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¡Sí!, otro “experimento” con el transporte en La Habana

El calificativo de “experimento” estremece. Máxime en Cuba, donde un “experimento” puede durar años antes de dejar de serlo; donde las correcciones, basadas en los resultados de los “experimentos” demoran en exceso; donde la incertidumbre se ha convertido en parte de la rutina. No siempre se nos ha dado bien experimentar. Ejemplos hay de sobra.

Sin embargo, perseverar en los intentos por solucionar un problema, o al menos aliviarlo, es parte de la gobernabilidad que históricamente ha caracterizado a la isla. Y lo cierto es que, con el sector del transporte, nadie ha cruzado los brazos. Adelantos, retrocesos, medidas más o menos efectivas han derivado en el escenario que hoy tenemos, que si bien no sostiene siquiera la calificación de regular, ha mejorado con respecto a años y épocas anteriores.

En este esquema los transportistas privados desempeñan un papel esencial, toda vez que complementan el servicio público, que, a todas luces, todavía está lejos de satisfacer la demanda, al menos en la capital. “No podemos prescindir de los servicios que ellos brindan”, aseguró la viceministra de Transporte Marta Oramas Rivero, al iniciar –en rueda de prensa– la explicación sobre el nuevo experimento para ordenar el transporte en La Habana.

Contrario a lo que pudiera parecer dado el nombre de “experimento”, este no tiene un período definido para confirmar o no su factibilidad. De hecho, según respondió la viceministra a la pregunta de Trabajadores sobre el tema, en cuatro meses se prevé extenderlo hacia las provincias de Artemisa y Mayabeque y, en un año hacia todo el país.

“El objetivo principal de este proceso es buscar un equilibro entre los intereses del pueblo, los intereses de los transportistas que deseen participar y los intereses del Estado”, argumentó Oramas Rivero, quien acotó, además, que “el experimento comprende a todos los transportistas de pasajeros por medios automotores del tipo auto, jeep, paneles y microbús, con capacidad entre 4 y 14 pasajeros”.

La idea es que mediante un sistema de 26 piqueras (hoy 18 están operativas), y 23 rutas asociadas (hoy 14 están operativas) quede ordenada la trasportación de pasajeros en La Habana.

Beneficios de apostar por el experimento

Esto implica una obligación a consumir un mínimo de combustible de acuerdo al tipo de medio y la capacidad de este.

De finanzas y precios…

“El perfeccionamiento del trabajo por cuenta propia en materia tributaria quedó regulado en la Resolución 194, del 30 de junio. Pero para este experimento se emitió, con carácter específico, la Resolución 195 de esa misma fecha”, recordó el director general de Política Fiscal del Ministerio de Finanzas y Precios, Vladimir Regueiro.

Al intercambiar con la prensa nacional enfatizó en que todos aquellos que aspiren a vincularse al experimento deben efectuar la habilitación de las cuentas bancarias fiscales para, mediante una tarjeta proporcionada por Fincimex, adquirir el combustible u otros insumos, realizar los pagos debidos, etc.

“También se va a reconocer el descuento (en el momento en que el transportista presente la declaración jurada) como gasto deducible, de todo el combustible que haya adquirido a través de la red de servicentros”, dijo.

De igual manera especificó que los transportistas podrán obtener las baterías, los neumáticos u otros medios, con un descuento del 20 % del  precio minorista. Ello no solo es un beneficio, sino que amplía el camino hacia el tan necesario y demandado mercado mayorista.

De la teoría a la práctica

Desde sus documentos rectores hasta la conceptualización, el experimento –que se prevé arranque el próximo 8 de octubre– es ambicioso, sólido y necesario. Al tiempo que apunta hacia problemáticas centrales que han afectado el marco laboral privado, reconoce su importancia, especialmente en esta esfera.

Al parecer, en este ordenamiento todos ganan. El Estado –mediante las normativas establecidas y a través de las tarjetas– controla mejor sus recursos; algo fundamental teniendo en cuenta que el robo del combustible es un mal que Cuba arrastra desde hace años. Además, organiza un servicio que es vital para la población y la economía.

Para los capitalinos que emplean los servicios de taxis las reglas del juego son casi las mismas que se han implementado hasta ahora. El precio del pasaje será de 5 CUP por ocho kilómetros de recorrido… Y, para los “cuentapropistas”, las ganancias están bien definidas.

Ahora el reto es que a la teoría la acompañe la práctica. Poco servirán estas medidas si los choferes cometen indisciplinas o no informan adecuadamente sobre los precios de cada tramo. Si el porteador no encuentra en los servicentros el combustible que necesita y, una vez más, tiene que acudir al mercado negro si las piezas que requiere para su auto no aparecen.

Para llegar hasta aquí, según informaron las autoridades del Ministerio de Transporte, se realizaron profundos estudios y análisis. Ojalá que el esfuerzo de tanta gente no se pierda por falta de control, malversación de recursos e indisciplinas. Más de 6 mil 119 titulares de licencia, que generalmente son el sostén económico de sus hogares, estarán involucrados.

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