labora y a otras muchas personas que se desempeñan  a su lado o reciben los beneficios de su labor. Pero sobre  todas las cosas, el daño principal es para sí mismo, para su satisfacción  y realización más íntima.

Es cierto que también hay personas con destrezas, capacidades  e inteligencia para algunas tareas a las que les cuesta mantener  una disciplina adecuada durante su ejercicio, pero hasta tales  sujetos suelen llegar a sentir que despilfarran esas condiciones  naturales cuando no son capaces de aplicarse con esmero a la  labor que realizan.

Pero junto con la subjetividad del individuo y sus valores intrínsecos,  no caben dudas de que los sistemas organizacionales, las  relaciones interpersonales dentro de un colectivo, los métodos de  dirección y solución de conflictos, también constituyen elementos  que influyen en el logro de una disciplina laboral consciente,  compartida y fructífera.

Y subrayo fructífera, porque hasta que no consigamos como  sistema económico y social que ser una persona disciplinada  impacte directamente en la plenitud y realización de la gente,  en su mejoramiento espiritual y también material, dependeremos  de las ofensivas coyunturales mediante legislaciones,  medidas y reglamentos, que por su carácter coercitivo solo  pueden paliar, y muy pobremente, la falta de una disciplina verdadera.

No obstante ello, este es un tema que valdría la pena profundizar  como parte de los debates del proceso orgánico del XXI Congreso  de la CTC, ahora en la fase de sus conferencias provinciales, y  quizás hasta en sus sesiones finales.

La labor del sindicato en todos sus niveles, fundamentalmente  en la base, como eslabón para compulsar, reconocer y  persuadir sobre la trascendencia de la disciplina laboral, debe  vincularse con la búsqueda, junto con las administraciones, de  métodos y formas de trabajar que tiendan a formar trabajadores  disciplinados.

Los sistemas de pago, la normación del trabajo, los reglamentos  internos, la exigencia y el control administrativos, el funcionamiento  sindical y de otras organizaciones profesionales y  políticas, todos son componentes que pueden propiciar, o no, la  existencia de una disciplina que sea provechosa para todas las  partes.

Porque solo cuando la disciplina laboral reporte frutos tangibles,  diferenciados y enriquecedores en todos los sentidos, no  tendremos que volver de vez en cuando a retomar el tema con  esa urgencia pasajera de las campañas, para hacernos la vieja  pregunta: ¿se acuerdan de aquello de la disciplina laboral?

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Un comentario en ¿Tiempos pasados?

  1. Cien por ciento de acuerdo con este comentario, disciplina laboral-dinosuario para una buena parte de las personas que laboran al estado, no con los particulares que los explotan en la mayoría de los casos y personas que eran indisciplinadas con los ojos llenos por un mayor salario que finalmente dejan cuando se dan cuenta que cambian salud por dinero, esas personas entonces son disciplinadas, el Estado con sus salario, con los malos ejemplos muchas veces de los que dirigen en los centros, que llegan tarde, que fuman, que roban, que se van cuando les parece y no se sabe para dónde o inventan una reunión, es muy difícil exigir con el mal ejemplo presente.

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