Santiago de Cuba: El lado no visible del iceberg

Santiago de Cuba: El lado no visible del iceberg

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El asombro marca a quienes visitan a Santiago de Cuba, la más caribeña de las provincias cubanas; el orgullo y el trabajo signan a los que la habitan.

Siempre fue esta una tierra singular, hermosa en su esencia, pero desde hace casi una década eso que le vino dado por naturaleza creció, y mejor aún, se agigantó, incluso tras el tajo mortal que significó el paso de Sandy (octubre del 2012), huracán que dejó en girones a la ciudad cabecera y del cual todavía se arrastran secuelas.

Foto: Daylén Vega/Cubadebate.

Desde lo profundo de la devastación renació Santiago de Cuba debido a modos muy particulares de potenciar el ordenamiento territorial, la higiene, la participación popular en cualquier tarea bajo un principio cierto: lo que se hace con las manos se quiere más y se cuida más.

Distinguen en la suroriental provincia la limpieza, el aumento en el número y la calidad de las ofertas gastronómicas y agropecuarias, estas últimas con un encadenamiento productivo que ha hecho crecer los surtidos de la industria alimentaria, así como el uso inteligente de los recursos financieros disponibles, en particular el aporte del 1 % de las empresas a la contribución para el desarrollo local.

También sobresalen la recuperación de locales en ruinas que renacen para la prestación de diversos servicios, la construcción de viviendas —en este 2018, unas 2 mil 494 en los espacios urbanos, además de una cifra similar de las de tipología IV (mampostería y madera, con techo de zinc) en zonas rurales— fabricación local de materiales de la construcción, la siembra de árboles, atención a los jardines… y muchísimo más.

Todo ello es tangible y visible de manera cotidiana, lo que desencadena el asombro de los visitantes y enaltece el orgullo santiaguero.

Dos conceptos, la unidad y trabajar duro, de la abstracción pasaron a la realidad, gracias al liderazgo del Partido y del Gobierno, no por gusto encabezado el primero de estos por un Héroe del Trabajo de la República, Lázaro Expósito Canto, hombre tan infatigable como la propia Santiago, definida así por José Martí el 30 de noviembre de 1889, en un discurso en Hardman Hall, Nueva York.

De la idea a la acción se asumen en esta provincia la definición de unidad del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, “compartir el combate, los riesgos, los sacrificios, los objetivos, conceptos y estrategias a los que se llega mediante el debate y el análisis”, y el concepto de trabajar duro expresado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz: “Saber identificar los problemas, enfrentarlos, y darles solución, defender las ideas de la Revolución y el socialismo, hacer más, controlar más, exigir más y criticar menos”.

A eso hay que sumarle el otro ingrediente de esta fórmula de esfuerzos y resultados, me refiero al espíritu del santiaguero, siempre alegre, que se resiste a límites, que desecha conformismos y renueva metas propias.

Con esas fortalezas como pedestal el movimiento sindical en Santiago de Cuba ha sabido sumarse a estos modos de impulsar el desarrollo y la calidad de vida del pueblo, los mismos que sirven como patrón de quehacer para otras provincias, cuyos principales dirigentes han llegado para palpar las experiencias, los métodos y estilos que han revolucionado al indómito terruño, para, con traje hecho a la medida, reproducir cuanto de bueno y útil acontece aquí.

Sin perder la oportunidad la Central de Trabajadores de Cuba y sus sindicatos han sumado a sus afiliados a la vorágine y la dinámica que se vive en los más diversos escenarios productivos y de servicios, impulsando en primer lugar el cumplimiento de los planes, el aporte extra y el renacer del trabajo voluntario.

Singular manera que también ha puesto en práctica la región para que el espíritu y las ideas del Che, en el año de su 90 cumpleaños, perduren, no por lo que se dice sino por lo que se hace.

Lo que para muchos es cosa del pasado en Santiago de Cuba se torna presente, ejemplo de ello son los Domingos Rojos, ¿lo recuerdan? Ahora se les suman con igual concepción de trabajo y cooperación lo que acá se ha dado en llamar Noches Blancas y Sábados Azules, atemperados a la necesidad de impulsar los cientos de obras que esperan concluir antes del 26 de Julio, Día de la Rebeldía Nacional, cuyo acto central tendrá lugar aquí, ya se sabe que por historia, y nadie dude que por resultados.

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