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Para reaccionar dentro del contexto social actual entorno al empoderamiento de la mujer cubana tendríamos que reevaluar la legislación vigente, asegura Trinidad Sierra Zambrano, vicepresidenta de Cátedra de Estudios sobre la Mujer en la provincia Granma quien añade: “Mientras existan leyes regulatorias que las beneficien y no a hombres, o viceversa, no podemos pensar en un futuro de equidad ¿Dónde están los presupuestos del Estado en este reordenamiento legislativo y económico para proteger los derechos de la mujer?
Como parte de su quehacer en pos de lograr en las comunidades rurales este acercamiento a la igualdad, la especialista constató:
“Trabajar género en estas zonas es una problemática, por lo que debe ser una práctica constante. El primer punto de mira es la autonomía y la inclusión en la toma de decisiones: iniciativas, selección de materia prima, producto final y las finanzas. Hemos observado allí con mucha tristeza que en la mayoría de los casos es el hombre quien define para dónde va el dinero, lo cual constituye un obstáculo para lo que se desea.
“Se demuestra así que aún no hemos desmantelado el patriarcado porque este se entretejió y está institucionalizado desde la propia familia. Las mujeres pueden tener autonomía productiva pero no económica, y para estar empoderada debe tenerse ambas”.
Según la especialista en estos lugares no pocas veces se malinterpreta lo de la emancipación de la mujer, la cual tiene dimensiones morales, políticas y sociales:
“Resultan procesos muy dolorosos, y en ocasiones irreversibles, como la violencia, con un costo físico y espiritual, sobre todo para quienes nos vemos reflejadas cuando esos actos no tienen respuesta por el marco regulatorio”.
Refiriéndose a la mujer cubana de forma general, Sierra Zambrano reconoce que con las conquistas de la Revolución han tenido oportunidades únicas: “pero a su vez ha tenido que atravesar por diferentes procesos con los cuales se han dado pasos de avances, en tanto, en otros, se ha retrocedido y seguirá ocurriendo mientras sean las responsables del hogar y la figura más demandada para resolver los problemas del resto de los miembros.
“En la historia de vida de cualquier mujer, ya sea profesional o productora, y sobre todo en el espacio rural, su gran carrera es el matrimonio y la familia”, asegura.
Con más de dos décadas de experiencia en el manejo del tema género la socióloga muestra asimismo preocupación por el ámbito laboral:
“Son ellas las que más faltan a su centro de empleo porque son las que atienden a los hijos, ancianos o cualquier otra persona. Sobre sus hombros descansa, por lo general, esta responsabilidad, no así los hombres. Hay que revisar por qué son las mujeres quienes abandonan el trabajo, estudio o los proyectos de vida.
“Un buen tema que pudiera llevarse a análisis en los espacios sindicales está relacionado con la discriminación, subordinación y el acoso laboral, al cual no se le puede continuar dando cosmético, porque es una forma de violencia”.
Por último reveló su incapacidad para comprender la involución que muestra la sociedad en el orden moral y de los valores cuando se han tenido y se tienen todas las oportunidades.
“El análisis de género se hace desde los obstáculos al acceso económico, tecnológico y de los recursos, y cada programa de desarrollo si no identifica las limitaciones no va a encontrar brecha para poder implementar una estrategia eficaz. La sociedad aún no le devuelve a la mujer todo lo que ha construido, y ella, a veces silenciada, aún espera esa recompensa”, concluyó la especialista.
Como parte de la necesidad de la emancipación de la mujer, el Ministerio de la Agricultura en Granma, junto a las instituciones y dependencias que lo acompañan en su proceso de desarrollo, está priorizando el acceso de la mujer al empleo, fundamentalmente en el área rural, así como la superación cultural e integración a la vida social.
