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Relatos íntimos con contrastes

La capitalina galería Artis718, del Fondo Cubano de Bienes Culturales, acoge por estos días una muestra compuesta por un conjunto de fotografías que dialogan en un mismo espacio para expresar, a partir de diferentes ópticas artísticas, inquietudes, angustias, deseos y otras emociones que el espectador percibe a través de desiguales significaciones, debido a las contrastantes representaciones iconográficas que caracterizan la obra de cada uno de los artífices.

Charles: La huella del hombre en un viejo piano.

Se trata de variadas historias de vidas, mostradas mediante la visión instantánea sobre disímiles individualidades o desde las huellas dejadas por estas, premisa sobre la que dos reconocidos creadores del lente, Daylene Rodríguez Moreno (Cárdenas, Matanzas, 1978) y Charles Anselmo (Maryland, Estados Unidos, 1952) concordaron en exponer dos segmentos respetivamente correspondientes a sus obras, muestra titulada Relatos íntimos.

Daylene y Charles.

Las piezas de Daylene son eminentemente documentales. Amén de sus incuestionables valores artísticos, examina sucesos vinculados al hombre de la contemporaneidad insular, en tanto sugiere las causas —y en algunos casos las consecuencias también— de sus contingencias existencialistas, al punto de convenir sus discursos en estampas visuales que conmueven la espiritualidad del otro, el cual ve reflejadas situaciones inherentes a su propia realidad.

En cuanto comenzó en los avatares de la creación fotográfica, en la que prontamente obtuvo lauros en diversos concursos, esta artista autodidacta se ha interesado por explorar el mundo que le rodea sobre la base de la conducta de sus protagonistas: la gente del barrio, de la calle, universos distintivos en los que igualmente aparecen animales domésticos, entre los que son inolvidables sus narraciones relacionadas con los perros (Ángeles de las calles). En las imágenes expuestas en Artis718, trata de concientizar en torno a la necesidad de convivir, aceptar, comprender —y en determinados casos enfrentar— las diferentes derivaciones humanas que prevalecen en este heterogéneo y convulso mundo.

Daylene defiende la tesis de que el comportamiento cotidiano, es decir, el del ciudadano común, posee un enorme peso ontológico que propicia su análisis como referente para el desarrollo personal y social. La vida de los demás, y la propia, sugiere nexos y realidades que son afines a todos los congéneres, tal trasciende en los momentos captados, los cuales emanan a partir de los ámbitos familiares, laborales, amistosos y, fundamentalmente, personas desconocidas que distingue en su andar citadino. Cosmos de individualidades y conjuntos sociales, desde los más humildes —la mayoría—, hasta reverenciados —suma de entes definitorios de la condición humana—, de cuyas experiencias conformamos nuestro camino.

Daylene:Dignidad, de la serie Perseverancia.

Así percibimos las estampas de esta fotógrafa, portadoras de un incuestionable humanismo, suerte de reflexiones filosóficas que por lo general van al encuentro de niños, jóvenes, adultos y ancianos, con sus problemas y luchas, anhelos y esperanzas.

Daylene:Pagador de promesas, de la
serie Centro Habana.

Pero en lo artístico y conceptual, las fotos de Daylene distan mucho de las de Charles. Las de este último evitan la presencia humana para centrarse en su estela, en el paso imaginario del hombre por el tiempo, interesado en los recursos que le proporciona el Photoshop, técnica que le posibilita conseguir ambientes que transitan desde una iluminación muy acentuada, expresionista, hasta abstracciones figurativas, que contrastan con las propuestas de su colega. El interés documental, realista e impactante de las fotos cede terreno a otro punto de vista creativo, donde las simuladas maniobras del entorno y de los objetos conforman razonamientos que más bien eluden los sentimientos de identificación y compromiso individual.

El fotógrafo estadounidense no solo se vale —igual a cualquier otro que desempeñe este oficio— de la a veces necesaria edición de las instantáneas, tales como los ajustes en la modificación del brillo, las curvas de nivel, la saturación de colores…, sino que acude, además, a la cianotipia (técnica de coloreado) para resaltar los ambientes captados por él a través del lente, al punto de derivarlos —en determinadas zonas de la composición— en surrealistas.

Esa intención es válida. De hecho, la fotografía es una expresión artística que puede conectarse con otras artes, sobre todo con la pintura. Pero sus obras crean contrastes muy marcados con las de Daylene, pues aunque ambos se interesen por temas similares, sus respectivos discursos no logran complementarse en un armónico conjunto que aborde la vida ordinaria como objeto de reflexión filosófica en nuestros días. En tal caso, preferiría los trabajos de la cubana.

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