Aulas inteligentes en Cuba: La tecnología al servicio del saber

Aulas inteligentes en Cuba: La tecnología al servicio del saber

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Parece un entorno futurista o una imagen propia de naciones con un alto grado de desarrollo informático y computacional. Sin embargo, un grupo de 50 aulas inteligentes llegan a diferentes puntos de la geografía cubana y convierten los tradicionales salones de clases en laboratorios donde la interactividad y la tecnología toman la palabra.

Aulas inteligentes
Las aulas tecnológicas llegan en esta primera versión a algunas escuelas de la enseñanza general Foto: Juventud Rebelde

Sustentadas en los sistemas operativos Nova y NovaDroid —ambos de producción nacional— las aulas inteligentes llegan al calor del proceso de informatización que vive la sociedad cubana. A su vez, representan un paso mayor de cara a elevar la presencia de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones en las escuelas del país.

Esencialmente desarrolladas por la Empresa Industrial para la Informática, las Comunicaciones y la Electrónica (Gedeme) y la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI), este proyecto se inserta como parte del tercer proceso de perfeccionamiento del Sistema Nacional de Educación y ofrece una herramienta capaz de combinar las aplicaciones más avanzadas con la experiencia de los mejores profesores.

De la tiza y la libreta a la wifi y los servidores

Aulas inteligentes
El ambiente de trabajo cambia respecto a los modelos tradicionales Foto: Yunier Sifonte/Cubadebate

Compuestas por una pizarra digital interactiva, varias tabletas o laptops, una antena wifi, dos servidores, un dispositivo para el profesor, un proyector y un equipo de carga, las aulas tecnológicas representan uno de los mayores cambios en los modelos de enseñanza a nivel mundial.

Más allá de un diseño que rompe los patrones clásicos del salón con libros, tiza y una relación frontal entre maestro y alumno, este equipamiento busca mejorar los estándares de aprendizaje y dotar a los estudiantes de una herramienta más cercana a sus prácticas comunicativas y de uso de las nuevas tecnologías.

Dentro de un aula inteligente el profesor tiene un mayor control sobre la actividad de sus estudiantes, puede enviar información personalizada, compartir links y reproducir videos directamente en cada dispositivo, seccionalizar las preguntas o realizar evaluaciones más profundas. A su vez, permiten la creación de bibliotecas virtuales, la utilización de recursos multimedia para el desarrollo de la clase y hasta el habitual registro de asistencia o el acto de levantar la mano para responder alguna pregunta.

De acuerdo a varios estudios, el uso de los recursos de las aulas inteligentes garantiza una mejor gestión del conocimiento, una mayor independencia de los alumnos y una relación más fluida con el profesor. Además, promueven el intercambio de información, un debate más amplio y una apropiación más sólida de las materias, sobre todo por el empleo de recursos multimedia e interactivos.

Con esos precedentes estas aulas llegaron a Cuba finales de 2015, vinculadas a los esfuerzos por informatizar sectores vitales para el país como la educación, la salud o las áreas de capacitación de los Organismos de la Administración Central del Estado. Luego de la adquisición en el extranjero de unas pocas de ellas, la Isla se dio a la tarea de lograr un equipamiento producido en su mayoría en el territorio nacional.

“La idea surgió a partir de las experiencias con algunos socios estratégicos de otros países. Basado en la tecnología que teníamos disponible aquí para la comercialización y los nuevos desarrollos creamos el conjunto de arquitectura que vemos hoy”, dice el Ing. Fernando Fernández, Director de la Unidad Empresarial de Base Gedeme Servimática.

Salvo los proyectores y la pizarra —todavía con el sello de productos importados— el resto de los dispositivos salen de la unidad comandada por Fernando, a todas luces la primera gran ventaja de la iniciativa. Productos nacionales al fin, tanto el equipamiento técnico como sus desarrolladores están al alcance de la mano, un elemento que ofrece seguridad para emprender nuevos proyectos en el menor tiempo posible.

Gracias a esa posibilidad y al trabajo conjunto entre el Centro de Tecnología para la Formación de la UCI y Gedeme, a mediados de 2016 la Feria Internacional CubaIndustria vio la presentación oficial de las aulas inteligentes nacidas en la Isla. En esa ocasión el stand recibió el Premio de Diseño de la Oficina Nacional de Diseño Industrial y atrapó la atención de la gran mayoría de los participantes.

Como parte de esa alianza Gedeme se encargaría del mobiliario, la marquetería, la iluminación y los componentes de hardware del sistema, mientras la UCI debía trabajar para garantizar el funcionamiento de los programas y aplicaciones.

De ese propósito surgió el software XAUCE ATcnea, una solución creada por la universidad cubana para controlar todo el proceso de enseñanza-aprendizaje. Según sus diseñadores, esa propuesta tiene éxito porque cuenta con iguales capacidades a las de su similar extranjero y permite un óptimo aprovechamiento de los recursos.

Sobre los requerimientos técnicos, Fernando Fernández asegura que otra de las ventajas de este modelo de aula inteligente radica en que no necesita de grandes prestaciones de hardware para funcionar. Según el directivo, los servidores parten de una arquitectura simple, pero convertida por los ingenieros de la UCI en un producto con las mismas opciones que los comercializados por las grandes empresas vinculadas a estas tecnologías.

Además, las aulas tecnológicas tienen disponibilidad para asumir los requerimientos de cualquiera de los niveles de la enseñanza general en el país, una característica que ofrece un amplio espectro de potencialidades de uso. Finalmente, la preponderancia de componentes de producción nacional tanto en hardware como en software garantiza una solidez en la búsqueda de la soberanía tecnológica en un sector tan complejo como el de la informática y las comunicaciones.

