Epopeya de pueblo

Epopeya de pueblo

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Los días de Cuito Cuanavale fueron decisivos. Las batallas allí ganadas marcaron el viraje en la lucha por librar al continente africano del azote del apartheid, tal y como sentenció oportunamente Nelson Mandela.

El plan de los invasores racistas de llegar a una presunta mesa de conversaciones con ventaja en el terreno militar fue destruido a golpe de metralla por parte de las fuerzas angolano-cubanas.

Un nunca sabe cuándo va a ocurrir el último combate. Finalmente el enfrentamiento del 23 de agosto de 1988 resultó definitivo para frenar al agresor en el sudeste angolano. ¡30 años! han transcurrido.

Por supuesto la guerra allí no terminó tan puntual; continuaron las escaramuzas  –cachimbeos, como muchas veces escuché decir a los miembros de las FAPLA (Fuerzas Armadas Para la Liberación de Angola)–; el hostigamiento se hizo casi constante, hasta el punto de que la vida de los presentes en el lejano paraje acentuó su toque de topos al tener que realizar cada acción bajo tierra.

Quedaban jornadas –entiéndase meses—para consolidar la victoria. El flanco suroccidental se volvió el teatro principal de operaciones. El polvo del camino hacia T´chipa cubre una y otra vez el rostro de estos muchachos que vienen de Cuito, con la experiencia de duros episodios pero intacto el buen humor, ese que los cubanos no pierden ni en las más difíciles circunstancias.

Esta coyuntura de guerra lejos de la Patria ha creado un vocabulario muy propio: “Dime tierra”, exclama un guantanamero a otro para marcar su condición de coterráneos. Pasa solo un rato  y se escucha más allá a un combatiente: “Echa pa´ca tiempo”,

(alusión empleada por los que tienen similar número de días en territorio angolano).

Cuatro delgados troncos de árboles cubiertos lateralmente por una lona, ¡sin techo!, + los 6 ó 7 grados de temperaturas convierten en casi una misión combativa el acto de bañarse…

Nuestros pilotos siguen haciendo de las suyas. Dan el golpe de gracia a los invasores en Calueque el 27 de junio de 1988. Los racistas se lo sintieron, y antes de abandonar la última posición dejaron inscrito en una pared en lengua africaner: “Mig 23 nos partieron el corazón”.

La mesa de conversaciones va, pero los sudafricanos no llevan ventaja, sino todo lo contrario. El régimen del apartheid tiene los días contados.

Los días finales de la guerra decidieron la independencia de Angola y de Namibia, y abrieron tal puerta al pueblo sudafricano. Hora de resumen. No podemos olvidarnos de que esta contienda comenzó en aquel lejano frente de Cabinda que en 1965 apoyó al movimiento de liberación nacional; luego vinieron los pasajes heroicos de Quinfangondo, Quibala, Sumbe, Cangamba…

Cuanto honor sentimos al recordar que esta epopeya de millones llevó el nombre de Carlota. Pero esta vez la esclava lucumí sublevada en el ingenio de Triunvirato, y sacrificada por los colonialistas en 1844, sí vio coronada la victoria.

cubanos en angola

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