Danza: tres estrenos (+ Fotos)

Danza: tres estrenos (+ Fotos)

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Conviene pensar muy bien antes de recrear un clásico, mucho más si es uno tan revisitado como La consagración de la primavera. Liliam Padrón le puso corazón, pero también cerebro a su versión para la compañía matancera Danza Espiral: un espectáculo sólido, maduro, muy bien estructurado, que subió al escenario de la sala Covarrubias del Teatro Nacional de Cuba.

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El elenco de Danza Espiral mostró una suficiencia y un compromiso que hace honor al trabajo cotidiano de la compañía. Foto: Cortesía de Danza Espiral

 

Eran solo cinco bailarines (incluida la coreógrafa) pero “llenaron” el escenario, gracias a un diseño espacial que aprovechó los elementos escenográficos y los puso en función de los disímiles ambientes para la danza.

Pieza casi programática, resultó perfectamente posible seguir la “historia” de cada una de las escenas, construidas a partir de imágenes sólidas y muy sugerentes. El espectador más avisado pudo descubrir referentes y homenajes: a la celebérrima coreografía de Nijinsky, a la novela homónima de Alejo Carpentier… pero el concepto principal fue, el de la simbiosis que forja una cultura: en este caso, la nuestra.

Liliam Padrón recreó el rito primigenio y lo equiparó con el devenir de una (su) compañía, en diálogo permanente y enriquecedor con el contexto. Las asociaciones no son caprichosas, hay aquí una tesis y un discurso que la sostiene.

La metáfora y su riesgo

Julio César Iglesias siempre se arriesga: es un artista inquieto, que rehúye de acomodamientos. Cada pieza suya para Danza Contemporánea de Cuba (DCC) es casi una provocación y un ejercicio demandante para los bailarines… y también para los espectadores.

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La segunda piel, de Julio César Iglesias, demanda intérpretes muy comprometidos. Foto: Alejandro Rojas Espinosa

 

Pero La segunda piel, su más reciente creación —estrenada en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso— se regodea en cierta “oscuridad” que dinamita el planteamiento, amén de la enjundia y la profundidad de la reflexión que parecen animarlo.

Más allá de la discutible lógica de las acciones en la escena, de la rudeza y la aparente falta de acabado de ciertas imágenes (que contrastan con la belleza del entramado plástico en algunos momentos), la obra se resiente por la repetición cansina de dinámicas de movimiento, por la aparente arbitrariedad en la sucesión de peripecias…

Afortunadamente, el elenco de DCC defiende la propuesta con proverbial capacidad técnica e inspiradísima vocación histriónica. Esa es una virtud de Iglesias: le abre el espectro a sus intérpretes: los pone “contra la pared”, en el mejor sentido de la frase.

Mucho para decir

Los bailarines de Acosta Danza demostraron garra y calibre en Satori, de Raúl Reinoso, estrenada en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso. Foto: Yuris Nórido

Raúl Reinoso ya no es una promesa de la coreografía cubana, es un coreógrafo hecho… aunque todavía tenga mucho camino por delante. Su pieza Satori —estrenada en la temporada Verano de Acosta Danza— tiene un armazón conceptual y filosófico más complejo que el de otras propuestas suyas: explora concepciones budistas para recrear un viaje de iluminación, “sazonado” por disímiles referentes culturales. Reinoso logra “traducirlo” con eficacia en buena parte de su concreción escénica.

La falda común (que deviene mar, aire y cielo) es una idea formidable, pues sintetiza, con una belleza hipnotizadora y contrastante, un sinfín de metáforas contundentes. Pero esa falda y el imaginativo diseño de luces también tienden una trampa: lo accesorio por momentos parece tomar la preeminencia, imperio de los adjetivos sobre los sustantivos.

La pretensión abarcadora es ostensible, aunque a Satori le falta concisión: se presenta mucho, sin embargo no se desarrolla todo; algunas interesantes líneas del discurso apenas son esbozadas: da la impresión de que aquí coexisten varias coreografías potenciales.

Reinoso es un coreógrafo curioso e imaginativo, pletórico de un lirismo arduo e interesante, con acuciantes inquietudes intelectuales. Habrá que seguir su carrera con atención.

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