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Mayor general Calixto García: El tormento que un hijo le alivió (+ Fotos)

Dr. C. Jorge Máximo Hernández Garaboto*

El Mayor General Calixto García Íñiguez está estrechamente vinculado a nuestras guerras de independencia del siglo XIX, en las cuales sobresalió por su acción y pensamiento militares, además de por sus aportes al desarrollo del arte militar cubano.

Se alzó en armas el 13 de octubre de 1868, junto con Donato Mármol Tamayo, bajo cuyas órdenes participó en los combates de Santa Rita y Jiguaní, y en la toma de Bayamo. Su talento para organizar y dirigir acciones combativas propició su vertiginoso ascenso hasta alcanzar el grado de mayor general en mayo de 1872.

Sus principales campañas las realizó en el Departamento Oriental. Se especializó en el arte de sitiar y atacar las plazas fuertes, lo que se puso de manifiesto al emprender acciones contra más de 40 ciudades e importantes poblados hasta septiembre de 1874. En las maniobras empleó caballería e infantería para emboscar a columnas y convoyes militares, mientras entre una y otra acción sus tropas tomaban una plaza.

El 26 de septiembre de 1873 libró el combate de Santa María de Ocujal, conocido como Copo del Chato, y el de Melones el 9 de enero del siguiente año, operaciones de especial relieve porque en ambas atrajo hacia la emboscada a columnas enemigas. Con ello evidenció poseer acabado pensamiento táctico y consumada proyección estratégica para desarrollar complejas operaciones con infantería y caballería.

El que pudo ser su último combate

Después de Melones marchó a Camagüey a reunirse con el Gobierno, y al regresar a Oriente tuvo que dedicarse a enfrentar manifestaciones sediciosas y claudicantes en las filas mambisas. En esa actividad se encontraba cuando fue sorprendido por una columna enemiga en San Antonio de Bajá, el 6 de septiembre de 1874, acompañado por una pequeña escolta. Para evitar ser capturado vivo, se disparó bajo el mentón con su revólver calibre 44 Smith and Wesson, pero sobrevivió al paso del grueso proyectil que atravesó su cráneo. En esto ayudó la rápida y adecuada cura realizada por el oficial español Ariza, quien con hilos saturados de yodo tapó los orificios de entrada del palatino y de la salida frontal, tras lo cual lo condujo inconsciente a Veguitas, donde el médico Federico Baglietto le hizo una segunda asistencia. Enviado en barco de Manzanillo a Santiago de Cuba, lo hospitalizaron y posteriormente condenaron a cuatro años de prisión. Así pareció quedar truncada su brillante trayectoria como jefe militar.

Remedio contra las secuelas

Existe un emotivo hecho que involucra a Carlos García Vélez, el segundo de los hijos de Calixto, de solo siete años cuando aconteció el episodio de Bajá, quien posteriormente llegó a graduarse de cirujano dentista en la Escuela de Medicina de San Carlos, en Madrid, bajo la tutela de los doctores estadounidenses Thomas y David Whitmarch. Al titularse viajó al norte de España, donde acopió un pequeño capital que le permitió establecer un gabinete dental en la capital española.

El doctor García Vélez buscó la excelencia en su profesión con el evidente interés de mejorar la calidad de vida de su padre. Así estableció relaciones con el doctor Emilio Magitot, fundador de la revista L’Stomatologie, de París, y se especializó en patologías bucales como la estomatitis y la piorrea alveolar, padecimientos muy comunes en esa época. Fundó y dirigió la Revista Estomatológica en España, segunda en el mundo; trabajó en casos de necrosis del maxilar y de puente, e hizo numerosas extracciones y obturaciones utilizando cloroformo y trimetileno como anestesia. Ejerció por nueve años, durante los cuales se esforzó por organizar la especialidad de Cirugía Dental, con el objetivo de sistematizar sus normas científicas.

El riguroso y oportuno artículo titulado: Análisis histórico y médico quirúrgico de la herida buco-facial del General Calixto García Íñiguez, resultado de una investigación de tres profesionales cubanos, ilustra y permite reevaluar algunos aspectos de la vida del general cubano.

En 1893, dos años antes del reinicio de la guerra independentista en Cuba, el doctor García Vélez se consideró preparado para intervenir quirúrgicamente a su padre, propósito latiente desde su niñez, cuando anhelaba aliviarle el constante dolor que le veía padecer debido a las deformaciones provocadas en el interior de su boca por el proyectil, así como las molestias del sangramiento por los orificios abiertos por este, los cuales nunca cicatrizaron.

El disparo le había atravesado el cielo de la boca y dislocado severamente la dentadura.

Para restaurar los daños, su hijo le extrajo varias piezas dentales y le colocó una prótesis de caucho probablemente estadounidense. El 11 de diciembre de 1980, más de 80 años después, el Gobierno Revolucionario hizo realidad la antigua solicitud de sus familiares de efectuarle un entierro cubano, ya que Calixto García había fallecido mientras cumplía una misión de los patriotas de nuestro país en Estados Unidos, y allá había sido su inhumación. Se exhumaron entonces los restos mortales del General para trasladarlos a su natal Holguín, y se pudo comprobar la insólita trayectoria del proyectil a través de su cráneo, y la prótesis colocada por su hijo sirvió de ayuda a su identificación, cuando:

“(…) el Dr. Soto Izquierdo, antropólogo forense tuvo la responsabilidad de precisar la identidad de la evidencia ósea; como parte de esta encontró un fragmento en forma de bisel debido al paso de una bala, pero fue la prótesis de caucho colocada por el Dr. Carlos García Vélez el hallazgo que ayudó a establecer la identidad de los restos del patriota (…)”. Con ello, el amor filial se hizo presente en el sagrado momento del traslado de sus restos.

* Investigador del Centro de Estudios Militares

Reconstrucción que señala los orificios de entrada (mentón) y de salida (frente).

 

Trayectoria seguida por el proyectil. | fotos: Archivo del autor

 

Mayor general Calixto García antes de que su hijo Carlos le realizara la cirugía.

 

Después de la operación.
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