Con la luz del alma

Por: Ivania Williams Carballo, estudiante de Periodismo

En la editorial que produce libros, revistas y boletines para ciegos IRIS, perteneciente a  la Asociación de Ciegos de Cuba, se  habla con dulzura de una especial trabajadora, Delia Lucía Rosó Pérez, jefa de redacción de esta publicación, quien viaja sola diariamente hasta el municipio de playa para  cumplir con su deber.

En su hogar, luego de un delicioso té, comienza a  contar su historia. Cincuenta y dos años parecen pocos para la larga labor que ha desempeñado en la vida. No percibe los colores, pero lo hace con la luz del alma.

Rosó Pérez nació el 21 de diciembre de 1965 en San Fernando de  Camarones, un pueblecito de campo de la provincia Cienfuegos. La  verdadera razón que le provocó una atrofia óptica aún no se sabe con certeza. Ella, una guajirita que le tenía mucho miedo a la gente, se atemorizaba cuando alguien se le acercaba. La llevaron desde pequeña a vivir en La Habana para que estudiara en la única escuela de ciegos existente en el país.

En la capital aprendió a leer y escribir, comenzó a relacionarse y llevar una vida normal. Hasta Güines llegó para cursar el preuniversitario, becada, donde hacía de todo menos ir al campo. Fue el primer expediente de su graduación, en 1984. Apasionada por la letras decide estudiar Filología en la Universidad de La Habana. Aprendió el francés, el latín, el griego y un poco de inglés.

De una relación con un valiente militar que perdió la vista luchando en Angola, surgió un intenso amor que la llevó a la boda, y  meses después, dio a luz a su única hija. Su condición física no le quitó la oportunidad de ser una excelente madre.

Durante 15 años se desempeñó como profesora de Secundaria Básica                                                   en la escuela especial para niños  y  jóvenes ciegos o con baja visión Abel Santamaría, en Ciudad Libertad. Logró titularse como Máster en Comunicación Social con una tesis sobre  el papel de la radio en la vida del invidente.

Asimismo el Centro Hispanoamericano de Cultura la acogió para que cumpliera uno de sus mayores sueños, estudiar actuación y vincularse a un grupo de teatro. En la Casa de Cultura de Guanabacoa Rita Montaner desarrolla un taller literario para personas con discapacidad.

Sobran pruebas para demostrar su humanismo cuando llegó  hasta  el Combinado del Este para nivelar a un preso ciego de 55 años de edad. Allí fue maestra, psicóloga, logopeda y mucho más.

Amante de la lectura, prefiere las novelas de Historia, a Gabriel García Márquez,  y su poeta favorito es Mario Benedetti. No le teme  a la soledad, dice que Dios siempre está con ella.