Así, 2017 cerró con la venta de las primeras 50 aulas tecnológicas para las pruebas de campo y de rendimiento técnico. De ellas, el Ministerio de Educación de Cuba (Mined) adquirió 27 para distribuirlas por todo el país, y las restantes fueron hacia otras entidades como el Ministerio de la Agricultura, el de Salud o el Grupo Empresarial Azcuba. A menos de dos años de su primera implementación, la Isla entró al entorno de las aulas virtuales o interactivas.

Aulas tecnológicas: el panorama de cara al futuro

Según dijo al periódico Granma el Ms C. Fernando Eugenio Ortega Cabrera, Director de Tecnología Educativa del Mined, cada año Cuba destina cinco millones de CUC para la inversión y el mantenimiento de los equipos informáticos de las escuelas del país. No obstante, los años de explotación y la velocidad en las transformaciones de sus componentes dificultan mantener un nivel alto de prestaciones en los laboratorios.

Junto a ese panorama, y en un contexto con limitaciones de conectividad y otras cuestiones vinculadas a la velocidad de navegación —de acuerdo a Ortega Cabrera poco más del 15 por ciento de las instituciones docentes tienen acceso a la Red Informática del Mined—, muchos dudan sobre lo atinado de este proyecto o su verdadera efectividad más allá de las primeras experiencias. Sin embargo, Fernando Fernández aclara que las aulas tecnológicas no necesariamente deben tener acceso a Internet para cumplir su función.

“Estas aulas son una herramienta para la enseñanza-aprendizaje, no para el entretenimiento o la navegación. Esos servicios representan complementos a su objetivo esencial y aunque cada día resultarán más imprescindibles, su ausencia no implica un problema. En su diseño valoramos las cuestiones de acceso a la red y las aulas pueden intercambiar o no con el exterior sin perder su propósito fundamental”, comenta.

Para ello, por ejemplo, uno de los servidores está destinado al almacenamiento de la información necesaria para la clase, y el otro concentra sus recursos en unificar las prestaciones telemáticas imprescindibles para el funcionamiento de una red local. “Allí tenemos chat, correo electrónico o portal de autenticación, unas herramientas que el profesor tiene a su alcance para garantizar la calidad de la docencia”, apunta Fernando Fernández.

Además, cada dispositivo lleva instalados los recursos para el aprendizaje desarrollados por la Empresa de Informática y Medios Audiovisuales (Cinesoft), así como con los contenidos disponibles en el portal Cubaeduca. Esas soluciones contribuyen a minimizar el impacto de los problemas de infraestructura y acceso a la red, aunque Ortega Cabrera anuncia la proyección de conectar todos los centros educativos antes de 2021.

Mientras tanto, de cara al futuro ya el aula tecnológica está cerca de una segunda entrega para responder a las expectativas de los clientes. De acuerdo al Ing. Sandy Núñez Padrón, asesor de mercadotecnia de la UCI, entre las solicitudes recientes para mejorar la herramienta aparecen concluir una versión solo para laptops o computadoras de escritorio y otra solo para tabletas. Además, trabajan para permitir la opción de importar y exportar la clase.

“Ahora mismo tenemos algunos sistemas en el proceso de verificación de calidad, porque nuestro objetivo es mejorar el software y sus prestaciones. Las aulas tecnológicas son una iniciativa ambiciosa, pero viene aparejada a la intención del país de incorporar la tecnología al proceso docente educativo. Los estudiantes de hoy son multimediales y multidispositivos, y es nuestra obligación hablar sus códigos para llegar mejor a ellos”, asegura.

Sobre el tema, el director de la UEB Gedeme Servimática confirma la existencia de un programa de desarrollo enfocado a la actualización de esa tecnología, sobre todo para llevar esa herramienta hasta instituciones con mayores requerimientos de procesamiento, como las universidades o los centros de investigación.

Según el directivo, para finales de 2018 debe salir una versión mejorada disponible para computadoras de escritorio. “Las aulas que tenemos hoy están montadas sobre protocolos Java a través de la conexión inalámbrica, pero no poseen equipos de altos niveles de cálculo. Con la nueva versión ese problema quedará resuelto”, asegura.

En este sentido, de acuerdo a Mary Laura Espinosa Hernández, Directora de Negocios de Gedeme, la intención de la empresa es contribuir a la existencia en los próximos años de un aula tecnológica funcional para cualquier tipo de dispositivo. “Si consideramos que nuestra entidad posee una línea de producción con una capacidad de 120 mil equipos al año, podemos dedicar en un futuro una parte importante a ese propósito”, asegura.

De cara a los retos que impone a la educación cubana la llamada Sociedad de la Información y el Conocimiento, iniciativas como estas se tornan vitales para no quedar rezagados en un camino que cada día evoluciona a mayor velocidad. Sin embargo, no desconocer el rol del profesor como ente regulador de todo el proceso de enseñanza-aprendizaje, y sobre todo cuán necesario es asumir su función con ética, compromiso, preparación y responsabilidad, resultan también elementos imprescindibles para garantizar la convivencia de lo tecnológico con lo tradicional.

De momento, las aulas tecnológicas continúan su periplo por la Isla entre esfuerzos compartidos para aprovechar todas sus ventajas y extenderlas por el país. Directivos, operarios de los talleres de montaje, desarrolladores de la UCI y pedagogos que llegan a ella por vez primera tienen conforman un equipo plural y tienen ante sí el reto de cumplir expectativas. Para ellos la visión de la Cuba del futuro sigue en las aulas con un buen profesor, pero ahora también junto a una pizarra electrónica, un software y una pantalla digital.

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