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Seily, la espadachina de Pogolotti

¿Voleibolista frustrada o esgrimista por amor?

Practiqué voleibol hasta los 10 años. Entré por la EIDE en esgrima para luego hacer el cambio, pero cuando llegó el momento y mi papá fue a la escuela le dije que no, porque había encontrado algo especial en la esgrima y desde entonces hasta aquí. Cambié remates y pases por estocadas y sobre todo por medallas.

Foto: José Raúl Rodríguez Robleda

Retuviste el oro de Veracruz ¿Cuánta diferencia de uno al otro?

Con la única rival que sentí un cambio fue con la jamaicana. Era la de más alto cuidado porque no la había enfrentado. Su postura me ayudó porque casi no se movía y al ser mis movimientos más rápidos la descontrolaba. Han pasado cuatro años, pero el esfuerzo y el sacrificio se recompensaron con el mismo premio.

Inspiración, rivalidad y principal fortaleza

Este oro es una inspiración para las demás que aportaremos los esgrimistas en estos Juegos. La rivalidad con mis compañeras de equipo la resumo así: dentro de la pista somos contrarias, fuera de la pista amigas. Mi movimiento más importante dentro del combate es la defensa hacia atrás, aunque a veces no me da resultado.

La familia y una dedicatoria especial

En el primero que pensé cuando gané fue en mi hermano, que la vida me lo quitó muy joven y me ha hecho única hija. Él era músico y siempre estaba. (Se nublan los ojos con lágrimas). Por supuesto, también se lo dediqué a mis padres Anselmo y Lídice, al barrio de Pogolotti, al pueblo de Marianao, de La Habana y de Cuba.

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